Pequeña estrella fugaz. (corregido)

Capítulo 12.

La semana avanzó, los exámenes estaban cada vez más cerca, y con ello el plan de mi hermano se encontraba más cerca que nunca. Durante esa semana, dormí en la habitación de Leah mientras dejaba que las cosas entre Vanessa y Jack avanzaran; suponía que ella se podía cuidar sola y poner un alto si era necesario. Al parecer todos a mi alrededor eran felices con pareja; eso era mucha miel para mí. 

El sábado por la mañana me despertó una llamada. 

−Calla esa cosa. −Me dijo Leah, quien se cubrió la cabeza con la almohada. 

Me pregunté quién podría estar marcando a esa hora, y cuando leí el nombre en la pantalla, recordé que el día había llegado. 

−Hola, cariño. Supongo que ya estabas despierta, ¿cierto? –Habló Alex desde el otro lado de la línea.

−Oh, sí. Claro que sí −me levanté de un salto de la cama y tomé mis pantalones más cercanos−, estaba a punto de marcarte para recordártelo. 

−No hacía falta que me lo recordarás, no he podido dormir con la idea dando vueltas por mi cabeza. 

−Es bueno saber que ese pequeño cerebro tuyo sí funciona. −Bromeé para hacer tiempo mientras terminaba de cambiarme. 

−Elizabeth, por Dios, ¡vuelve a dormir! −Leah balbuceaba. La noche anterior nos habíamos desvelado haciendo nuestras tareas. Teníamos que acabar los trabajos pendientes, ya que estábamos en la recta final a los exámenes.

−¿Le pediste ayuda a tu amiga? −Mierda, recordé que se suponía que Vanessa y yo nos íbamos a hacer cargo de los deberes de Lizzi mientras ella salía con mi hermano. 

−Claro que sí. −Mi voz tembló un poco y esperé que no se diera cuenta de ello. 

−Perfecto, en un rato te veo. −Antes de que pudiera decir algo más, colgué. 

Tenía que ir por Lizzi y convencerla de que se vistiera para tener una cita con mi hermano. 

Salí corriendo del cuarto de Leah y bajé lo más rápido que pude las escaleras hasta la primera planta del edificio, ya que ahí se encontraba la habitación de Lizzi que la escuela le había otorgado. Iba maldiciendo por lo bajo mientras me hacía una coleta y planeaba lo que le diría a Lizzi.

Cuando doblé para salir de las escaleras, choqué con Vanessa y ambas dimos un par de pasos hacia atrás. Parecía desconcertada por un segundo, pero en cuanto se dio cuenta que se trataba de mí, sonrió y yo ya tomé de la mano llevándola conmigo. 

−Hey, ¿hola? ¿A dónde vamos? −No aminoré el paso mientras empezaba a explicarle lo que teníamos que hacer. 

−Me tienes que ayudar a convencer a Lizzi para que nos deje todas sus tareas y salga con mi hermano hoy. −La miré de reojo y ella asintió. 

Llegamos a su habitación y cuando estaba a punto de tocar, Vanessa me detuvo. 

−Yo lo hago. −Asentí y tocó con delicadeza. Fue en ese momento que me di cuenta que yo hubiera sido muy brusca, como siempre. 

Lizzi no tardó en abrir, y cuando abrió se estaba cepillando el cabello, al parecer estaba lista para que su jornada empezará. Al vernos nos sonrió. 

−Hola chicas, ¿necesitan algo? −La empujé con suavidad para que pudiéramos entrar y cerré la puerta. 

−Sí, que hoy no trabajes; nosotras nos haremos cargo. −Sentí como la mano de Vanessa se aferraba más fuerte a mi mano y fue en ese momento que me di cuenta de que no la había soltado. 

Inmediatamente la solté en un movimiento brusco, pero al instante me arrepentí; quise volver a tomar su mano, pero me arrepentí. Lizzi nos miraba desconcertada mientras tomaba asiento en una silla cerca de su escritorio. 

−No entiendo, ¿qué pasa? −Apreté los labios y relajé mi postura.

−Si te pregunta, desde ayer te lo dije. −Hice una pequeña pausa y ella asintió−. Alex está en la ciudad, y vas a salir con él. Mi parte del plan era prepararte para la cita de hoy, pero lo olvidé. −Lizzi no lucía molesta, en cambio, su sonrisa se expandió y se puso nerviosa.

−Claro, ¿dentro de cuánto tiempo estará aquí?

−Una hora y media.

Después de que hiperventilara un poco, pusimos manos a la obra y se dio una ducha rápida. Mientras ella se duchaba, Vanessa y yo buscamos entre su closet y sacamos un bonito vestido blanco, de la parte del busto a la cintura era pegado y un poco plisado con los hombros descubiertos, la falda era circular y llegaba arriba de la rodilla.

En cuanto salió de la ducha, le ayudamos a pasar el vestido por su cabeza, y mientras Vanessa se encargaba del cabello, yo me encargué del maquillaje. Preparé el rostro y no me detenía en pensar cada pequeño paso, solo hice lo que sabía hacer, al finalizar sus ojos tenían una sombra marrón claro y un pequeño delineado adornaba el borde de sus ojos, pinté sus pestañas y le pinté los labios de rojo. 

Vanessa se había encargado de hacer una pequeña diadema trenzada y de darle movimiento a su cabello; no sabría decir quién estaba más nerviosa, si ella o yo. 

Salimos corriendo de su habitación y nos dirigimos a las afueras del edificio; suponía que Alexander ya debía de estar ahí, así que lo busqué con la mirada y me detuve en la Jeep plateada que estaba estacionada en la entrada. La puerta del conductor se abrió y bajó Alexander; iba vestido con una playera blanca y una chaqueta negra de cuero, tenía unos vaqueros negros y unos tenis blancos. 




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