La primera vez que Gloria abrió el probador, Dory salió corriendo hasta Santiago que esperaba frente al probador junto a la dependienta.
— Le queda genial. — Le dijo la chica a Gloria y se acercó para ayudarla a colocar bien la falda del vestido.
— Yo lo veo demasiado. — Confesó Gloria y se giró mirándose en el espejo dentro del probador.
La chica la miró reflejada en el cristal, era un vestido ajustado, Gloria tenía una bonita figura y le quedaba perfecto.
— ¿Qué es lo que no le gusta?
— Es demasiado pegado. Me gusta la ropa más holgada y cómoda. — Le respondió Gloria con vergüenza.
La chica asintió.
— Te traeré otro tipo de vestidos. — Le dijo y cuando se alejó, Santiago se acercó mirando a Gloria en el reflejo del espejo.
— A mí me gusta como te queda. — Habló Santiago, viendo que lucía unas finas piernas y un bonito escote. — Será Nochebuena pronto y la casa se llenará de gente. Elige también un vestido para entonces.
— ¿Vamos a seguir con el engaño? — Le preguntó Gloria, había tenido la esperanza de acabar con eso.
— Sí, me gusta tener novia y una hija. — Respondió Santiago y la besó en la mejilla. — Voy a pedir ayuda a otra trabajadora de la tienda para comprarle un vestido a Dory mientras tú terminas.
Gloria asintió solamente y lo vio ir hasta Dory y llevársela de la mano hasta otra dependienta a la que solicitó su ayuda.
— Probemos con estos. — Dijo la chica que se acercó a Gloria con más vestidos. — Son menos provocadores, pero iguales de bonitos. — Le mostró uno levantándolo y le comentó. — Cuando una no sabe su estilo, hay que probar de todo hasta dar con lo que te haga sentirte mejor contigo misma.
— Estoy bastante pérdida. — Reconoció Gloria y se volvió a mirar en el espejo. — ¿De verdad me queda bien?
La chica asintió.
— ¿A su novio le ha gustado verdad? Le queda muy bien y si quiere puede combinarlo con una chaqueta para cubrirse un poco.
Gloria buscó a Santiago con la mirada y sonrió por verlo mirando la ropa de niña.
— Creo que me lo llevaré. — Dijo entonces.
La joven dependienta asintió, sabiendo que se lo llevaba porque a su novio le había gustado.
— ¡¿Puede saberse que es todo esto?!
Jennifer puso el grito en el cielo al ver en la sala de su mansión un enorme árbol de Navidad y un sin fin de bolsas.
— Un árbol de Navidad. — Respondió Santiago objetivamente, mientras que era ayudado por Daniel a poner el árbol en un rincón.
— Sé lo que es, pero no porque está en mitad de mi sala de estar cuando ya hay uno montado en el vestíbulo. — Contestó Jennifer.
— Abuelita. — La llamó Dory, que corrió hasta ella con sus guantes de lana puestos y también con un gorro de papá Noel en la cabeza. — Vamos a poner el árbol. — Dory la agarró de una mano y la llevó hasta su madre que estaba sacando adornos de las bolsas. — Papá me ha comprado todo esto. — Le contó Dory a su abuela y Gloria se levantó del suelo.
— Dory, no molestes… — Le dijo Gloria, que agarró a su hija haciéndola alejarse de Jennifer.
— Mi nieta no me molesta, ten cuidado con lo que dices, niña. — Le contestó Jennifer.
— Lo siento. — Pidió Gloria perdón.
Jennifer suspiró molesta y observó todas las bolsas en el suelo, aparte de adornos había juguetes y ropa.
— Al menos ahora espero que te vistas mejor. No quiero sentir vergüenza delante de mis amigas. — La miró por encima del hombro. — Mañana te llevaré conmigo al club para presentarte frente a mis amigas.
— No la dejaré en ridículo. — Sonrió Gloria y Santiago las miró con la mosca detrás de la oreja.
— Ahora vuelvo. — Avisó Santiago a Daniel y se acercó a su madre, le dedicó una tierna sonrisa a Gloria y se llevó a su madre fuera de la sala agarrada por un brazo.
— Niñato malcriado, suéltame. — Lo reprendió Jennifer, saltándose de él.
— ¿Qué planeas llevando a Gloria al club con tus amiga, madre?
— No planeo absolutamente nada. Por tu culpa voy a tener que lidiar con ella por un tiempo indefinido, así que la voy a presentar a mis amigas.
Santiago la miró serio.
— Ojalá sea así. Si le haces daño no me volverás a ver el pelo.
— ¿Me estás amenazando, Santiago Rey?
— Sí, madre. La estoy amenazando.
Jennifer levantó su mano con ganas de darle una bofetada, pero cerró el puño y se fue por el pasillo despotricando sobre él.
— Santiago. — Lo llamó Gloria que salió de la sala. — No está bien que la trates así.
Santiago le sonrió.
— No te preocupes. Vamos a poner el árbol con Dory. — Le dijo Santiago y le ofreció una mano.
Gloria le dio su mano y Santiago se la agarró llevándola a la sala.
Daniel había acabado de acomodar el árbol en su sitio y lo miraba de lejos.
— Mami, ya vamos a poner las bolitas. — Le dijo Dory alegre y Gloria fue con ella.
Santiago se acercó a Daniel y le dio una palmada en el hombro.
— Está perfecto, gracias, Daniel. — Le agradeció.
— No hay de qué, señor. Avísame si lo puedo ayudar en algo más. — Respondió Daniel y se retiró de la sala.
— Yo pongo la estrella. — Se pidió Dory y se acercó con una estrella para coronar el árbol.
— Dory, primero se ponen las luces y el resto de los adornos y al final la estrella. — Le explicó Gloria, que se acercó con varías bolas de colores.
— Pero yo quiero la estrella, mami. — Se abrazó Dory a la estrella.