Pensé que sería Feliz

Capitulo 1.


Espejito, Espejito, la realidad es un asco.

Me revisé por tercera vez esa mañana frente al mini espejo que tenía colgado en la puerta de mi casillero; maquillaje perfecto, dientes limpios, ropa impecable, aunque aún no decidía si dejarme el cabello tal cual lo había hecho al salir de casa, o atármelo en una coleta alta. A lo mejor con un moño alto también me vería bien.

Un movimiento detrás de mí, me obligo a dar un vistazo por el rabillo del ojo.

—Es lo mismo que le dije yo, pero él nunca me escucha —discutían Lisa y Haide, mientras se situaban a mi lado.

—¿Tú qué piensas, Sash? —me preguntó Lisa mientras revisaba su celular, con cara de frustración.

—Daría mi opinión, si tan solo supiera de qué hablan ustedes dos —refute mientras terminaba de cerrar el casillero.

—Pues si lo sabes, ¿Recuerdas que ayer te conté sobre Sebastián y su grandiosa idea de convertirse en DJ? —Rodeo los ojos—. Es un gran problema ¡Mi novio quiere ser DJ, chicas, necesito ayuda! ¿Alguna idea? —nos miró buscando una respuesta con desesperación.

—Dile que lo vas a dejar si sigue con esa tontería, Sebastián no soportaría que lo dejes —le recomendó Haide haciendo un ademán con la mano.

Lisa le puso mala cara y negó.

—Apóyalo —le dije empezando a caminar por el pasillo, ambas voltearon a verme de golpe, con cara de desconcierto y me siguieron a paso rápido.

—¿¡Estás de broma?!

—Apóyalo —repetí—. El mes pasado te dijo que quería ser futbolista; la semana ante pasada era un pintor, y hace una semana era un abogado. Estate tranquila, vas a ver qué si lo apoyas en esta locura se le va a pasar como las otras, y se inventara una nueva profesión.

—Lo que dices suena muy coherente —murmuró— ¡Eso haré!, a ver si esto se le pasa de una vez, no soporto verlo con esos audífonos todo el día ¡Es insufrible! —se quejó Lisa.

—Sí es tan insufrible como dices, ¿Por qué simplemente no lo dejas? —le preguntó Haide con una mueca.

—Lo quiero tanto, pero tanto, que esa idea se me hace imposible. Cuando te enamores lo entenderás —le contesto palmeando el hombro de Haide como si fuera una niña pequeña, la cual reacción algo ofendida.

—¡Oye! Yo si me he enamorado —riño.

—Si cariño, claro que si —le contestó Lisa con burla.

—Para tú informa... ¡Ay! ¡Fíjate por dónde andas rarito! —volteé rápidamente al escuchar el grito de la castaña.

Tres chicos estaban parados frente a mis dos amigas y uno de ellos se disculpaba con Haide.

El que pedía perdón repetidamente, no sé quién era, contextura delgada, prominentes pómulos, tenía lentes y una libreta en la mano, junto a un par de pinceles que sostenía con torpeza.

Supuse que él era quién se había chocado con la pobre Haide.

El otro era moreno, tenía una mochila manchada de pintura, y un gorrito de pescador muy lindo; él estaba agachado recogiendo el resto de los pinceles que estaban regados en el piso.

Y al otro chico sí que lo conocía, y como no hacerlo, venía observándolo con cautela desde hace un par de semanas, Karsten.

Sabía pocas cosas sobre él. Era griego, era el líder del club de arte, además que era guapo, aunque conozco chicos mucho más guapos que él; pero él tenía una belleza diferente, como podría decirlo...

Tenía una belleza única, esa es la palabra, era un chico que llamaba la atención de las personas en cualquier lugar y no exactamente por su belleza, como yo, claro está. Hacía que los demás voltearan a verlo sin importar donde se encuentre, tenía una presencia firme, pero tierna, difícil de explicar.

—Lo s-sentimos —dijo el flaquito jalando al moreno que le lanzo una mirada amenazadora, Karsten se me quedo viendo por un par de segundo, antes de darse la vuelta e irse con sus amigos.

Me dispuse a retomar mi camino cuando sentí algo debajo de mis tacones. Dirigí mi mirada al piso y me di cuenta de que por la prisa a uno de ellos se le había caído una libreta.

Me agaché y la recogí entre mis manos antes de echarle un vistazo a su contenido, claramente era una libreta de dibujos, había castillos y dragones, y esas cosas míticas dibujadas solo con lápiz.

—Interesante —dije más para mí misma.

—Sí, están lindos —afirmo Lisa mirando la libreta por encima de mi hombro.

Al parecer el destino se ha puesto de mi parte el día de hoy, perfecto.

Saque el celular de mi bolso y le tomé una foto a los dibujos. Subí la imagen a mis redes sociales con un mensaje debajo. La cosa más interesante que he visto hoy.

Ahora solo tenía que esperar a que me contestara la historia, y listo, el plan daba inicio.

Haide sostuvo la puerta del baño abierta, mientras entraba junto a Lisa que hablaba de no sé qué cosa.

—Entre los tres raritos esos ¿Cuál está mejor? —pregunto Haide soltando la puerta al entrar.

—Fácil, Karsten —comentó Lisa acercándose al tocador—. Aunque el moreno no está nada mal para ti Haide —le guiño un ojo.

—¡Agh! ¡No! Sabes que lo mío son los deportistas o los universitarios —exclamó de inmediato— ¿Tú, Sash? ¿Cuál de los tres te cogerías?

—¡Qué tosca! Aunque opino lo mismo que Lis, Karsten —le di la razón.

—El de lentes tampoco estaba tan mal, eh —nos dijo antes de repasar su labial frente al espejo, el cual se salió de sus labios y le termino manchando más de lo debido. Lisa y yo solo empezamos a reír por su torpeza.

—Aunque siendo del todo sincera, Karsten parece ser un buen partido ¿Qué opinan ustedes? —les pregunte y ambas respondieron con un cabeceo.

—Soy yo ¿O estás interesada en ese chico Sash? —preguntó Lis arrugando la nariz en mi dirección.

—Si es así, pobre nene, va a tener que hacer un gran esfuerzo por seguirte el paso, pequeña fiera —dijo Haide con una risilla.

—A lo mejor —dije pensativa—, hace mucho que no salgo con nadie, y es que ninguno de los que vienen tras mío me llaman la atención, pero este chico, se me hace... curioso.



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En el texto hay: romace, novelajuvenil, cliche

Editado: 18.03.2022

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