Penurias

Capítulo 38

And if this is what it takes
Then let me be the one to bear the pain
Ooh, if this is what it takes
I'll break down these walls that are in our way
If this is what it takes

This is What it takes, de Shawn Mendez

68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f6c30543974306850705a317370773d3d2d313330373338323136322e313733626537613434393966366262343439313835303733363434342e706e67

Franco bebió un poco de vino y respiró profundo, puesto que se sentía acorralado con la mirada de todos ellos puesta en él.

—Franco trabaja en el mismo colegio que yo —respondió Daniela en su lugar.

—¡No me digas que es maestro! —espetó Antuán con sorna. Su tono se escuchó de una manera tan venenosa, que pareció que se estuviera mofando de él.

Daniela lo miró con ganas de golpearlo, pero relajó el semblante para disimular su disgusto y no caer en su tonto juego.

—No es maestro —aclaró—. Franco está estudiando gastronomía. Él tuvo que parar sus estudios años atrás porque se enfrentó a una situación difícil, y fue hasta ahora que pudo retomarlos. Él es parte del personal de la escuela donde trabajo, mientras que, al mismo tiempo, termina su carrera y atiende a su hija.

—Ay, Daniela, de verdad cuida tu relación con él —intervino su madre—. Un hombre que trabaja, trata de superarse y no descuida a su criatura es valioso y difícil de encontrar.

»Yo quiero para ti un esposo con valores y que te ame. Yo los veo juntos y me parece que son una pareja de toda la vida. Franco, cariño, tienes mi bendición.

La señora María se levantó de la mesa y abrazó a Franco, quien pasó de sentirse inferior a sentirse reconfortado y comprendido. Luchó contra las lágrimas que se le acumularon en los ojos, puesto que le daba vergüenza que lo vieran llorar.

—Concuerdo con María —agregó el señor Mario—. Nosotros venimos de abajo y hemos luchado en familia para salir adelante. Daniela, tú eres mi bebé traviesa, pero también un pilar para esta familia.

»Te tocó madurar de manera precoz y pasar precariedades, aun así, nunca has dejado de luchar junto a nosotros. Me hace feliz saber que vas en serio con este muchacho y que ustedes tienen una visión del futuro.

—¡Papi! —chilló emocionada y sin poder ocultar sus lágrimas. Ella se le abalanzó encima a su padre, quien la recibió como si fuera una niña pequeña.

—Bueno, ya dejémonos de romanticismo y gocemos el último día del año —propuso María, quien de inmediato se puso a echar cuentos graciosos, cambiando el ambiente de tenso a alegre.

Después de cenar, cada cual sacó a su pareja a bailar, quedando Antuán solo mirando el panorama. Observaba a Daniela y a Franco con rabia, puesto que le molestaba verla tan feliz con él.

—Franco, ¿me acompañas al patio? —le susurró ella en el oído. Este asintió con la cabeza y la siguió.

—Hay muchos árboles aquí —comentó él, admirando el bello paisaje cubierto por las penumbras. Le encantaba la vista, donde la luna le regalaba un poco de luz al amplio territorio, junto a las pequeñas luces de colores y las lámparas que se sostenían sobre los postes elegantes y con estilo anticuado.

—Sí... Es un solar sembrado que mi padre ha dejado como área verde —respondió ella con una sonrisa.

—Tu familia tiene una buena solvencia económica. Creo que yo...

—Shhh... —Ella le puso el dedo índice sobre los labios para interrumpirlo—. No te atrevas a proferir palabras despectivas en tu contra. Te amo, Franco, y nada ni nadie podrá cambiar esa realidad. Siempre te he amado y, ahora que te encontré, no te dejaré ir a menos que tú así lo desees.

Franco suspiró y se le acercó mientras ocultaba una sonrisa de alivio. Todo el sentimiento de inferioridad, la duda y el temor, a no ser prioridad en la vida de Daniela, se esfumaron con tan solo unas palabras de su parte. Esta vez esperaba no equivocarse con ella, dado que le estaba entregando su corazón en bandeja de plata.

—No quiero ponerte en vergüenza, Ratona. Yo te amo demasiado como para atarte a una vida de miseria. Temo tanto no poder darte lo que te mereces.

—Pero ya me los estás dando. Yo solo quiero tu amor y tu compañía, Franco. Lo demás lo lograremos en pareja. ¿Recuerdas cuando estudiábamos juntos? ¿Cuáles fueron los resultados?

—Aprobé. —Él sonrió abiertamente.

—Exacto. Es que tú y yo hacemos un buen equipo, mi amor. Te amo tanto, Franco; como nunca he amado a nadie más. Tú y Ashley son mi hogar ahora y no me imagino una vida sin ustedes. Seamos felices, Franco, sin complejos ni temores. Solo nosotros tres, como lo que somos: una familia.

Un abrazo mezcló aroma y calor, mientras que las lágrimas en el rostro de él eran como bálsamo, que sanaba esas heridas que nunca cicatrizaron.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.