Y ahí estaba ella, entre bruma y oscuridad con esa poca luz que desprendía la luna e iluminaba su rostro, desde lejos pude percibir esa sensación amarga de sus lágrimas que recorrían sus mejillas hasta llegar a sus labios.
Era incapaz de mejorar esa pugna situación, me acerqué desde ese sombrío lugar hasta donde se encontraba, no bastó mencionar ninguna palabra para comprender su dolor y con solamente mirarla a los ojos comprendió ese amor sempiterno que tanto anhelaba tener, como gran recompensa, una hermosa sonrisa se le dibujó en su rostro.
De repente, esa densa noche oscura se desvaneció, las nieblas que cubrían ese fosco sitio se empezaron a esclarecer con los primeros rayos del alba que golpearon directamente hacia mis ojos.
Lentamente al abrirlos inmensa fue mi desilusión al encontrarme en mi habitación, me tomé unos segundos, mire hacia un costado de mi amplia cama y al contemplar tu fotografía, una helada sensación corrió dentro de mí al comprender la gran falta que me hacías en este mundo, tan verdadero e irreal para mí.
- Jesús Vázquez