Un dia muy particular, sin pensarlo ni planearlo decidimos emprender éste viaje maravilloso que implica conocer y valorar a alguien más.
Tomamos nuestros corazones y los dejamos en las manos del otro, con la esperanza de que ambos los atesoremos como joyas preciosas de gran valor.
Desde ese momento cada día damos pequeños pasos que nos conducen a la felicidad, con cada detalle demostramos que nos pertenecemos el uno al otro, sin prisas, sin presiones, sólo nos dedicamos a sentir y disfrutar del placer de amar.
Con el tiempo descubrí que somos un complemento, opuestos que se funden como el acero en el fuego.
Ahora con certeza puedo decir que somos un gran equipo. Siempre dispuestos a amar; sin limites, miedos e inseguridades.
Un equipo que se apoya aún en los momentos grises de debilidad y que busca una y otra vez la sonrisa del ser amado.