Pequeña estrella fugaz.

Capítulo 13.

A la mañana siguiente, cuando desperté… era ella la que se había ido, ni siquiera escuché en momento en el que buscó sus cosas y se marchó, creí que ese era mi karma por haberla dejado tantas veces. Cada que cerraba los ojos, podía sentir su brazo alrededor de mi cuerpo, su respiración rozando mi piel…

            Algo dentro de mí estaba naciendo, algo estaba creciendo, o tal vez, desde hace poco más de un mes lo sabía, pero lo ignoraba.

            Traté de matar los recuerdos con una ducha fría, pero estos no se esfumaban. Al salir, me miré en el espejo y vi un reflejo que no reconocía del todo, mi cara seguía siendo la misma, mi cabello el mismo, mi tono de piel el mismo, pero en mis ojos… algo había cambiado ligeramente.

            Pensé en irme del campus, pero, ¿a dónde iría? La casa ya no estaba disponible, si iba a la casa de mis papás, me iban a obligar a ir a reuniones con ellos, el rancho de la familia estaba lejos y no podía contar en ir con Alex, tal vez estarían muy ocupados. Mi única opción era quedarme en la habitación de Lizzi hasta que llegara, no estaba segura si iba a llegar ese día o hasta el lunes, pero, mientras no me cruzara con Vanessa, todo estaba bien.

            Me la pasé todo el día encerrada, afortunadamente nadie tocó a la puerta. Los fines de semana, Lizzi descansaba, así que, por ese motivo, supuse que no iban a tener prisa por volver. Estaba comiendo una Ensalada capresse cuando mi celular sonó.

            - ¿Diga? -Aún tenía comida en la boca, esperé a que alguien hablara, pero la línea se mantuvo en silencio. - No lo escucho, vuelva a marcar. -Colgué, el ver quien había marcado, me di cuenta que no era un contacto registrado, era un número desconocido. Quise creer que tal vez Alex y Lizzi me estaban marcando desde un teléfono de un hotel o algo, así que lo ignoré.

            Mi celular volvió a sonar y esta vez sí me fijé de quien se trataba, era Alex, eso de cierta forma me tranquilizó.

            - Pronto.

            - ¡Eli! ¿cómo estás? ¿estas libre? Estábamos pensando en que los tres podríamos ir a…

            - Acepto, tengo que estudiar para mis exámenes, pero acepto. Te espero dentro de veinte.

            - Pero…

            - Te veo en un rato. -Y colgué.

            No me iba a perder la oportunidad de estar fuera del campus, y más que quería evitar a Vanessa a toda costa.

            Guardé mis cosas en una mochila, me debatí entre ir por algo de ropa a la habitación o pasar a la casa de mis padres por algo de ropa, además, no sabía ni a dónde íbamos.

            Salí a la entrada principal deseando no encontrarme a Vanessa por ni un lugar, afortunadamente, así fue. Cuando llegué, ya estaban ahí, Alex había tomado de nuevo la Jeep; subí a la parte trasera y saludé al entrar.

            - Hola, Eli. -Dijeron ambos al mismo tiempo.

            - Y bien ¿a dónde vamos?

            - A la finca de la familia. Traté de avisarle a nuestros padres, pero no obtuve respuesta, pero creo que no hay problema en ir.

            Asentí con la cabeza y nos pusimos en marcha, la finca se encontraba a la horilla de la ciudad, había más fincas alrededor de la nuestra, la mayoría se dedicaba a los viñedos, mi padre rentaba una parte de la misma para obtener un poco más de ingresos.

            Durante el camino, Alex y Lizzi iban hablando de cosas que solo ellos entendían, en momentos me contaron cómo fue su día, que en el momento en el que confesaron sus sentimientos, ambos se pusieron a llorar. No entendía el por qué, no entiendo por qué la gente les da muchas vueltas a sus sentimientos, si sientes algo ¡solo deberías de decirlo!, no esperar a que las estrellas se alineen o lo que sea que esperan.

            Al llegar a la casa, fui la primera en bajar del auto, tenía los auriculares puestos, ignoré a todos a mi alrededor y me encaminé a las escaleras para subir a mi habitación, hasta que alguien me detuvo por el brazo. Me di la vuelta y contuve el aire.

            - ¿No vas a saludar a tu padre? Señorita Mancini.

            - Padre. -Me quité los auriculares y le di un beso en la mejilla, era casi de la altura de Alex, las arrugas se le hacían presentes en el rostro, las canas plateadas le daban un aire de hombre maduro y elegante, según mi madre, lucía muy varonil. Su piel morena era lo que le recordaba que no era de ascendencia italiana, sino, americana. Tenía un traje negro a la medida y una sonrisa en los labios.

            - Querida, ¿qué hacen aquí?

            - Vinimos a pasar el fin de semana en la finca ¿hay algún problema?

            Soltó un pequeño suspiro y me acomodó un mechón detrás de la oreja.

            - De todas las propiedades, vinimos a coincidir, que ironía.

             - Padre. - nos dimos la vuelta y vimos a Alex, quien iba tomado de la mano con Lizzi-.  No sabíamos que ibas a estar aquí, tratamos de comunicarnos contigo, pero…

            - Hijos míos, por más que me agrada su visita y quiero pasar un rato con ustedes, no creo que sea buen momento. Estoy por cerrar un negocio, y ya saben cómo son las cosas. -ambos asentimos- pero, voy a necesitar hablar contigo, Alex, así que, si las chicas se quieren adelantar la otra propiedad y en un momento las alcanzas, sería perfecto. -Alex tragó con fuerza, pero asintió.




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