Penurias

Capítulo 41

 

She tells him "ooh love"

No one's ever gonna hurt you, love

I'm gonna give you all of my love

Nobody matters like you (stay up there, stay up there)

She tells him "your life ain't gonna be nothing like my life (straight)

You're gonna grow and have a good life

I'm gonna do what I've got to do" (stay up there, stay up there)

 

So, rockabye baby, rockabye

I'm gonna rock you

Rockabye baby, don't you cry

Somebody's got you

Rockabye baby, rockabye

I'm gonna rock you

Rockabye baby, don't you cry

Rockabye, no (Rockabye-rocka-rocka-rocka-bye) (oh)

Rockabye, yeah, yeah (Rockabye-rocka-rocka-rocka-bye)

Rockabye, de Clean Bandit

 

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Ashley retrocedió el paso asustada al verse acorralada por aquella extraña mujer.

—Ven conmigo, mi amor. Soy yo, tu madre.

Todo sucedió en cuestión de segundos. Erika trató de agarrarla, pero Ashley corrió despavorida lejos de la institución.

Es por esto que nadie lo notó, puesto que cada cual estaba atento a sus asuntos. Erika siguió a Ashley por toda la calle, pero uno de sus tacones se rompió, por lo que ella cayó de bruces al suelo.

—¡Auch! —gritó adolorida.

Se levantó como pudo y miró a su alrededor, pero no había rastro de la niña.

—¡Con un demonio! —estalló colérica—. ¿A dónde se fue la mocosa esa?

Erika continuó su búsqueda mientras cojeaba de un pie e ignoraba a las personas que se le quedaban viendo. En ese momento no había lugar para sentirse abochornada, puesto que era más importante encontrar a su hija.

—¡Ashley, cariño! —gritaba, al mismo tiempo en que recorría todo su alrededor con la mirada.

 

***

 

Daniela sintió que le daba un mareo al escuchar al personal de la institución, mientras que Franco empezó a temblar del desconcierto y la ira.

—¿Cómo es eso de que la niña no está en las instalaciones del instituto? —insistió Daniela con voz temblorosa y ojos cristalizados—. Solo me atrasé por cinco minutos y llamé media hora antes para indicarles que eso podría suceder.

—Señora, después de que las clases terminan los niños no son nuestra responsabilidad —respondió la recepcionista con tono tosco.

—Ah, ¿no? Pero en las reglas dice que se puede recoger a los niños hasta media hora después de la salida y que, si se tiene algún inconveniente, se debe llamar con tiempo. Yo solo me atrasé cinco minutos, debido al tráfico. —Daniela empezó a llorar.

Se sentía tan culpable. Si tan solo no hubiese hecho esa diligencia, ella no hubiese llegado tarde.

—Lo siento, pero esa es su responsabilidad, yo no estoy aquí para atender muchachos —le respondió la chica.

Franco la miró con ganas de estrangularla y se le puso en frente con expresión seria.

—Quiero hablar con su jefe —demandó con firmeza.

Con actitud despectiva, la chica hizo lo que él pidió, entonces el director del instituto fue hasta donde ellos estaban.

—¿Qué sucedió? —inquirió él con amabilidad.

Daniela le contó lo ocurrido y de cómo nadie le supo decir dónde estaba la niña, entonces la expresión del director se tornó pálida. Aquel hombre tuvo que aclararse la garganta varias veces antes de hablar.

—¿Cuál era la sesión? —interrogó él con nerviosismo.

Daniela le dio los datos de la clase y el nombre de la maestra de gimnasia, entonces el director tomó acción rápida para encontrar a la niña.

Mientras el personal buscaba en cada rincón y revisaba las cámaras de seguridad, Franco y Daniela salieron a la calle, donde empezaron a preguntar por la niña y a enseñar una foto de las que tenían en el celular.

—No entiendo nada —dijo Franco frustrado. Él se había detenido frente a un callejón que llevaba a otra cuadra, para retomar el aliento—. Ashley no es así. Ella es una niña juiciosa, así que estoy seguro de que ella esperaría en su lugar. Algo debió suceder para que mi niña se escapara. Es que, por más que lo pienso, no le encuentro la lógica.

Daniela no soportó la presión en el pecho y se puso a llorar. Sabía que debía ser fuerte por Franco, pero no podía retener más esa sensación asfixiante que la hacía sentir culpable de aquello.




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