A la hora de la cena, Gloria sentó a su hija en una silla y ocupó la de su derecha, viendo como Santiago se sentó a la izquierda de Dory.
— ¿Madre no cena? — Preguntó Santiago a su padre.
— Le duele la cabeza. — La excusó Luís.
— Está que rabia más bien. — Dijo Lauro, el hermano de diecisiete años de Santiago. — Te odia. — Sonrió a Gloria y ella se sintió intimidada.
— No le hagas caso, a su edad solo busca incordiar. — Habló Luís.
— Los niños dicen la verdad, ¿no? Y siempre decís que soy un niño todavía.
— Lo siento… — Se disculpó Gloria.
Santiago la miró al igual que su padre y hermano menor.
— No tienes nada que sentir. — Negó Luís y reprendió a su hijo mayor. — Santiago es el único culpable, si te dejó embarazada tenía que habérselo contado a su familia y traerte mucho antes.
— Mamá seguía insistiendo con lo de mi casamiento. — Se excusó Santiago, agarrando una jarra de cristal llena de agua para llenar un vaso. — Las cosas pasaron sin esperarlo, ¿verdad? — Le sonrió a Gloria.
— Sí. — Mintió Gloria, aferrándose sus manos por debajo de la mesa. — Aunque al principio Santiago no me gustaba. — Improvisó.
— Y al final tampoco. — Aportó Lauro con gracia y apoyó un codo en el brazo de la silla. — No parecéis una pareja normal, imagino que estáis juntos por ella. — Dirigió la mirada a Dory.
— Respeta a tu cuñada y a tu sobrina. — Le dijo su padre y Lauro asintió.
— No me caes mal, tranquila. — Sonrió Lauro a Gloria.
Gloria sonrió también y miró a su hija que le tiró de la manga del jersey.
— ¿Puedo coger eso, mami? — Pidió Dory señalando un bollito de pan.
— Espera un poco más, ya casi viene la comida. — Le respondió Gloria a su hija.
— Déjala comérselo. — Habló Santiago, agarrando el bollito de pan.
La pequeña Dory sonrió feliz, pero su madre interceptó el bollo antes de que llegara a ella.
— Si se come el pan se dejará la cena. — Le dijo Gloria.
Luís se rió contemplando la escena familiar de su hijo.
— ¿De que te ríes, padre? — Le preguntó Santiago..
— Nada, nada. — Luís dejó de reír y ordenó en voz alta. — ¡Traed la cena, mi nieta tiene hambre!
— Gracias. — Le agradeció Gloria.
— No puedo dejar que mi nieta pase hambre. ¿Verdad que no? — Luís sonrió anchamente a Dory y la pequeña negó.
Gloria sonrió y giró la cabeza cuando un par de mujeres del servicio entraron empujando un carrito con los platos de la cena. Su sangre se heló al ver a su tía Asunción.
Asunción miró disimuladamente a su sobrina y a su sobrina nieta mientras les sirvió los platos.
— Gracias. — Le agradeció Gloria a su tía y ella la regañó con la mirada.
— Gracias. — Repitió Dory lo que su mamá dijo y Asunción sonrió a la pequeña.
— Disfrute de la comida, señorita. — Le deseó Asunción y antes de retirarse miró desconfiada a Santiago.
Cuando todos los platos estuvieron servidos, las dos mujeres se retiraron y Gloria acomodó una servilleta de tela en el cuello del vestido de su hija.
— Ten cuidado de no ensuciar nada. — Le habló bajo y Dory, ansiosa por ponerse a comer, asintió a su mamá.
— ¿A qué te dedicas, Gloria? — Le preguntó Luís.
Santiago que se metió en la boca unas verduras al horno, levantó la cabeza hacia su padre y después hacia Gloria.
— No he trabajado nunca todavía. — Contestó Gloria.
Trabajar en aquella casa iba a ser su primer trabajo.
— ¿Entonces estudias o has estado estudiando una carrera?
— No… — Gloria negó avergonzada.
— Padre. — Interfirió Santiago. — Gloria y yo metimos la pata demasiado pronto, ella se ha estado dedicando a cuidar de nuestra hija y yo he pagado todos sus gastos.
Gloria no dijo nada al respecto de aquella mentira. La verdad no era muy diferente. Se quedó embarazada de Dory muy joven y el padre de su hija la había mantenido.
— ¿Y no quieres estudiar algo? — Le preguntó Luís. — Si no dispones de dinero nosotros nos haremos cargo y Dory puede mientras quedarse en casa. Su abuela cuidará de ella.
— Padre.
— Nada de padre. — Lo calló Luís y opinó al respecto. — Es una mujer joven, necesita aprender y crecer. Hoy en día las parejas no duran como en el pasado, si os separáis se quedará sin nada.
— Yo quiero trabajar. — Confesó Gloria con la mirada en Dory. — Quiero ganar dinero para que a mi hija no le falte nunca nada.
— Pero es hija de mi hermano y no le va a faltar nada. — Dijo Lauro y Gloria lo miró. — Despreocúpate. Aunque él te deje puedes sacarle dinero con la manutención.
— No… — Gloria negó solamente y Luís se quedó observándola.
Gloria abrió el grifo de la ducha y sonrió al ver caer el agua caliente, en el piso en el que vivía con Dory y el padre de Dory no disponía de agua caliente.
— No sé si lo estoy haciendo bien… — Se dijo y escuchó tocar a la puerta de la habitación. — Sí, adelante. — Dio permiso de entrar y salió del baño.
La puerta se abrió, entrando su tía Asunción con toallas y albornoces.
— Gloria. — La llamó su tía tan pronto cerró la puerta y se apresuró a dejar lo que traía en la cama. — ¿Qué es toda esta locura? — Le preguntó y recibió el cálido abrazo de su sobrina.
Gloria lloró abrazada a su tía y Asunción la consoló.
— Tengo mucho miedo, tía. — Le confesó Gloria. — Si Pablo me encuentra es capaz de quitarme a Dory.