Penurias

Capítulo 22

Today I stumbled from my bed

With thunder crashing in my head

My pillow still wet

From last night's tears

And as I think of giving up

A voice inside my coffee cup

Kept crying out 

Ringing in my ears

Don't cry, daddy

Daddy, please don't cry

Daddy, you've still got me and little Tommy

And together we'll find a brand new mommy

Daddy, daddy, please laugh again

Daddy, ride us on your back again

Oh, daddy, please, don't cry

Don't Cry Daddy, Elvis Presley

'***

 

Dos días después...

Daniela salió de la escuela y, a poca distancia de la salida, visualizó a Ashley con su nueva niñera. Se trataba de una joven de unos veintitantos; delgada, con cabello lacio y gestos coquetos.

Ashley y su niñera se devolvieron en dirección a Daniela, al escuchar sus llamados.

—¿Sí, profe? —preguntó la pequeña antes de que la joven lo hiciera.

—Es que me gustaría llevarlas a casa —dijo un poco nerviosa—. Tengo un regalo para Franco y me gustaría dárselo en persona.

La joven frente a ella agrandó los ojos por la sorpresa, puesto que no se esperaba que la maestra de Ashley tuviera esos detalles con el papá de una alumna.

Luego recordó lo atractivo que era él y la conmoción que provocaba entre las mujeres del barrio; quienes se la pasaban hablando de Franco, suspirando a distancia y buscando la manera de acercársele.

Pero en torno a él había muchos rumores, debido a que no era común que un hombre tan apuesto estuviera solo y viviendo en esas condiciones paupérrimas. Bien podía buscarse a una señora con dinero para que lo mantuviera, como solían hacer algunos hombres de su vecindario.

—¿Le quiere dar un regalo a Franco? —cuestionó con recelo mientras la miraba de arriba a abajo.

—Sí —respondió cortante, puesto que le pareció atrevido el tono que usó para cuestionarla, como si la estuviera juzgando o algo similar.

—No sé si a Franco le agrade que vaya a su casa sin su permiso —espetó ella maliciosa—. Además, él siempre llega de noche, así que no estará allá en muchas horas y no creo que usted vaya a esperar hasta que anochezca.

Daniela la miró de arriba a abajo con expresión fiera.

—Eso es algo que yo decidiré. Franco y yo somos amigos, así que no hay problema en que yo vaya a su casa a visitarlo.

—¿Son amigos? Pero nunca la he visto en el barrio. ¿Acaso sabe dónde queda?

—Lily, ya deja de molestar a la profe Dani —le reclamó Ashley—. Ella es la novia del futuro de mi papi, así que él se pondrá contento cuando la vea. —Ella agarró a Daniela de la mano y empezó a caminar—. Vamos profe, mi papi estará feliz de verla —dijo contenta, pero era porque no se tendría que ir caminando a casa.

Con un gruñido, la niñera las siguió e hizo una mueca disimulada, al ver que Ashley se subió en un santiamén en la camioneta lujosa.

«Vaya, así que Franco está buscando cómo salir de la miseria a costa de la profesora», pensó divertida.

Daniela encendió el vehículo y se puso en marcha, bajo la mirada curiosa de la niñera. Esta observaba el interior de la camioneta con fascinación y curiosidad, al tiempo en que se preguntaba cómo una maestra, con ese porte y vehículo, estaba enseñando en una escuela pública.

—No solo le traje un regalo a tu papi, a ti también —dijo Daniela de repente, ganando la mirada de asombro y felicidad de la niña.

—¿Dónde está, profe? —preguntó ella emocionada mientras daba brincos de alegría.

—Está guardado en el baúl junto a algunas compras que hice. —Le guiñó un ojo.

Ashley gritó de felicidad y celebró con hiperactividad, lo que para ella fue una gran noticia. Luego se pasó todo el camino preguntando si les faltaba mucho por llegar, asimismo, tratando de que Daniela le dijera qué le había comprado.
 

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Franco miraba a su jefe con tristeza y desesperación, maquinando qué más decirle para que no lo despidiera.

—Recoge tus cosas y vete, Franco. Evítanos problemas, por favor —le pidió acongojado.

—No puedo perder el único sustento que tengo. Yo he hecho todo lo que se me ha pedido al pie de la letra; de igual manera, trabajo más que los mismos empleados que tienen un sueldo y nunca le he faltado el respeto a nadie. Por favor, ayúdame, de verdad necesito seguir viniendo —imploró con lágrimas en los ojos.




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