Dicen que, para sanar, tienes que aprender a soltar, pero, no es tan fácil como te lo hacen creer, ha pasado poco más de dos años; y creo que estoy lista para contar mi historia, así que comencemos.
Todo comenzó en agosto, en la temporada de nuevo ingreso, yo estudiaba economía; en ese entonces ya tenía dos años en esa universidad, todo era normal y ordinario. ¿Quién iba a decir que tener una compañera de cuarto iba a cambiar de ese modo mi vida?
Era una tarde de agosto, y regresaba al campus después de mis vacaciones de verano cuando Lizzi me detuvo en la recepción.
−¿Eli? −Lizzi era la encargada de los dormitorios, era una chica hermosa de veintisiete años de edad, de tez clara y pelinegra con unos hermosos ojos color esmeralda.
−¿Sí?
−¿Regresando como siempre antes de que empiecen las clases? −Yo solo asentí con la cabeza, era una persona cerrada, no me agradaba hablar con todos, Lizzi no me caía mal, al contrario, me agradaba; pero el detenerme en medio de la recepción… eso no me gustaba−. Ok, solo te quería notificar que este año tendrás una compañera de cuarto, es de origen latino, para ser específica, de México. Espero que se puedan llevar bien, este es un gran cambio para ella; obtuvo una beca para estudiar aquí, así que espero que la puedas ayudar.
Solo tuve una compañera al inicio de la carrera y las cosas no terminaron bien, solo diré que ella era demasiado curiosa y a mí no me gusta que se metan en mis asuntos. Asentí a lo que Lizzi me había comunicado; cuando estaba lista para dirigirme a las escaleras para ir a mi habitación Lizzi me volvió a llamar.
−Eli. −Me di la vuelta para volver a verla−. Inténtalo, ¿quieres? −Yo embocé una media sonrisa.
−Claro.
Me dispuse a subir antes de que me dijera que quería que le diera un recorrido en cuanto llegara o que le ofreciera ser mejores amigas o alguna de esas idioteces.
Era primero de agosto, las clases no comenzarían hasta el cinco del mismo mes, por lo tanto, el campus estaba prácticamente vacío, salvo por algunos alumnos que preferían escapar antes de su casa. Solo tenía una amiga, no llegaría a llamarla mejor amiga, pero, a diferencia de las demás chicas, con ella tenía una mejor relación.
A diferencia de mí, ella pasaba todas las vacaciones de verano con su familia, durante la época de escuela se la pasaba hablando de lo perfecto que era estar con su familia; y para ser sincera, sentía unos pocos de... ¿celos? No sabría cómo llamarlos, es solo que mi relación con mi familia no era la mejor.
Mi familia era conservadora, nada de novios, fiestas o tener un mal comportamiento. Verán, mi familia era una de las más ricas de la ciudad, mi papá era un hombre de negocios exitoso, mi mamá se dedicaba a ser su sombra, mi hermano era la figura pública que representaba a papá cuando él no podía asistir a algún evento. Mi hermano se la pasaba de carrera en carrera, solo esperando a que papá le cediera una parte de sus negocios a su nombre. Mientras que yo, prefería pasar desapercibida, eso me permitía tratar de llevar una vida normal.
Pero mi papá me tenía totalmente controlada, porque no vaya a ser que un día arme un escándalo y ponga en riesgo la imagen de sus negocios. Mientras que mi hermano podía hacer y deshacer lo que quisiera.
Los días transcurrieron lentamente, normales, aburridos. En mis tiempos libres me gustaba leer, pero solo me gustaba leer cosas que me sirvieran para la escuela, nunca me llamó la atención leer libros de fantasía, romance y esas cosas. Desde mi llegada había leído un libro que sin duda me ayudarían este año en mis materias.
Rápidamente llegó el 4 de agosto, había quedado con Leah en ir a verla en cuanto llegara, y así fue. Ese día había podido traer una pizza de un restaurante que era de mis favoritos, apenas eran las doce de la mañana, los estudiantes empezaban a llegar y me preguntaba en qué momento llegaría mi compañera.
Leah era una chica hermosa para cualquiera, su cabello rizado y pelirrojo, con unas hermosas curvas, tenía unos hermosos ojos azules, la tez blanca y pecas en las mejillas, era del Reino Unido y estudiar en esta universidad había sido su mayor sueño desde pequeña; su gran argumento era que el programa de arte era excelente.
Así que ahí estaba, en su habitación comiendo pizza mientras ella ordenaba sus cosas y me contaba de las hermosas vacaciones que había tenido con su familia; para ser sincera, no le estaba poniendo atención. Mi mente divagaba en la idea de la llegada de mi nueva compañera. ¿Sería buena idea regresar a mi habitación por si mi compañera llegaba? ¿Husmearía en mis cosas?
−¿Eli? −Me interrumpió la pelirroja, sus ojos estaban puestos en mí− ¿Me estás poniendo atención? ¿Estás bien?
−Sí, sí, es solo que… −No terminé de hablar y me puse de pie−. Me tengo que ir. −Me dirigí a la puerta y de repente me tomó del brazo. Éramos de la misma altura.
−¿Estás bien? ¿Ocurrió algo con tu familia?
−Sí, sí, bueno... no. −No sé por qué me sentía de esa manera, era solo una chica más. No le había contado a Leah que iba a tener una nueva compañera de habitación−. Bueno −empecé a decir−, tendré una nueva compañera de habitación, y eso me pone… ¿nerviosa? Sabes que no me gusta compartir habitación con nadie.