Pequeña estrella fugaz.

Capítulo 20.

En los días siguientes Damián se apresuró a la demanda, en la escuela evitábamos a toda costa encontrarnos con Jack. Damián decía que no teníamos por qué ocultarnos de él, pero en realidad, no nos ocultábamos, era solo que queríamos evitar problemas.

- Ok chicas, ya tenemos las bases de la demanda, se ha notificado al Jack y el proceso va por buen camino -nos encontrábamos reunidos en mi departamento con el resto de las chicas y Damián-.  Así que propongo que se tomen este fin de semana para relajarse y divertirse.

Todas aceptaron en coro; en realidad, la idea me agradaba. La relación con Vanessa había empezado a tomar forma, no pasábamos de un ligero roce de manos, buscarnos con la mirada y una que otra mirada picara.

- ¿Vendrás con nosotras? -Le pregunto divertida una chica llamada Sharon.

- No, no lo creo. -Negó ligeramente con la cabeza consiguiendo un fuerte abucheo de parte de la multitud.

- Vamos, te lo mereces.

Damián solo sonreía y me dirigió una mirada cómplice.

Fue así como media hora después nos encontrábamos en el centro de la ciudad, disfrutando de la Feria Boccaccesca. Vanessa había insistido en ir, ya que como jamás había ido, alegaba que tal vez jamás podría volver a visitarlo. Como desde hace tiempo, no me pude negar ante sus caprichos.

Nos encontrábamos disfrutando y probando la comida que exhibían, nos encontrábamos completamente felices, sin distracciones ni malos momentos, simplemente viviendo.

Al caer la tarde nos encontrábamos viendo un pequeño concierto de un grupo de músicos locales; interpretaban un cover de una famosa canción de nirvana. Damián sonreía con cierta nostalgia, pero a la vez meneaba la cabeza al ritmo de la canción, me preguntaba qué es lo que lo ponía así; tal vez nunca lo sabré.

Después de un rato, la noche nos tomó por sorpresa. Todos nos encontrábamos ebrios, unos más que otros. Vanessa junto con las demás chicas iban al frente agarradas de la cintura y cantando a pulmón una canción regional mexicana, mientras que Damián y yo íbamos detrás de ellas; nos dirigíamos caminando al departamento.

- Hay que jugar un juego del que Vanessa nos habló. -Gritó una chica al entrar al departamento tomando en sus manos una botella de brandi.

- El juego se llama botella. -Dijo otra chica a su lado.

Todas las chicas nos sentábamos en un círculo en medio de la sala, como era de esperarse, Damián no lo hizo, este se fue al estudio para seguir trabajando. Esta vez, nadie lo detuvo.

Vanessa se encontraba a tres chicas de distancia, se encontraba riendo abiertamente y hablando de cosas que solo ella entendía. En cuanto todas estábamos acomodadas, Vanessa explicó en lo que consistía. Era breve y fácil, simplemente se resumía en girar la botella y a quien apuntara la boca de la botella, se le ponía un reto o bien, podía optar por una verdad.

- Empiezo yo. -Dijo una chica e hizo girar la botella, la botella se detuvo frente una chica llamada Megan. Ella prefirió cumplir un reto, el cual fue tomar dos shots de tequila.

Siguieron girando la botella, cada una escogía hacer un reto o daban una confesión, que iba desde quien era su amor secreto o la mejor/peor experiencia en la cama. La botella siguió girando hasta que fue el turno de Vanessa.

- ¿Verdad o reto? -Le preguntó la chica con una ceja levantada esperando impacientemente su respuesta.

- Reto. -vaciló Vanessa, la chica que era su retadora ensanchó su sonrisa, volviéndola maliciosa. Me dirigió una mirada aun con su sonrisa maliciosa y se puso de pie.

- Ok, este contará por dos y no se pueden oponer ¿entendido? -Vanessa asintió y se puso de pie-.  Vamos, D’angelo, ponte de pie. -estaba a punto de negarme, pero cuerpo tenía otra idea porque este obedeció inmediatamente.

- Estarán cinco minutos a solas en una pequeña habitación y ahí…podrán hacer lo que quieran. -Sabía a lo que se refería, pensé en enfadarme y dar esa reunión por terminada, pero otra parte de mí quería saber lo que iba a pasar.

Nos llevaron al cuarto donde guardábamos las cosas del aseo al final del pasillo, era un lugar muy estrecho y estaba iluminado por apenas una luz tenue. En cuanto entramos, las chicas cerraron la puerta por fuera dejándonos sin escapatoria.

- Los cinco minutos empiezan a partir de… ¡ahora! -las chicas soltaron unas risas infantiles y yo me aparté lo más posible de Vanessa.

- No te preocupes, los cinco minutos acabarán pronto -dije para romper el hielo.

- Lo sé… es solo que -hizo una pausa y negó con la cabeza-.  Les diré a las chicas que esto fue una mala idea.

- Espera -la detuve antes de que pudiera tocar la puerta- ¿tú les disté la idea? -Ella asintió débilmente con una ligera sonrisa.

- Creí que por fin esto estaba tomando forma, y que de una u otra manera ambas sentíamos lo mismo o no lo sé, quería poner sobre la mesa nuestras ideas y dejar todo en claro de una buena vez, porque…

- Aguarda, ¿a qué te refieres con que ambas sentimos lo mismo? -la interrumpí y su sonrisa se borró.

- Olvídalo. -Se dio la vuelta, pero yo la detuve acercándome más a ella.




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