Ya había pasado una semana. Había pasado más que el tiempo necesario para acostumbrarme a Drenth y Gabriel; a sus miradas, sus presencias y a los mínimos momentos en que nos rosábamos al estar juntos y lo rápido en que se alejaban de mi cuando sucedía. Me enojaba mucho, lo hacían como si tuviera algún tipo de virus, pero decidí tratar de no darle importancia y disimular que ellos no provocaban absolutamente nada en mí. Pero, la verdad, era que los dos despertaban sentimientos intensos de nervios, inquietud y de una atracción ajeno a lo pasional, de momento.
Todo mi cuerpo y mi mente eran un caos cuando pensaba en ellos, quería saber, y el porqué de ello era un misterio hasta para mí misma. Aun que, si era claro que su mera existencia, no encajaba en lo que a su alrededor se refería.
Me estaba terminando de abrochar los botones del chaleco, cuando Beth me hizo que saliera de mis pensamientos cerrando mi casillero, en su mirada divertida corría una idea que pudiera querer de mí.
-Hey, Eli ¿Qué harás el sábado? - me pregunto.
-Mmm… No tengo nada planeado, ¿por qué? -
-Beth tiene entradas para un concierto de grupos de rock. - Dijo Lía.
-Es un concurso para bandos de rock locales, será divertido. -
La expresión de Lía me decía que no le importaba mucho, pero iría seguro con tal tener la mente en otro lado.
-Lía dio que sí y ¿tu? -Cuando Beth noto mi expresión de pensativa puso ese rostro de perro degollado, esperando un si con impaciencia. - y luego podemos ir a comer algo. -
-Bueno, dale…-
-Bien, ese es el entusiasmo. - Nos dijo Beth saltando de alegría, revoloteando su bandeja.
***
Fuimos a comer a un restaurante y luego al concierto, cuando termino era ya las cinco de la mañana.
- ¡Que buena noche, el pase genial, chicas! ¿Y ustedes?
-Fue genial, eran muy buenos. - Afirmo Lía.
Ciertamente si, pese al momento en que llagamos se escucharon un tanto desorganizados entre los miembros del grupo y los que perecían al lugar.
-Sí, ¿verdad? -
-Tocaban muy bien. - Para mi sorpresa. No había tenido tantas esperanzas que fueran de mi agrado las canciones.
Las tres estábamos tan cansadas que Lía y Beth se quitaron los zapatos de tacón, yo me los deje puestos, no quería ensuciarme los pies y sentir el asfalto helado, aunque los tenía muy adoloridos.
-Eli, ¿quieres que tomemos un atajo? - Supuse que Lía se había cuenta que no podía caminar muy bien
- ¿Sabes de algún atajo a alguna parada de taxi? - Si seguía cambiando dudaba que pasado mañana pudiera ir a trabajar.
-Sí, tomemos por acá. - Dijo Beth.
Ella señalo un callejón oscuro y espero a si nos parecía bien a Lía y a mí, aunque tenía dudas sobre el camino ya estaba muy adolorida y si era más corto estará bien.
-No se preocupen, yo paso por aquí casi siempre, no pasa nada. - Nos aseguró.
-Está bien. - Dijo Lía compartiendo una mirada conmigo, si me parecía.
-Ok, vamos. -
Habíamos caminado casi dos cuadras yendo por callejones donde había poca luz, el lugar me ponía los nervios de punta y con todos mis sentidos en alerta, pendientes de todo, fue entonces cuando tuve un mal presentimiento. Escuchaba pasos de dos personas detrás nuestro, sabía que tenían cuidado en no hacerse notar por lo lento que caminaban, pero estaba segura de que nos seguían.
-Beth, vamos más rápido…-susurre muy bajo, para que solo ella me escuchara. - Nos siguen unos tipos.
- ¿En serio? - Pregunto Lía, su voz estaba teñida de miedo.
Me percate que ellas no se habían dado cuenta, ni siquiera los escucharon. Beth giro un poco la cabeza para mirar por detrás y su expresión cambio terriblemente. Fue cuando escuche que los dos tipos corrían hacia nosotras.
- ¡Corran! - Nos gritó Beth.
Sentía el dolor de mis pies y un miedo de preocupación. Era raro. No sentía miedo por lo que llegara a pasarme sino por lo que les pasaría a mis amigas si nos agarraran a todas.
Ellas corrían más rápido, pero yo estaba muy atrás, sentí mis piernas más y más pesadas. Lamente no quitarme los zapatos.
“Malditos zapatos!” Maldije al dolor que me causaba el correr y el no haberme puesto al más adecuado para una ocasión que ni en mis sueños creí que me llegaría a pasar.
De repente uno de ellos me tomo del brazo con fuerza y caí de rodillas, grité tan fuerte por el dolor que tosí al tomar aire tan rápido. Ellos me sujetaron de los brazos, no los distinguía por la noche y mis ojos llorosos, miraba sus siluetas y luego Beth y Lía que habían dejado de correr a lo lejos.
Estaban llorando, lo sabía, estaban lejos, pero las escuchaba sollozar. Quería que me ayudaran, quería gritarles que lo hiciera, pero una parte de mí no quería que las atraparan también. No quería que les hicieran daño.
Entonces mi cerebro reacciono tan deprisa cuando escuche que Beth dio un paso en mi dirección, respire hondo y une todo el valor que pode contener en mi para mirarlas:
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Editado: 09.11.2018