Penumbra

Capítulo 2: Entre sueños

Ha transcurrido una semana desde que nos mudamos a esta casa, y es el mismo tiempo en que no he podido dormir bien.

— ¿Estás segura de que no te duele alguna parte? —pregunta Dorothy con rostro de preocupación.

—No me duele, lo prometo estoy bien.

Afirmo con una pequeña sonrisa como si con eso pudiera ocultar las ojeras que ahora decoran mi rostro.  

—No sé, te veo algo demacrada —duda.

—Debe ser que aún no me adapto a esa ciudad, hay demasiado aire limpio y mis pulmones no se acostumbran. —Ella sonríe.

—Sí, es difícil cambiar a un lugar en el que no conocemos a nadie... y además no has salido de esta casa, que tal si vamos a la ciudad y visitamos a papá en su trabajo.

Es la peor propuesta que he podido escuchar, pero no se lo digo.

—Tal vez otro día, prefiero caminar por aquí cerca. —Miro a través de la ventana de la cocina la cual tiene como imagen de fondo al frondoso bosque.

Mis ojos casi ni parpadean al mirar hacia ese lugar. Desde que llegamos creo que puedo escuchar que me llaman desde ahí. Al principio pensé que había sido un tonto sueño, pero es tan recurrente que no sé si en verdad hay personas que vivan en ese bosque y estén en peligro. Sus gritos pidiendo auxilio pueden ser aterradores, pero está claro que soy la única que puede escucharlos y que sólo sucede en la noche mientras duermo, o mejor dicho, mientras intento dormir.

—Alana, Alana, Alana.

La voz insistente de Dorothy me saca de mis pensamientos.

— ¿Qué me estabas diciendo? —indago y ella frunce los labios.

—Te quedaste en las nubes... dime la verdad cariño ¿hay algo que te esté preocupando y no nos quieras decir?

No me gusta el tono que utiliza.

—Estoy bien, no tengo preocupaciones, deja de preguntar ¡estoy bien! —respondo en un tono más alto del que pretendía, incluso me levanto del taburete con brusquedad provocando que éste caiga al suelo.

¿Qué me está pasando?

—Está bien, discúlpame, no te preguntaré más sobre eso —responde mi madrastra con rostro afligido, jamás le había levantado la voz, pero no puedo decirle lo que me sucede, porque ni yo misma lo sé.

Mis labios se mueven solos intentando articular alguna palabra coherente, pero nada sale de ellos, así que simplemente hago lo único que mi cuerpo puede en este momento, salir de la casa y caminar.

Me alejo poco a poco y revuelvo mi cabello largo que cae un poco ondulado sobre mi espalda. Estoy empezando a enloquecer, creo que esa es la única explicación posible y es algo que no deseo admitir.

—Ayuda, Alana ayúdanos.

Detengo mis pasos y giró mi cuerpo hacia el bosque, no me había dado cuenta que me había acercado tanto a éste. Con sólo un paso más puedo adentrarme entre los árboles. Sin embargo, eso no es lo que me preocupa, sino que acabo de escuchar las voces de súplica diciendo mi nombre y no estoy soñando. Estoy segura que estoy despierta, ¿verdad? No puedo resistir el impulso de pellizcarme en un brazo.

—Auch... duele, entonces no estoy soñando... pero, por qué...

Los vellos de mis brazos y mi nuca se erizan. Una sensación extraña y atemorizante recorre mi cuerpo obligándome a dar un paso hacia atrás. Decido alejarme, miró mi casa a lo lejos y empiezo a caminar más rápido, aunque no puedo evitar el mirar hacia atrás de forma constante, siento como si alguien estuviera tras mis pasos, pero no veo nada en absoluto. Mi corazón se acelera aunque no comprendo la razón.

Ingreso a la casa y doy un portazo a la puerta sin pretenderlo.

— ¡Alana!

La voz de mi padre me hace girar en dirección a la sala, la cual ya está debidamente organizada. Su rostro revela contrariedad.

— ¿Estás bi...

La pregunta de Dorothy queda sin finalizar, incluso tapa sus labios y se apresura a escabullirse en la cocina.

—Alana ¿qué es lo que te está sucediendo para que le faltes el respeto a Dorothy y entres azotando la puerta?

Está enojado. No suelo verlo así, pero tampoco suelo ser grosera.

—Lo siento.

Es lo único que puedo decir y me duele que así sea.

—Entiendo que mudarnos a 5.486 kilómetros de distancia no te agrade, pero fue una decisión pensada en el bienestar de ustedes dos, porque éste es un buen lugar para vivir, lejos de tantas cosas malas que suceden en la ciudad.

—Lo sé papá, de verdad lo entiendo, no tengo problema con eso.

—Entonces ¿porque estás tan rara desde que llegamos aquí? Tú no eres así, menos de gritarle a alguien como Dorothy quien siempre ha sido buena contigo y lo sabes. Jamás te he obligado a que le digas mamá o que la veas como el reemplazo de tu madre Kim, pero sí exijo que nos digas qué es lo que te sucede.

—Lo siento, de verdad lo siento y sé que se preocupan por mí, es sólo que..., es que no he podido dormir bien desde que llegamos aquí.

Me rindo, pero decido contarle algo parcial de lo que me sucede, en especial, porque es lo único que sé.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.