Pensando en ti

1

Estaba lloviendo tan fuerte que parecía que se rompía el cielo y yo parada en la acera, sin paraguas, esperando que pase el bus que me llevaría a casa. Junto con la lluvia la calle estaba desolada, a excepción de la única loca sin paraguas parada en la acera, empapada, o sea yo.

Lo gracioso es que la parada de autobús, no tenía techo y aparte los carros que pasaban por ahí, no se detenían al pasar junto a mí, creo que aceleraban para mojarme a propósito. Mi celular estaba descargado, no podía pedir un taxi o ayuda a algún conocido… aquí estoy.

Estaba un poco enojada y divertida por mi mala suerte, el día iba bien, era viernes, tuve mis clases en la universidad, tuve buenas notas, fueron clases productivas, me iba a comprar una pizza cuando este en casa, pero los planes de Dios son misteriosos, me reí para mí misma para no llorar. Realmente parecía un día trágico, el peor de mi vida, sacado de una película de drama,  pero simplemente había sido mi mala suerte.

Un carro va pasando y pensé que aceleraría para mojarme más (aunque creo que ya no es posible), sin embargo aparca enfrente de mí y baja la ventana.  Era mi profesor de la universidad, un poco tímida por la ridiculez de la situación, levanto mi mano para saludar, él se ríe un poco y me hace con la mano para que suba.

  • Estoy bien, no se preocupe – le grito sobre el sonido fuerte de la lluvia –
  • Sube, no tengo problema con llevarte – alza la voz, inclinándose hacia el asiento de copiloto para que pueda escucharlo –
  • No quiero incomodar… ni mojar su asiento – le digo, acercándome al carro – pero, muchas gracias –
  • Insisto, no tengo problema y mi conciencia no quedará tranquila, dejándote aquí, Summer –

Antes de que pueda negarme de nuevo, se escucha el estruendoso ruido de un rayo chocando con la tierra y sirvió lo suficiente para hacerme asustar y treparme al carro.

  • Muchas gracias, Thomas, en serio no tengo palabras para terminar de dar las gracias – Su nombre es Thomas Le Brun y es normal decirle a los profesores por su nombre… nuevas épocas, no lo sé-
  • Solo no lo estés mencionando en clases, porque puede mal entenderse – dice divertido 

Le doy la dirección de mi casa y me pide que se la ubique en el GPS, lo cual hago y luego un silencio incómodo.

  • ¿Qué tal tu día? – pregunta él - ¿todo bien?

Suelto una risotada porque sé que fue la patética escena en la que me recogió y es normal que pregunte si todo va bien.  

  • Le prometo que todo está bien – digo divertida – es solo que la lluvia impidió mi regreso a casa –
  • Está bien – sonríe –

Thomas prende la radio y pone una emisora… suena una canción muy extraña  para el momento “Don’t stand so close to me” de The police donde habla del enamoramiento de una alumna a su profesor. Supongo que él también se incomodó porque la cambió, ni si quiera tenía mi celular para fingir no haberme dado cuenta de ello.

Thomas no es viejo, debe tener 30 años y yo tengo 21, no sería ningún caso de abuso si resultará en una relación o momento casual. Nunca había fantaseado con un profesor, no era parte de mis fantasías sexuales, pero definitivamente si quisiera pensarlo sería con Thomas. Era guapo, tenía un cabello como ondulado de color castaño, ojos color café, nariz respingada, cuerpo fornido, sin llegar a parecer que sus músculos están inflados con aire y sumamente inteligente. En la universidad era como un sex icon, el profesor por el que todas babeaban y se le insinuaban descaradamente. Yo simplemente admiraba su belleza y su cerebro, pero nunca fantaseando con que fuera algo más que mi profesor.

No sabía que decir, el silencio era muy incómodo, prefería estar bajo la lluvia, me encontraba empapando el asiento y temblando un poco, pero nada que no se resuelva al llegar a casa.

  • Asegurate de tomar algo caliente o vitaminas cuando llegues a tu casa – me dice, sacándome de mis pensamientos –
  • De seguro – digo –
  • Si tienes frío, ahí atrás esta mi chaqueta – menciona señalándome con su mano el asiento de atrás –
  • No se preocupe… no quiero mojar otra cosa – digo
  • Puedes mojar lo que quieras – dice él, me aguanto la risa porque soy una mal pensada y al ver que él se está riendo negando con la cabeza, me rió en voz alta – Sabes que no me refería a eso
  • Lo sé, pero fue divertido –
  • Sí, será incomodo en clases – comenta divertido –
  • Probablemente – le respondo riendo –
  • En serio, puedes usarla, el auto se seca, igual la chaqueta, pero hasta que tú te seques podrías enfermarte – me mira unos segundos, que parecieron eternos y sentí que algo se removió –

Agarro su chaqueta de atrás y la coloco encima de mí como si fuera una manta, la cierro.

  • Muchas gracias, en serio – digo sonriéndole, se gira a mirarme sonriendo –
  • Para eso estamos los profesores –



#9320 en Joven Adulto
#37970 en Novela romántica

En el texto hay: prohibido, amor, profesoralumna

Editado: 29.03.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.