−Esa es una acusación muy seria. −El director de mi carrera se encontraba conmigo mientras la directora de carrera de Jack hablaba con él. Nos encontrábamos en el edificio principal del campus; la ira había disminuido un poco y pude sentir como mis mejillas me dolían y mi ojo derecho palpitaba.
−Estoy diciendo la verdad, ¡Jack trató de violar a Vanessa! −El director se inclinó hacia el escritorio y me examinó con la mirada−. ¿Quiere pruebas? ¡Las tengo!
−Te creo, pero son una de las mejores familias de la región, esto podría afectar severamente su imagen pública.
−¡A la mierda la imagen pública! −Exclamé ¿cómo podría ser más importante el qué opinen los demás de ti si en realidad eres una mierda?
−Su padre dijo claramente…
−¡No me importa lo que él haya dicho!
−Buenos días. −La puerta del cubículo se abrió y Alex entró al mismo, me volteé a verlo y en cuanto me vio, su expresión fue de terror− Pulga, ¿qué te pasó?
−Puse en su lugar a tu querido primo. −No pude evitar que una sonrisa de orgullo se asomara en mis labios.
−Ve con Lizzi para que te de algo −se acercó y me dio un beso en la frente−. Yo me encargo de esto.
Asentí y salí del despacho, pensé en ir a dar un vistazo a donde estaba Jack, pero supuse que eso solo empeoraría las cosas. Por un momento pensé en regresar a mi salón y presentar mi último examen, pero pasaban de las diez de la mañana, a esa hora ya se debería de estar aplicando, así que ya no tendría caso.
Llegué a mi habitación y al entrar, Vanessa estaba sosteniendo una taza de lo que parecía chocolate caliente y a su lado estaba Leah junto con Nik; al verme Vanessa corrió hacía mí y me abrazó.
−¿¡En qué estabas pensando!? −Exclamó revisándome delicadamente la cara.
−No fue nada, solo un ajuste de cuentas.
−Deberías de ver tu cara, dice lo contrario.
−No creo que sea tan malo.
Me tomó de la mano y me llevó directo al espejo de cuerpo completo que teníamos en la habitación, mi cabello estaba desordenado y tenía un gran moretón en el ojo y una herida en el labio inferior junto con unos moretones en el rostro. Al verme quedé horrorizada, pero supuse que pudo haber sido peor.
−No es nada, enserio.
−¡Por Dios Elizabeth! Mira como tienes la cara. −Se dio la vuelta hacia Leah y Nik− ¿Podrían traer algo para curar a Eli?
−¿Ahora eres doctora? −Dije en tono burlón, ella hizo una mueca burlona y se alejó.
Leah asintió y tomó de la mano a Nik y ambos salieron de la habitación.
Vanessa se sentó en su cama y yo la acompañé. Me miró con duda pasándome un mechón de cabello detrás de la oreja.
−¿Por qué? −Tomó una de mis manos y se aferró a ellas, yo cedí a su gesto.
−No iba a dejar que se saliera con las suya, y lo que hizo, no estuvo bien. Ya era hora de que se le pusiera un alto.
−¿Por qué lo dices?
−Simplemente no creo que hayas sido la primera y si lo dejábamos así, no ibas a ser la última. −Trató de decir algo, pero la interrumpí− ¿Qué fue lo que pasó? −Bajó la mirada y trató que nuestras manos se soltarán, pero yo me aferré a la suya.
−Después de que formalizamos lo nuestro, unos días después… Lo hicimos por primera vez, al principio fue lindo, buscaba la forma más sutil de llevarme a la cama, pero, en los últimos días me había negado. Y, ayer… todo se descontroló; llevábamos más de una semana sin hacerlo, él trató de forzarme, pero traté de defenderme. No sirvió de mucho, comenzó a tratar de quitarme la ropa…−se quedó un momento callada y una lágrima se escapó de sus ojos−. Para finalizar y no revivir eso, te diré que lo golpeé con una lámpara que tenía en su escritorio; al parecer quedó inconsciente y fue ahí cuando escapé de su habitación.
Pensé en contestarle con un te lo dije, te lo advertí, pero supuse que no iba a ser muy sensible de mi parte; pasé una mano por sus hombros y la pegué a mi cuerpo. Ella apoyó su cabeza en mi pecho y se relajó.
−Te juro que esto no se quedará así, buscaré a los mejores abogados para que ese maldito pague su merecido. −Ella solamente asintió con la cabeza y en ese momento Leah y Nik llegaron; llevaban un botiquín de primeros auxilios en las manos. Solamente les sonreí y agradecí.
−Perdón por los arañazos. −Dije mientras Nik le pasaba una gasa con alcohol a Leah.
−Ah, no te preocupes. −Me regaló una sonrisa amistosa y me revolvió el cabello−. Yo hubiera hecho lo mismo si alguien hubiera tratado de hacerle algo a Leah o a cualquier otra chica; pensé en golpearlo, pero no quise agrandar el problema.
Asentí y los tres siguieron curando mis heridas.
−¿Cómo que no podemos hacer nada?
−Nuestros padres ya hablaron, y llegaron a un acuerdo, él pagará el monto que sea necesario con tal de que tu amiga no levante cargos.
−¡A la mierda su maldito dinero! −Eran aproximadamente las seis de la tarde cuando me reuní con Alex para hablar de lo sucedido.