Me desperté y como de costumbre unas imágenes pasaron por mi mente. Siempre de tener sueño recordaba a mis padres; mi madre se llamaba Elizabeth Welch, con una sonrisa y cabello corto en marrón oscuro al igual que sus ojos con una miranda que reflejaba tanta confianza y amor que debía reprimirme para no llorar; y mi padre, se llamaba Allan Worton, con ojos y cabello de un tono avellana y su típica expresión de satisfacción y una leve sonrisa en sus labios finos. Me repetí siempre que los amaría y que trataría de no olvidarlos por mucho que pasara el tiempo.
Me hice un bollo en la cama y abrasé la almohada con fuerza.
-Ya pasaron 15 años...- Recordé, lamentando no tenerlos cerca.
Me irritaba a veces el pensar que, aunque pasara tanto desde el accidente de mis padres aun contara con el tiempo que pasara sin ellos.
Habían muerto en un accidente automovilístico cuando tenía 3 años, lo que me irrita pensar que solo recuerde sus rostros de una foto y no de los momentos que allá pasado con ellos. Pero era imposible retener memorias de los 3 años. No tengo recuerdos de momentos previos, ni como eran sus voces, ni siquiera como era el sentirme abrazada por ellos. Pero si sus nombres y sus rostros, claro, y que seguramente me querían.
Después del accidente me fui a vivir con mi tío y su familia. Era el Hermano de mi madre y los únicos familiares. Mi tío Bill Welch y mi tia Callie, que murió hace 4 años atrás, con sus dos hijos, Logan dos años mayor y Cameron de mí misma edad, me dieron un hogar y me cuidaron como si fuera una hija y una hermana.
-Elizabeth! - Me grito.
-Qué? - Respondí.
-Llegaras tarde. - Dijo desde la puerta entre abierta de mi habitación. -Otra vez.- Cerrando la puerta.
-No! - Habiendo aclarado mi mente para saber a lo que llegaría tarde.
Me saque los cobertores de encima para buscar rápido mi celular. Cuando lo encontré, me fijé en la hora, eran las 7: 23 am y entraba a la escuela a las 7: 30 am.
-Mierda! - Maldije disparando de mi habitación al baño.
Me cepille los dientes, me lave la cara y me desenrede un poco el cabello, aunque no figurara mucha diferencia. Mi cabello era largo y ondulado, color castaño rojizo, me caía hasta los codos, me puse rímel y me maquillé un poco para disimular la palidez. Al terminar me fui a vestir, tomé mi mochila y salí corriendo sin siquiera haber desayunado.
La Secundaria Grimme no quedaba tan lejos, a menos que fuera mucha caminar tres cuadras, pero no disminuí mi velocidad. Era mi último año de secundaria y a mitad de año no me apetecía llegar tarde por milésima vez. Aun dicho esto, al llegar no había nadie en los pasillos, con el intento de ver la hora en mi celular rebuscaba en mi mochila fui tomando las escaleras hacia el segundo piso cuando me choco con algo. O mejor dicho... con alguien que no fui capaz de sujetarme de nada cayendo de espaldas golpeando mi cabeza.
Oí una vos masculina que no pude reconocer, me sentí muy mareada para podes concentrarme, luego mis ojos se sentían muy pesados y me dejé caer en el sueño.
Un sueño, pero diferente, aunque no había tenido ningún otro en el que me encuentro con él, el hombre de la sombra. En este, era yo misma, tal cual había salido de casa en el que estaba flotando. Veía borroso, pestañando un par de veces sin lograr mejorar mi vista. Pero si mover un poco el cuello para ver un rostro que me miraba, o eso podía percibir.
-Estas bien? - Su vos era dulce, seductora susurrándome al oído, pensando si llegarían a ser la misma vos, pero no. Sus tonalidades eran diferentes, percibiendo mi inseguridad. Aun si aseveraba. -Tranquila, estarás bien. -
-Qui... quién eres? - Tartamudee, gimiendo al dolor punzante en mi cabeza. Siendo llevada en brazos, y no flotando.
-Me llamo Gabriel. -
Conforme nos habíamos quedado viéndonos, repentinamente mi corazón comenzó a latir con rapidez, consiente de su cercanía, su aroma, una mezcla de dentífrico de menta y una colonia casi imperceptible. Confirmando lo que ya no sería un sueño más.
-Gabriel...- Repetí con otro dolor agudo, creyendo no oír mal.
Cuando fue que mi fuerza, para mantenerme despierta disminuía solo deje irme. Cerrando mis ojos y dormir.
Me desperté con el tic tac del reloj de pared de la sala de profesores, tumbada en el sofá junto a la Sra. Cladis, profesora de Biología y enfermera graduada. Todos sabían de sus estudios en enfermería y profesorado, pero bien prefería la enseñanza. Sosteniendo un trapo frio y húmedo en mi frente, calmando el mareo y despabilando mi mente, ligeramente, revuelta.
-Que me paso... y como llegue...? - Dirigiéndome a mí, deje la pregunta al aire.
-Chocaste con un alumno en las escaleras y te has golpeado la cabeza. - Mirando mi reacción, suponiendo alguna clase de hematoma craneal, supongo, fui dando el orden a mis ideas con su declaración. Al tiempo que realizaba múltiples preguntas sobre desorientación, náuseas, visión borrosa entre otras, para luego de responder tardar unos segundos y seguir con una sonrisa. -Te trajo en brazos... toda una princesa en brazos de su príncipe. -
-Tiene que ser un sueño. - Sintiendo que realmente lo fuera, a sufrir la vergüenza de haber cruzado la escuelo según como la profesora me lo plasmaba con series imágenes servicio gratuito de imaginación altamente fantasía peligrosa.
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Editado: 09.11.2018