Pensé que sería Feliz

Capítulo 8.

Victimas de una fan chismosa

 

Esto fue lo que realmente paso.

Al parecer Sebastián en estos últimos días se había vuelto muy cercano a Melissa, tanto así que Haide hace un par de días los había encontrado en la habitación de su prima besándose muy apasionadamente. Por obvias razones ella les había dado una gritada a ambos, que había finalizado con una súplica por parte de Sebastián para que no dijera nada al respecto, con la excusa de que él mismo se lo contaría después de la fiesta de bienvenida, cosa que no hizo; porque fue Elián el que termino informándoselo.

Pasa que ayer antes de baile, Elián había encontrado a esos dos besándose en un restaurante sin pudor alguno, a diferencia de Haide, nuestro querido amigo, no había podido contener su lengua suelta y se lo había soltado de la nada en medio de la fiesta. Por razones más que claras, Lisa al enterarse de esto fue a pedirle explicaciones a ambos, que ni siquiera lo negaron, y bueno, el resto de la historia ya lo saben.

Acerca de Lisa y Elián realmente no había pasado nada, solo que Elián en su intento de consolarla se había quedado dormido al pie de su cama, sin embargo, no ocurrió nada más.

—Te juro que quería contarte, pero pensé que sería mejor que él te lo dijera —Haide intento sentarse a su lado haciéndole un mohín—. Nada más quiero que estés bien.

Lisa la miro un momento y asintió, antes de perdonarla con un gran abrazo.

—No te pongas triste nena, ya estoy planeando una tremenda fiesta de solteros para nosotros —le aseguro Elián tomando su celular en las manos y mostrándole la foto de la nueva discoteca que habían abierto, se ubicaba a un par de minutos fuera del centro.

—Bueno, nosotros menos Sash, ya sabes ahora es ella la comprometida —mencionó la rubia con una risita, intentando evadir las lágrimas que otra vez se acumulaban en sus ojos—. Además... creo que yo tampoco podre ir.

—¿Por qué? Si esta fiesta es en tu honor —Haide le tiro un codazo juguetón intentando ponerla de buen humor.

—Yo... yo no estoy soltera, Haide.

—Pero no falta nada para que al fin lo estés.

Lisa volvió a negar con la cabeza y seco algunas lágrimas que amenazaban con salir—. Voy a seguir mi relación con Sebas.

—¿Qué? —exclamó la morena mirándola con los ojos muy abiertos.

—Definitivamente, te volviste loca —murmuré yo.

—¿Cómo vas a hacer una cosa así, Lis? —bramó Elián poniéndose de pie y haciendo que ella levantara la quijada.

—Yo lo amo, Elián. Tú no lo entiendes, jamás de te has enamorado de alguien, nunca has tenido esa necesidad de permanecer a su lado. Cuando pienso en el futuro únicamente puedo verlo a él, nos veo casados, con un hijo, siendo felices. No puedo tirar todo solo por un pequeño error —le contestó, y casi de inmediato Elián volteo a observarme, me encogí en mi asiento porque sabía a qué venía esa mirada, volvió su vista a Lis y le acaricio el cabello.

—Todo va a mejorar, pero no puedes volver con él, es un imbécil, te ha engañado con alguien quien antiguamente había sido tu amiga...

—Melissa dejo de ser mi amiga muchísimo antes que pasara todo esto, lo sabéis.

—Lis, Sebastián se portó muy mal, no puedes perdonarlo sin más.

—¡Está arrepentido! ¿Acaso no viste como se tiró al piso por mí? Él me ama, no tengo dudas de eso, y sé que se arrepiente. Lo voy a perdonar, no hay vuelta atrás.

Haide que se mantenía callada, de milagro, solo rodeo los ojos, inconforme con su decisión, y la abrazo otra vez.

Elián se puso de pie de repente, camino hasta la puerta y se fue sin decir alguna palabra más.

—Se ha enojado, ¿verdad? —preguntó temerosa.

—Sabes cómo es Lis, Elián no soporta vernos sufrir, por eso se ha puesto así, seguro se le pasa dentro de unos días.

—Ustedes no están enojadas conmigo ¿no?

—No, pero tampoco estamos felices, aunque sea tu decisión —le respondió Haide.

Lisa se quedó un poco más tranquila con esa respuesta, y no volvió a mencionar nada más.

Su mamá volvió de su turno del hospital a media tarde, por lo que se quedó con ella por lo que quedaba del día. Me agradaba su mamá, realmente era alguien comprensiva, la apoyaba en casi todo, la cuidaba, la consolaba, era como una mejor amiga permanente.

Me gustaría saber que se siente eso.

Regrese a mi casa cuando ya estaba atardeciendo, tenía planeado terminar de hacer unas tareas, grabar un par de cosas para subir al día siguiente, y luego dormir profundamente, pero no contaba con que mis padres me estuvieran esperando en el salón cuando llegase.

—Hasta que al fin apareces —murmuró mi madre acomodando su pelo frente al espejo. Estaba vestida con un vestido pegado color azul marino, iba tan elegante que supe al instante que iría a una comida de esas a las que siempre invitaban a papá. Mi madre siempre había sido así de bonita y esbelta, su pelo rubio y sus ojos verdes la hacían ver más joven de lo que realmente era; yo sabía de quién había heredado esa belleza, era demasiado evidente, aunque me hubiera gustado tener más cosas de ella, además de su aspecto físico.

—Yo también estoy feliz de verte, mamá —manifesté caminando escalera arriba, sin embargo, antes de que pudiera subir el tercer escalón, mi padre apareció en la parte superior peleándose con una corbata del mismo color del vestido de mi mamá, entre sus manos.

—Jess, creo que esto se ha malogrado —murmuró sin levantar la mirada.

Mamá se dio la vuelta y lo miro—. Dile a tu hija que te lo ponga —hizo un gesto con la mano y me dejo el trabajo a mí.

—¿Ya llegó? —Pregunto buscándome con la mirada—. Ah, hasta que al fin apareces.

—Yo también estoy feliz de verte, papá —dije entre dientes, subiendo todas las escaleras hasta quedar un escalón más abajo, y empezar a atar el nudo.

—Ve a cambiarte que salimos en 40 minutos —me aviso mirando al frente, con la espalda totalmente erguida.



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En el texto hay: romace, novelajuvenil, cliche

Editado: 18.03.2022

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