Pequeña estrella fugaz.

Capítulo 34.

Han pasado dos años desde la muerte de Vanessa y no hay día que no duela más que el otro, solo que he aprendido a vivir con esto, con el dolor y con las grietas, he vivido por ella.

He regresado a Florencia, tengo que desocupar el departamento antes de venderlo; he tomado esa decisión porque no sería capaz de vivir en el mismo techo que alguna vez compartí con ella.

Entro al departamento y veo como el polvo ha cubierto todo, hace más de un año que Beatrice no ha entrado a este; le había pedido que no tocara nada, que lo dejara tal y como yo lo había hecho. El circulo de las cosas de Vanessa sigue en medio de la sala, el cuadro se encuentra en la pared. La mancha del café de Vanessa sigue ahí; siento como su presencia mi inunda y puedo ver los recuerdos vividos en esas paredes.

Lo veo como si fuera una película, Vanessa corriendo y dejándose caer en el sofá, el sonido de su risa me inunda y siento ganas de llorar. Han sido tantas las noches que he pensado en reunirme con ella, sería fácil tomar unas pastillas, tírame de un puente, chocar con el auto o cualquier otra cosa, morir es sencillo; pero recuerdo la promesa que le hice y elimino todos aquellos pensamientos.

Decido recoger unas ultimas cosas que aun sirven y las meto en una caja para llevarlas conmigo; tomo el cuadro, algunas prendas, películas favoritas de Vanessa y un par de otras cosas. Su aroma se ha desprendido de sus cosas, así que es fácil dejarlas.

Salgo del departamento y me doy la vuelta para verlo por una ultima vez. La melancolía me invade y antes de cerrar la puerta, me despido de Vanessa.

- Adiós, cariño; espérame en el otro lado.

 

Salgo del edificio y subo a la camioneta donde me esta esperando Leah; al entra me mira con cariño.

- ¿Esta todo bien?

- Sí, es solo que… -suspiro para deshacer el nudo en mi garganta-. Es duro, es difícil. -Ella asiente y me da un pequeño abrazo, su vientre rosa con mi vientre.

- Bueno, vamos. -Nos colocamos el cinturón de seguridad y nos ponemos en marcha.

- ¿Para cuando dices que nace? -Le pregunto haciendo referencia a su vientre.

- Finales de julio. -Dice con una gran sonrisa.

- Eso es genial.

En cuanto terminaron la escuela, Nik le propuso matrimonio a Leah y ella inmediatamente aceptó; se casaron al mes en una boda pequeña. Me invitó, pero me negué, aun no estaba lista para volver al país donde murió Vanessa.

En cuanto llegamos a su casa, Nik nos recibe con un delicioso estofado. Leah y Nik son felices juntos, me da gusto que al menos ellos sí tuvieron su final feliz, porque todos nos merecemos uno, ¿no?

Esa noche ocurre una lluvia de estrellas, así que subimos a su azotea para apreciarla; y hoy más que nunca, puedo sentir la presencia de Vanessa, tal vez es ridículo, pero siento que hoy esta más feliz que nunca. Oreo se acerca a mí y sé que igual que yo, puede sentir a su mamá, a Vanessa.

 Me duermo pensando en ella, recordando los buenos momentos y creando escenarios imaginarios en donde seguimos juntas, cumplimos nuestros sueños y envejecemos. Pero sé que ese es un futuro imposible. Pero de la misma manera, sé que ella estará conmigo hasta el día en que muera y nunca estaré sola, porque ella, ella fue la estrella fugaz que iluminó mi noche, fue mi pequeña estrella fugaz.

 

FIN.




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