Penurias

Capítulo 50

En forma de imágenes lacónicas que se le reflejaban en la mente, el pasado trajo a colación todos esos pequeños eventos que él pasó por alto en aquel entonces. La manera en que ella lo miraba, su trato dulce y la buena química que había surgido entre ellos.

Luego recordó aquel beso tímido que ella intentó darle y que él rechazó. Todo ¿por qué? Ni siquiera lo recordaba.

Pero se arrepentía, siempre lo hizo.

Sin embargo, tuvo la oportunidad de hacer todo diferente una vez más; no obstante, volvió a cometer el mismo error.

«Soy un imbécil», se acusó a sí mismo mientras corría en dirección a Daniela.

—Ratona, despierta... —Él la levantó entre sus brazos y la cargó, entonces se apresuró con ella encima en dirección a la camioneta, ya que era el vehículo que más cercano le quedaba.

Por su parte, Ashley recogió las llaves que yacían en el pavimento y se las entregó a Franco; quien, después de abrir la puerta del copiloto, colocó a Daniela con delicadeza y le puso el cinturón de seguridad.

Ashley se subió en el asiento trasero, entonces Franco encendió el vehículo y lo condujo en dirección al hospital.

Mientras conducía, llamó a la niñera que cuidaba a Ashley cuando ellos no podían, y le pidió que lo alcanzara al hospital.

—¿Qué sucedió con Daniela y Érika? —preguntó preocupado.

—Erika vino a molestar a Dani, papi. Le dijo cosas feas y luego me quería robar. Dani me defendió, pero Érika la murió, papi. —La niña empezó a llorar.

—No, mi amor, Daniela estará bien.

Él la miró por instinto en busca de alguna herida, pero ella no tenía nada. Ya en el hospital, él hizo los trámites para que la atendieran, mas tuvo que quedarse en la sala de espera hasta que llegara la niñera y se quedara con Ashley.

—¿Cómo está mi novia, enfermera? —abordó a una de las trabajadoras que estaba rondando, después de un largo rato sin respuestas.

—La paciente se despertó desde que la acostamos en la camilla, pero la tenemos bajo observación. Solo sufrió un desmayo y es completamente normal en su estado, si se estresa. Debe evitarle momentos tensos por el bien de ella y del bebé.

Franco se quedó estático en su lugar y miró a la mujer con expresión pálida.

—¿B-Bebé? —tartamudeó nervioso y en total desconcierto.

—Sí, su novia tiene doce semanas de embarazo. Le tomamos algunas muestras y en unos minutos la llevarán a hacerse una ecografía, para descartar cualquier complicación que la caída que tuvo haya podido causar.

—Daniela está embarazada... —masculló asombrado.

La enfermera lo miró confundida, puesto que esperaba que él supiera acerca del estado de su novia.

—Puede ir a verla, ella se ve mejor.

Franco asintió ido. Con pasos pesados y unos nervios agobiantes, él se dirigió hasta donde se encontraba Daniela.

Las manos, que agarraron el borde de la cortina que cubría el espacio donde se encontraba Daniela, temblaban debido a los nervios.

Fueron demasiadas emociones una tras otra, así que él estaba muy afectado.

—Ratona... —musitó apenado—. ¿Cómo estás? —Él se le acercó con timidez.

Deseaba sentarse a su lado, pero se sentía cohibido delante de ella, ya que se culpaba por todo lo que le había acontecido.

—Estoy bien... —respondió ida.

—Me acabo de enterar que seremos papás. Es una noticia muy hermosa.

Daniela no pudo evitar las lágrimas, así que Franco se le acercó más y le agarró la mano, pese a que se no sentía merecedor de su cercanía, tampoco de su amor.

—Iba a contártelo, pero ese mismo día me dijiste que te ibas a mudar, entonces no quise que pensaras que estaba usando a nuestro bebé para retenerte. No creas que te lo iba a ocultar, solo estaba esperando el momento prudente para conversar sobre...

—Está bien, mi amor —la interrumpe—. No te estoy reclamando nada; por el contrario, te pido perdón por haber sido un cobarde.

» Anoche estuve analizando nuestra situación actual y llegué a la conclusión de que empezamos a pelearnos cuando Érika apareció en nuestras vidas; por tal razón, esta mañana la despedí del puesto, porque nuestra relación es más importante para mí. Tú, Ashley y ahora nuestro bebé son lo más valioso que tengo en la vida y no permitiré que nadie venga a dañar lo nuestro. Perdóname por haber sido tan tonto.

—Franco, todos cometemos errores. —Ella le acarició el rostro—. Desde ahora en adelante, espero que me demuestres con tus hechos cuánto me amas y, al mismo tiempo, sentirme tu prioridad. Mi amor, luchemos por nuestra familia juntos.

Él asintió con ojos cristalizados, luego la besó en los labios para afirmar su respuesta. Unos minutos más tarde, un camillero fue por Daniela para llevarla a la sala donde la harían la ecografía.

Franco los siguió porque no quería despegarse de ella. La especialista los recibió con amabilidad y calmó los miedos de Franco con explicaciones del porqué le hacían la ecografía, mientras que Daniela se ponía la bata en el baño.




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