Había llegado bien a clases, trate de seguir con la rutina de mi vida sin pensar en Drenth.
-Hola. – Me saluda Gabriel, algo serio y parecía muy cansado.
-Hola. – Le devuelvo.
-Pareces distraída. –Siento sus miradas de reojo, pero no hago caso de ello.
-Solo falta de sueño. –Lo miro por un segundo. – Al parecer tampoco dormiste mucho. –
-Te preocupo? - Se encorvo para estar a mi altura y ver mi rostro. No encontraría nada por mi parte.
-Ni sueñes. – Volvía a ser el chico presumido, con la simpatía encendida en su rostro.
Nos enfocamos en nuestros deberes durante todas las clases, cruzando una que otra palabra para ayudarnos en las tareas. Y en todo momento sentía las miradas de mis compañeros y alumnos de otros cursos, como en el aula y el pasillo, pero lo que me causaba más rareza era que la mayoría de las miradas eran de las chicas. Cuando recordé la escena poco ortodoxa con que manejo Gabriel su problema de plagas, sin duda está siendo mal vista con los celos y rencor de un par de ellas.
-Elizabeth, puedes llevar los libros a la biblioteca? – Su tono me hizo volver a al presente.
Debió haber notado que no estaba presente mentalmente en la clase, cuando fui a tomar una de las dos filas de libros sobre el escritorio de su escritorio, Gabriel ya estaba a mi lado tomando la segunda pila.
-Puedo ayudarla? – “No iba a esperar una negativa”, pensé. – Es mucho peso para que lo cargue sola. -
- Bueno, vallan. –
***
Mientras yo ordenaba los libros en él estate, Gabriel tuvo que ayudar a la bibliotecaria en la sala de computación, cuando escuche un ruido detrás mío, pero en cuanto quise girarme para ver que había sido, ya tenía a alguien jalando de mi cintura con una mano en mi cabeza obligándome a agacharme. De alguna forma estaba siendo oprimida, caímos al suelo de un golpe seco. En el transcurso, el estante que tenía detrás y en el que estaba colocando los de biología se desmoronaron y con ello, fueron cayendo todos en estampida.
Me aparte un poco y ver a Gabriel. No entendía, como él había llegado sin darme cuenta y alejarme antes de que todo se estropeara. Ni siquiera había notado que pudiera haber o escuchado a alguien caminando cerca.
-Estas bien? - Nos preguntamos al mismo tiempo. El asintió con un suspiro, aunque no le dio mucha importancia, me soltó poco a poco mientras inspeccionaba el resto de los libreros que se habían salvado. – Debería ser yo quien te pregunte. – Se puso en pie y me ayudo a hacer lo mismo.
-Por dios!... Chicos, ¿están bien? – La bibliotecaria apareció algo agitada, parecía haber tomado carrera. – Me sorprendió que hallas desaparecido tan de repente, ¡¿Qué paso aquí?!-
-Estamos bien, gracias. – Respondimos a la vez, estábamos en la misma página.
¿Acaso no estaba preocupada por sus “queridos” estudiantes?
-Al parecer, su estante no resistió el peso de los libros. – Le informo Gabriel.
-Eso parece…- Dijo, lamentándose por los libros esparcidos.
El resto de la tarde, estuvimos ayudando a reordenar y distribuir entre los demás estantes los libros, revistas y diarios viejos, para luego ir a nuestros casilleros. El pasillo estaba despejado y el casillero estaba a tres más del mío, suponía que me escucharía.
-Em… Gabriel… gracias… por salvarme. –
-No fue nada. –
-Cómo te diste cuenta de que caería todo? –
-Solo me di cuenta a tiempo. –
Lo observe por un minuto, pareciendo pensativo y monótono al contestar, escogiendo las palabras adecuadas.
-Ni siquiera estabas cerca…-
-Estaba detrás de ti. - Me atajo. – Estabas muy concentrada con los libros. –
-Pero la bibliotecaria dijo…- No pude seguir, cerro su casillero de un portazo y me miro como fastidiado.
-Lo que importa es que no pasó nada, ¿no? -
-Sí, supongo. –
-Ya me lo agraces iste ahora olvídalo, ¿de acuerdo? -
No espero a que diera algo más, solo tomo su mochila del suelo y se fue.
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Editado: 09.11.2018