Peón de la Calamidad

Fin del Milagro

¿Qué es lo que hace la vida tan maravillosa?
¿Cuál es el milagro que la hace tan especial?

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Una chica de 16 años mira el techo de la habitación blanca dónde ha vivido sus últimos tres años.
Sus brazos son frágiles con casi nula carne, sus ojos antiguamente llenos de color ahora son de un blanco nebuloso que opaca su vista, su cabello negro desapareció hace tiempo ante los tratamientos químicos para su sangre, su nula fuerza en su cuerpo solo rompería sus huesos si tratara de caminar provocando que nunca reciba la antigua luz solar que olvido su sentir y convirtió su piel en un pálido sin resistencia al mismo.

Esta chica que ha luchado todo su tiempo por salvaguardar la poca vida que fluye en su cuerpo, llora descontroladamente ante la impotencia de la muerte.
Minutos antes un hombre de bata blanca apareció, se conocían desde que se conoció sobre su enfermedad, le informo que su muerte ya no podía ser evitada.
Las palabras que digo aun resonaban en su cabeza, como una marca que se cicatrizo en su piel. "Te quedan dos semanas si otro milagro sucede, en el peor caso, cualquier momento podría ser el último", fue lo que podrías llamar el abandono a cualquier posibilidad.

Esa chica gritaba mudamente con una voz audible solamente en su propio cuarto, su grito en su conciencia lloraba ante la impotencia de su muerte repentina en este frío cuarto plagado de tristeza y soledad.
Sus padres que, aunque invirtieron todo su amor y dinero por mejorar su salud, solo pudieron mantener el flujo de efectivo; el trabajo tomo todo su tiempo para mantener la fortuna que ató sus sentimientos. Sus hermanos y hermanas, no podían visitarla al ni siquiera estar en la misma ciudad debido que necesitaba un hospital especializado.

Al final ella solo podía resignarse ante la vida sin sentido que vivió, su único talento fue lo que el Internet proveyó y su propia ambición de dejar tantas marcas entre novelas, dibujos y todo tipo de obra que pudiera construir, las cuales aprendió desde incluso tener sólo ocho años. El rostro de quien le enseñó a dejarlas resuena en su mente como el único salvador de su impotencia, aunque nunca construyó una obra maestra, si pudo crear un flujo de dinero que nació de sus ligeros esfuerzos; en este momento agradecía profundamente esa ancla que mantuvo su voluntad de vida hasta el límite.

Cada año vivía creyendo que sería el ultimo, pero ya había llegado hasta lo imposible dónde su propia vida ya era considerada un simple milagro.

—Niña he venido a ayudarte como tanto deseabas. —Mientras se retorcía en desesperación, una voz susurrante hizo eco en la habitación.

—¿Que...? —La poca voz rasposa de la chica salió de su boca y sus lágrimas se detuvieron de inmediato ante la sorpresa.

Ante su pregunta que realizó por inercia, el lugar se llenó de aura fatua, con luces que demostraban una imagen fantástica, un flujo de azulado y negro que salía de cada superficie hacia el aire; sus ojos opacos brillaban al apreciar la poca de esta imagen hacia su mente; solamente el blanco de la habitación era la que rompía tal imagen tan efímera, fatua y etérea con el peso de la realidad.

Las sábanas fueron jaladas y las cortinas se arremolinaron en medio del aire, se entrelazaron formando una imagen de un torso con manos hechas de telas y una cara oculta en una capucha.
El ser frente a ella era solo describirle como un fantasma de tela con forma entrelazada dando la sensación de ser una persona oculta por telas envueltas sobre su cuerpo; sus pies eran inexistentes y se sostenía en el aire.

—¿Que eres? —Preguntó estupefacta la chica que solo podía ver siluetas con sus ojos opacos.

—No importa quién soy, vine porque escuché tu grito de tristeza, miedo, y agonía; decidí venir a hacerte un trato. —La voz resonó desde la nada en cada rincón del lugar.

—¿Trató?

—Si, dame todo de ti, yo te daré un nuevo comienzo y una vida nueva.

La chica solo repitió las palabras de este ser, tan dulces que no puedo evitar con soñar caminar y ver la calle por si misma; pensó en tener una caminata por un parque, salir a ver el mar y sentir sus aguas.
Su sonrisa demostraba lo alegre que le hacía tal idea, deseada desde lo más profundo de su ser, aunque fuera solo por un par un corto tiempo lograrlo.

—¿Que... haría? —Preguntó sin ocultar su desbordante felicidad de su moribundo cuerpo, su deseo más deseado estaba ofertado frente a ella.

—Cumplir mis ordenes, trabajar para mí, te dejare ser libre pero mis deseos serán tú prioridad. —La voz de este ser se escuchaba dentro de ella, susurrando una maldición de esclavitud.

—¿Que tanto?

—Vivir en tal lugar, abandonar tal persona, matar tal entidad o difundir tal cosa; tomaría algunas de tus decisiones cada cierto tiempo, te daría algunos trabajos por los que te recompensare y protegeré.

La chica lo pensó por un largo tiempo mientras sentía su corazón latir débilmente, avisando que incluso que este momento era limitado y el mismo detendría la esperanza de su vida.



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En el texto hay: mundo magico, comedia y misterio, reencarnación

Editado: 05.06.2018

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