Pensé que sería Feliz

Capítulo 5.

Un beso inesperado.

El pobre chico yacía en el piso de concreto, desconcertado. Intento ponerse de pie, pero antes de que lo lograra, Elián se acercó y lo levanto jalándole del brazo, sin un poco de delicadeza.

—¡Ey! ¿Qué te pasa? —lo enfrento el chico de la patineta cuando vio la cara furiosa de Elián.

—¿Qué, que me pasa? —Soltó con ironía—. Has roto la pantalla de mi celular, idiota.

El chico lo miro extrañado sin entender nada, Elián recogió su celular, el cual estaba tirado en el piso y se lo puso, literalmente, enfrente de la cara.

—Ah —murmuro el chico al ver el aparato quebrado—. Cámbiale la pantalla y ya —se encogió de hombros.

—Ja —bufo indignado— ¿Están escuchando al muy descarado? Que cambie la pantalla y ya está, dice.

—Elián —advirtió Lisa, teniendo muy en claro lo que se avecinaba.

—Que seas demasiado tonto como para no darte cuenta de que solo necesita un pequeño cambio, pues, ya no es mi problema —le respondió el chico, acomodándose el gorro en su cabeza, como si nada más le importara.

—Ok pequeño genio ¿Y quién va a pagar la factura? —con una mueca de fastidio Elián se acercó hasta él y lo empujo de forma suave pero provocativa. A lo que el chico solo respondió con una respiración profunda.

—Tengo entendido que tu familia es una de las más acaudaladas de la localidad, no creo que sea un problema para ti —palmeo su hombro de lo más tranquilo e intento alejarse.

Obviamente Elián no lo permitió, lo tomo por el codo y lo regreso de vuelta a su lugar. El chico cansado de su actitud matonesca, lo empujo con fuerza haciéndolo retroceder unos cuantos pasos. Elián al darse cuenta de que el chico había caído en su jueguito de provocación, aprovecho para encestarle un golpe justo en el centro del estómago. Un golpe bastante suave para los que él suele dar, pero que igual logro cumplir su objetivo, poner más bravo al chico frente a él.

—Elián deja de creerte un matoncito y regresa aquí —volvió a gritar Lisa desesperada, lanzando miradas de ayuda por todos lados.

—Amor, tranquila, no le pasará nada, sabe defenderse —le tranquilizo su novio a su lado.

—No, tú no viste como quedo después de la última pelea que tuvo, así que no hables —lo señalo furiosa.

—Lisa —la llamé—. Elián sabe cuidarse, no pasará nada.

—¡Nadie entiende! —murmuró exasperada, acercándose a ellos y tratando de apaciguar la situación—. La pelea no los hará llegar a ning...

Fue en medio de su intento de poner paz, que el primer golpe en serio se dio. Lisa soltó un gritito, escandalizada, lo que hizo que más personas voltearan, de repente éramos el centro de atención de todo el comedor. El bullicio de los alumnos, alentando o abucheando a las personas enfrentadas, causo que personas que no estaban dentro de la cafetería, entraran para poder ver lo que sucedía.

Llego el segundo golpe de parte del chico de la patineta y los vítores resonaron con más fuerza.

—Apuesto 10 libras por tu amigo —dijo Karsten mostrándome el billete naranja, al instante le tiré un manotazo en el hombro y él me miro con cara triste—. Bueno si no querías apostar, pudiste decirlo, no me pegues —se hizo el ofendido.

Estaba por contestarle cuando la voz del director resonó por toda la cafetería.

—Deténganse ahora mismo —grito enfurecido.

Elián y el chico se detuvieron de inmediato y se pararon uno junto al otro mirando al director con una sonrisita inocente.

—¿Qué significa esto? —pregunto con los brazos cruzados y una ceja enarcada.

—¿Esto qué? —pregunto Elián haciéndose el desentendido.

—La pelea que estaban armando —los señalo a ambos—. Alumno Wayne, no me obligue a llamar a sus padres otra vez, está advertido, no pienso pasarle ninguna falta más.

—Pero señor director —se excusó—. No estábamos haciendo nada malo.

—¿¡Como que nada malo?! —se enfureció.

—No es nada malo, a menos que usted sea un... —lo miro detenidamente y se hizo el sorprendido—, ho-homo-homofóbico...

¡Ay no! Elián ya estaba tramando otra de sus actuaciones para los Oscar's.

—¿Homofóbico? —pregunto desconcertado el director.

—Sí, homofóbico, nosotros no estábamos peleando, solo teníamos una discusión de pareja —afirmo Elián agarrándole la mano al otro chico, que puso mala cara pero casi de inmediato le siguió la corriente.

—Era una pequeña peleíta de pareja, pero ya lo solucionamos ¿Verdad, amor? —preguntó el chico mirando a Elián significativamente, este solo pudo forzar una sonrisa y asentir.

—Eh, yo, ustedes... —trato de decir el director, sin saber muy bien qué.

—¿Acaso usted nos va a castigar por amarnos? —Elián se hizo el indignado— ¿Cómo es posible una cosa así? El amor es la cosa más bella del mundo y no deberían juzgarnos solo por...

El director lo interrumpió sobándose las sienes—. Yo los voy a castigar por la pelea no por su amor o lo que sea —murmuro sin saber qué hacer.

—Ay amor ¿Estás escuchando lo que nos ha dicho? ¡Es un homofóbico! —el chico con el que había peleado Elián se lanzó sobre él, haciendo una escena dramática. Elián lo sostuvo en sus brazos un momento, imitando una consolación.

—No, yo no quise decir eso —se corrigió al instante, negando repetidamente.

—¡Usted es un homofóbico, como es posible que castigue a dos personas que se aman! —Apoye yo enfrentándolo y aguantándome la risa, de paso—. Haré una denuncia pública para que todos se enteren del trato que nos dan en este instituto —tome mi celular entre las manos y de inmediato el director se acercó a mí.

—Por favor señorita Gardener, no haga nada que pueda dañar la decencia de la institución—suplico por lo bajo.

—Bueno... —teclee un poco en el teléfono con la intención de causarle miedo, cosa que logre—. Eso lo debió pensar antes.



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En el texto hay: romace, novelajuvenil, cliche

Editado: 18.03.2022

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