Pequeña estrella fugaz.

Capítulo 22.

Acordamos que Alex se iba a hacer cargo de la planeación del viaje, y lo que nos había dicho era cierto, no íbamos a tener clases la siguiente semana, así que todo estaba bien.

La ciudad se preparaba para la noche de Halloween y posteriormente la de los fieles difuntos. Vanessa se encontraba en el balcón apreciando la ciudad, veía pasar a los niños con sus pre-disfraces y algunas familias iban con un poco de flor de cempasúchil y algunos adornos.

- ¿Qué tienes? No estas tan parlanchina como otros días. -Dije abrazándola por la espalda y dándole un fugaz beso en la mejilla.

 - Nada, es solo… Son los recuerdos de cuando pasaba estas fiestas con mi familia. Ahorita estaría en el panteón arreglando la tumba de nuestros difuntos, mañana treinta y uno, iría a una fiesta de disfraces con mis amigas, a la mañana siguiente estaría con mi familia contando las anécdotas de mis seres fallecidos y celebraríamos su vida. -La abrazo con más fuerza y le doy un beso en la nuca.

- ¿Quieres ir a una fiesta de disfraces? ¿Quieres que pongamos una ofrenda? ¡Hagámoslo! Solo tienes que pedirlo. -Se dio la vuelta y me pasó sus manos por mu cuello.

- Solo si quieres hacerlo, porque luego dices que por mi culpa haces las cosas. -Depositó un ligero beso en mis labios y sonrió.

- Hagámoslo.

 

Quince minutos después nos encontrábamos en el supermercado comprando las cosas necesarias para la ofrenda.

- ¿Crees que estas velas sean suficientes?

Llevábamos media hora escogiendo las malditas velas, ponía muchos peros, porque eran muy blancas, muy amarillas, muy chicas, muy grandes, que el costo no iba de la mano con la calidad, en fin, solo a Vanessa se le ocurriría ser de esa forma.

Afortunadamente habíamos llamado a un restaurante mexicano para encargarle la comida y el dichoso pan de muerto.

Después de casi dos horas, ya solo nos faltaban las flores y unas pequeñas decoraciones.

- ¿Qué opinas de estas flores? -Dijo tomando unas flores de cempasúchil y unas rosas.

- Son lindas. -Ya me encontraba cansada y desesperada, quería que de una buena vez se decidiera por algo.

- No lo sé -hizo una mueca-. Son muy amarillas, y se supone que…

- ¡Ya escoge de una maldita vez, Vanessa! -Grité causando que todos los clientes dirigieran su mirada a nosotras.

- ¡Por eso no quería hacerlo! ¡Siempre eres así! -Dijo y dejó las flores en su lugar y se alejó unos cuantos metros.

Dios mío, parecía un maldito chico con ataques de ira. Pensé en darme la vuelta y dejarla ahí, pero decidí esperar al lado de carrito. Pasaron varios minutos y apoyé la cabeza en el manillar del mismo hasta que escuché unos pasos en mi dirección.

- ¿Y si mejor buscamos los disfraces? -Vanessa estaba frente a mí con expresión serena.

- ¿No te vas a quejar por cualquier cosa?

- Trataré.

Al salir del supermercado nos dirigimos a una tienda de disfraces, y para no discutir, optamos por disfrazarnos de unas brujas, pero, íbamos a ser unas brujas sexis.

- ¿Qué opinas de este? -Era un pequeño vestido negro de tul, el cual apenas llegaba a medio muslo y terminaba en picos.

- Me parece lindo, ¿Estás segura de que hay dos? -Pregunté.

- No lo sé, pero estaba pensando que tú podías ir disfrazada de monja, ya sabes, no son celos ni nada, pero con este tipo de disfraz todos querrán llamar tu atención. -Dijo con un tanto de nerviosismo en su voz.

- Me parece una buena idea, salvo a que tú seas la monja.

- ¡Ni en sueños! -Ambas reímos y ese pequeño momento me resultó muy lindo, y sin pensarlo dos veces, la besé. Fue un beso tierno y romántico, pero fugaz.

- Preguntemos si existe otro ejemplar. -Dijo ella con una bonita sonrisa.

Tiempo después ya estábamos con dos disfraces completos y en el departamento.

- Pon la ofrenda mientras yo ordeno algo de cenar ¿Te parece? -Dije dejando las compras en la mesa y tomando el teléfono de pared.

- Nada de eso, me ayudarás a hacerlo.

Desocupamos una mesa que teníamos y le colocamos un mantel blanco; Vanessa imprimió unas fotos de su familia fallecida y las enmarcó. Prendimos las velas y acomodamos las flores; la comida no iba a llegar hasta al día siguiente por la mañana. Según Vanessa, la intención era lo que contaba.

- Bueno -dijo en cuanto terminamos de acomodar la ofrenda y nos sentamos en el sofá-, ya tenemos los disfraces, solo nos falta la fiesta.

- Pensaba en que podíamos ir a una de la escuela o a una privada; tú decides.

- No, yo ya no vuelvo a tomar las decisiones sola, te pones insoportable.

Reí y la besé, últimamente no pensaba en otra cosa más que besarla.

- Hay que ir a una, hace tiempo que ya no paso tiempo con Leah y Nik, supongo que ellos han de tener algo en mente. ¿No?

- Me agrada la idea. -Sonrió y me besó. Sus besos eran dulces, simples y tiernos; pero en ellos me transmitía tantas emociones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.