Penurias

Capítulo 12

A veces me pregunto si
Yo viviría igual sin ti
No sé si yo sabré olvidarte

Y en un instante puedo ver
Que tú eres cuanto yo soñé
Inolvidable para mi

Me pareció otra historia que
El tiempo se llevó con él
Tú no me dejes más, nunca me dejes

Y mientras más te añoro más
Profundo dentro de mí estás
Tú no me dejes más
Entérate que ya
Jamás te olvidaré

Inolvidable, Laura Pausini

68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f443346325a7151656d6b305871513d3d2d313235393839303133392e3137306332653764323562613031646233353431383633383034352e706e67

El sonido de los vehículos, las risas de los niños y las voces de los padres al llamar o reprender a sus hijos se tornaron más fuertes y claras, debido al silencio que se instaló entre ellos.

Franco estaba congelado en su lugar sin saber cómo romper el mutismo que se estaba tornando incómodo. Tenía un debate interno al querer huir y esconderse donde la vergüenza, el sentimiento de inferioridad y de mediocridad no lo fastidiara; pero al mismo tiempo deseaba quedarse allí, contemplando a su primer amor.

Él la recordaba como al ser más amable del mundo, con una sonrisa fascinante y hermosa, que le transmitía confianza y una alegría real; asimismo, tenía un carisma que la hacía sobresalir entre las demás niñas. Ahora esa chiquilla inocente y dulce se había convertido en una mujer sensual, con porte empoderado y mirada segura.

Esa era su Daniela, aunque había salido de su capullo y estuviera volando como la hermosa mariposa que siempre fue, pero que en el pasado fue tratada como a un gusano por sus compañeros. Mas él pudo ver su belleza y valía en aquel tiempo.

En el presente esta reflejaba por fuera el tesoro que se escondía en su bello ser. Lástima que él solo podía admirarla a distancia, debido a que no logró evolucionar como ella; por el contrario, fue en decadencia hasta que se convirtió en un inútil que no era capaz si quiera de darle una vida de calidad a su pequeña. Ese era su pensamiento y la razón por la que no podía articular más palabras de las que había dicho antes, también, de que los ojos se les nublaran debido a las lágrimas que anhelaban ser derramadas.

—Estoy aburrida, ustedes se han quedado con el pico cerrado y se miran de esa forma rara —se quejó Ashley—. Papi, ya vámonos que estoy cansada. —Ella empezó a jalarle la punta de la camiseta con impaciencia—. Gracias, profe —se dirigió a Daniela y le quitó el cuaderno de la mano, ya que esta se había quedado con este extendido.

—Oh, disculpa, Ashley —respondió esta, sonrojada de la vergüenza.

—Fue un placer volver a verte, Daniela —habló Franco al fin con voz temblorosa—. Ha pasado… ¿cuánto? ¿Siete años? —fingió no recordar, pero la verdad era que los tenía contados.

—Más o menos, creo —respondió un poco tímida—. Me ha encantado verte, de verdad. Sería lindo que nos reuniéramos luego... Ya sabes, para conversar un poco de nuestras vidas. Debemos ponernos al día. Además, me muero por saber cómo te va con tu deporte y si decidiste ir por tu sueño de ser chef, también. —Se rascó la cabeza por el nerviosismo. Quería encontrar las palabras correctas para decirle aquello sin que sonara como una imprudente o una lanzada.

Por su parte, Franco se tensó ante sus palabras. ¿Qué le diría acerca de su vida? Él solo era un fracasado que luchaba por sobrevivir y punto. Para él los sueños no existían y ya se había rendido a sus metas.

—Abandoné el atletismo —mintió—. En cuanto a ser chef, solo era un capricho de muchacho. —Fingió una sonrisa—. Ahora soy un hombre que labora para darle lo mejor a su hija. Llevo una vida ocupada por el trabajo, pero pensaré en lo que dices y trataré de sacar tiempo para que conversemos un día de estos.

—Oh... —Ella lo miró con el ceño fruncido y asintió con la cabeza. Según lo que recordaba acerca de él, la cocina era su pasión, sin embargo, no quería importunarlo con preguntas fuera de lugar—. Me imagino lo ocupado que debes estar y más porque tienes una familia.

»Pero también es bueno sacar tiempo para recrearse, podemos salir un domingo y tú traes a Ashley y a tu esposa. —Decir lo último fue difícil, porque, el simple hecho de imaginarlo con otra persona la quemaba por dentro, situación que le preocupó. ¿Por qué la realidad de que él haya hecho su vida con otra mujer tendría que afectarle a ella?

Aunque, si era sincera con ella misma, mantenía la esperanza de que este estuviera soltero. Cosa que dudaba, porque a pesar de que se veía que estaba pasando por una situación difícil, Franco era un hombre muy apuesto, por lo que sería raro que no tuviera una pareja.

—Sí, tengo muchas ocupaciones en estos días —respondió él mientras se rascaba la cabeza.

—Comprendo... —musitó con tristeza, puesto que él no negó el tener una esposa, sumándole la indiferencia en su tono al contestarle—. Fue lindo volver a verte, Franco.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.