Pequeña estrella fugaz.

Capítulo 18.

- ¿Estás segura de que no tendremos problemas con tu padre?

- Sí, fue mi regalo, ya no tiene por qué meterse en ello. -asintió mientras seguía guardando las cosas en las cajas.

Nos íbamos a mudar esa misma tarde a mi nuevo departamento, así evitaríamos a Jack y algunos murmuros que estaban tomado fuerza en la escuela.

- Por cierto, hable con Damián y me dijo que con gusto nos ve en el museo para posteriormente ir a tu departamento. -Después de lo que ocurrió la noche anterior, tuve que tragarme mi orgullo y llamar a Damián para decirle que aceptaba que él llevara el caso.

- Perfecto.

Habíamos empezado a empacar desde que llegamos la noche anterior, así que ya no nos faltaba mucho, solo eran unas pocas cosas y registrar nuestra baja. Obviamente íbamos a seguir estudiando ahí, solo que ya no íbamos a ocupar el cuarto.

Nik y Leah nos ayudaron a bajar nuestras cosas y meterlas en un taxi; nos despedimos de ellos invitándoles a ir a visitarnos cuando ellos quisieran. No tenía ni la menor idea de que un nuevo capítulo estaba por empezar en mi vida.

Al llegar a edificio el taxista nos ayudó a subir nuestras cosas. El cuarto estaba en el quinto piso, y en este solo había dos departamentos, así que supuse que el departamento debía de ser enorme.

Metí la llave en la cerradura con la mano temblorosa y en cuanto abrí la puerta contuve la respiración.

En la entrada se encontraba la sala de estar con un juego de sofás color amarillo mostaza; las paredes estaban pintadas de un color ocre; el comedor era sencillo pero lujoso.

Vanessa entró después de mí y soltó un silbido de aprobación. Recorrimos el departamento y contaba con dos baños y tres habitaciones; el departamento contaba con todos los lujos posibles.

- Tus padres tienen buen gusto. -Asentí y sonreí a su comentario.

Me dirigí a la una pequeña mesa que se encontraba al lado de la ventana que daba hacía la calle, en ella había una pequeña nota.

Disfruta este nuevo capítulo en tu vida.

Te quiero; Alex.

Sonreír ante la nota y salí al balcón.

Este daba a la calle, y cruzando esta se encontraba el museo de arte, tenía una vista increíble de la misma.

- Creo que esto si nunca te lo podré pagar. -Dijo Vanessa a mis espaldas.

- No tienes por qué hacerlo. -Sonrió y me abrazó por la espalda-.  Te quiero. -Fue apenas un pequeño susurro, pero mi piel se erizó. Pensé en separarme de ella y dejar esto en el olvido, tal y como había hecho en el pasado, pero supuse que era hora de afrontar mis sentimientos.

Mi celular sonó y contesté la llamada; era Damián diciendo que ya se encontraba en el museo, así que fui por él.

- Señorita Mazzini, que gusto verla. -Dijo con una amplia sonrisa y unas gafas de sol.

- Si vamos a convivir, preferiría que me llamaras por mi segundo apellido, D’angelo.

- Señorita D’angelo, anotado.

Caminamos al departamento, esta vez no iba vestido de forma casual, esta vez iba con un fino traje y un portafolios.

Al llegar, Vanessa nos recibió y por un segundo se quedó admirando a Damián.

- Lo sé, soy hermoso -dijo Damián con ironía-.  Pero por más que me guste ser admirado; tenemos un caso que ganar.

Vanessa asintió y se hizo a un lado para dejarnos pasar. Tomamos asiento en la sala de estar y sacó un paquete de papeles.

- Ok, estuve analizando su caso y todo eso, y encontré que ya lo tenemos prácticamente ganado. Solo es cuestión de que hables, muestres las evidencias y listo; los abogados de tu primo me la van a pelar. -No comprendía esa expresión, pero al parecer Vanessa sí porque se río ante la expresión.

- ¿Tienes ascendencia mexicana? -Preguntó Vanessa un tanto extrañada.

- No, nada de eso -soltó un largo suspiro-.  Eso solo que…-hizo una pausa-.  Prefiero no hablar de eso; concentrémonos en el caso.

Ambas asentimos, pero a mí me resultó extraño, pero, aun así, preferí no indagar.

Vanessa le contó todo lo que pasó, desde los inicios de su relación hasta el día del “incidente”. Le mostramos las fotografías y él las pidió para poder imprimirlas y mostrarlas como evidencia. Después de estar toda la tarde hablando del tema, Damián anunció que se tenía que retirar.

- Entonces, ¿eso es todo? ¿Necesitan algo más? -Dijo metiendo las cosas en su portafolio.

- Ah, en realidad… no es solo ella la chica que quiere hablar.

- ¿A qué te refieres con ello?

- Hay otras chicas que pasaron por lo mismo, entonces…

- ¡Claro que las ayudaré! Podemos meter todos los casos en el mismo, o, por separado, como ustedes quieran. Aunque -hizo una pausa-, si lo metemos en la misma carpeta, tendría más peso, no se podría librar.

Asentí y le hablamos a Damián del resto de las chicas, propuso que al día siguiente nos podríamos reunir todos para plantear bien el caso. Ambas aceptamos.




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