Penurias

Capítulo 47

La luz del celular, acompañado con el sonido de notificación, despertó a Daniela, quien se incorporó en la cama y bostezó.

Por inercia, miró a la mesita de noche y agarró el celular. Después de otro bostezo y de frotarse los ojos con la mano que tenía libre, fue que notó que ese no era su móvil.

—¿Quién está texteando a Franco a esta hora? —se preguntó con una voz quejumbrosa. En la pantalla notó que se trataba de Érika, por lo que tuvo la tentación de leer el contenido del mensaje—. ¿Qué estoy pensando? —se reprendió a sí misma.

Daniela devolvió el celular a su lugar y se recostó en la cama, hecho esto, resopló molesta por la situación que se estaba dando con esa mujer.

Después del encuentro desastroso que Ashley tuvo con Érika, la ex de Franco empezó a buscarlo demasiado, al punto de que ya Daniela sospechaba que ella tenía una intención diferente a la que decía.

—Este es el colmo... —masculló molesta—. Ya pasa de la media noche, ¿por qué ella le está enviando mensajes a mi novio a esta hora? Esa mujer no respeta los límites.

Daniela miró por última vez el celular que yacía encima de la mesita y trató de volver a dormirse, pero conciliar el sueño de nuevo le costó bastante, gracias a la mortificación que aquel mensaje le causaba.

«¿Qué es tan importante para que esa mujer no se pueda esperar hasta mañana?», pensó intrigada, antes de quedarse dormida.

 

***

 

Aquel día era sábado, pero Franco tenía que ir a trabajar en la tarde. Daniela le había pedido que fueran a algún sitio después de que él saliera del restaurante, pero él le dijo que ya tenía un compromiso.

—Nos vemos en la noche, entonces —respondió ella con una sonrisa cargada de amor, mientras le abotonaba la camisa.

—Nos vemos, mi bella Ratona —respondió con voz suave, y le dio un beso casto en los labios, que estremeció a Daniela—. Por cierto, Érika vendrá a buscar a Ashley dentro de dos horas —le informó un poco tenso.

—No sé si la niña quiera irse con ella... —masculló Daniela, sorprendida de que Franco dejara salir a Ashley sola con esa mujer.

—Ya conversé con Ashley sobre eso... —La manera de responder le pareció evasiva.

—¿Y ella aceptó?

—Algo así... —Franco se relamió los labios—. Ashley aceptó salir con su madre si yo me les unía luego. Sabes que ella aún no se siente cómoda con Érika.

—Eso lo entiendo, y es la razón por la que te pregunté... Espera, ¿dijiste que irás con ellas?

El rostro de Franco palideció.

—Solo estaré por los alrededores para que Ashley se sienta en confianza —contestó con voz trémula.

Daniela inhaló y exhaló para no alterarse, luego miró a Franco con desaprobación.

—Déjame entender... —Ella se cruzó de brazos—. ¿Ese era el compromiso importante que tenías?

—Sí...

—Bien... ¿Y en qué momento pretendías decírmelo? Vas a salir a solas con tu ex y me lo ibas a ocultar.

—Espera, detente ahí —la interrumpió—. No le des esa connotación. Hoy saldré más temprano del trabajo e iré a acompañar a Érika y a Ashley al parque.

»No estaré a solas con Érika, por el contrario, trataré de darle privacidad con su hija. Por eso no te invité, porque ella y yo planeamos hacer que Ashley empiece a sentirse en confianza con su compañía.

Daniela lo miró escéptica.

—¿Por qué me lo ocultaste?

—No lo hice... —Él se mordió el labio inferior.

—No me trates como si yo fuera una estúpida, que me ofendes.

—Te lo estoy diciendo, bien pude no hacerlo e inventarme cualquier cosa —se excusó casi alterado—. Daniela, necesito que confíes en mí...

—Yo también necesito confiar en ti, Franco, pero no me estás ayudando. ¡Por Dios! —Ella se frotó el rostro y se sentó en la orilla de la cama—. Juro que no me molesta que Érika quiera recuperar a su hija, tampoco que ustedes hablen y hasta salgan con la niña. Lo que me molesta es que me lo ocultes y que yo me entere en el último momento.

»Ah, pero también me fastidia que ella te busque tanto y que te llame a horas imprudentes de la noche. ¿Qué es lo que hablan todo el tiempo? Porque no me creo ese cuento de que solo conversan acerca de Ashley.

—De lo que más hablamos es de nuestra hija, Ratona. También le doy algunos consejos de cómo acercarse a ella. Estoy de acuerdo contigo en cuanto a la hora imprudente, pero es que Érika está pasando por una situación difícil y necesita a alguien con quién hablar.

—Vaya... —La ira de Daniela incrementó al escuchar lo último—. No sabía que fueran tan confidenciales y amiguitos. ¿Acaso se te olvida lo que esa mujer es capaz de hacer? ¿Sabes qué pienso? Que ella utiliza a Ashley como excusa para acercarse a ti.

—¡No digas tonterías, Daniela! —profiere él hastiado—. Estoy cansado de estar tenso y estresado cuando requiero hacer algo que involucre a la madre de mi hija. No quiero omitirte nada, pero me asusta que terminemos peleando como lo estamos haciendo en este preciso momento.




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