Pequeña estrella fugaz. (corregido)

Capítulo 26

En la semana de exámenes, Vanessa estaba en su punto más crítico, iba y venía y azotaba las puertas detrás de ella, yo por mi parte traté de mantenerme serena y no volver a tener problemas con ella. 

Me aseguré de que todo estuviera en orden para cuando nos fuéramos. Beatrice iba a ser la encargada de cuidar el departamento durante nuestra ausencia. Yo ya tenía mis maletas listas; aunque prefería viajar ligera, podía llevar solo la ropa necesaria para un par de días y allá podía comprar más. La semana avanzó rápido, en un abrir y cerrar de ojos, nos encontrábamos a dos días de nuestra partida. 

Volvía de la escuela cuando vi una nota de Vanessa donde decía que había ido a comprar unas cosas que le hacían falta y que había tomado la tarjeta de crédito. Como siempre, no le tomé importancia a ello, ella era libre financieramente, aunque sabía que tarde o temprano tendría que hacerme cargo de la parte de los negocios que me había dejado mi padre, pero suponía que eso podía esperar. 

Me encontraba en la sala haciendo mis últimas tareas cuando alguien llamó a la puerta; supuse que era Vanessa, debido a que ya tenía un par de horas fuera; pero al abrir, no encontré a nadie, salí al pasillo para ver de quien se trataba, pero no vi a nadie. Supuse que alguien se había equivocado de puerta, así que le resté importancia. 

Me volví a sentar cuando volvieron a tocar; me levanté de mala gana e iba arrastrando los pies. 

−Te juro que, si de nuevo no estás ahí para cuando abra la puerta, te asesinaré. −Grité a la puerta; pero en cuanto la abrí, me llevé una sorpresa. Mi padre estaba en la puerta. 

−¿Así le hablas a tu padre? −Preguntó con expresión fría. 

−Perdón padre −le di un beso en la mejilla y un fugaz abrazo−, no te esperaba aquí. 

−Claro que no, nunca me invitas a visitarte. −Me hice a un lado para que él pudiera pasar, examinó con detenimiento el departamento y vio las cosas tiradas de Vanessa−. Así que sigues con ella. 

−Así es, padre. −Lo corroboré y él hizo una pequeña mueca. 

−Bueno, a lo que venía. −Hizo a un lado los papeles de Vanessa y tomó asiento−. Como ya saliste de vacaciones, tendrás que hacerte cargo de tu parte correspondiente al negocio; y antes de que digas algo, empezarás este mismo lunes. 

−Pero, padre. Ya tengo planes, y…

−Sin objeciones. −Me interrumpió llevándose un dedo a los labios. 

Quería gritarle y negarme, pero no podía. Como dueña de gran parte del negocio de mi padre era mi responsabilidad hacerme cargo de ello. 

Escuchamos cómo introducían la llave en la cerradura de la puerta y vimos entra a Vanessa con varias bolsas. Ella las dejó caer en cuanto vio a mi padre y sus ojos viajaron de él a mí. 

−Hola, ¿está todo bien? −Preguntó un tanto confundida. 

−Todo genial, querida. −Volteó hacía mí y sonrió−. ¿Cierto, querida? −Yo solo asentí y él sonrió con orgullo−. Bueno, yo me retiro; te veré pronto, hija. −Me dio un beso en la nuca y se acercó a Vanessa para darle un beso en la mano e hizo una pequeña reverencia−. Que disfrutes de tus vacaciones, Vanessa. 

Dio un último vistazo a su alrededor y salió del departamento. 

 Vanessa me miró curiosa y se cruzó de brazos delante de mí. 

−¿Qué ocurre? −Preguntó. 

−Nada −la rodeé para volver donde estaba anteriormente−. ¿A qué te refieres? 

−Sabes a lo que me refiero. −Se sentó delante de mí un poco molesta. 

−Es mi padre. ¿Acaso no puede visitarme? 

−No me refiero a eso, estás extraña. ¿Te dijo algo?

−No, no. Es solo que… tendrás que viajar sola. 

Su expresión cambió totalmente y noté que se molestó, se levantó de la silla y se puso a acomodar las compras que hizo un tanto molesta. 

−Hey, ¿qué ocurre? −Pregunté. 

−Nada, estoy apreviniendo mis cosas para viajar sola, ¿acaso ya no compraras el boleto de vuelta? Ya mejor me quedo allá ¿no? De esa manera te evitas problemas; es más −hizo una pausa y se dio la vuelta hacía mí−. ¿Para qué cargas conmigo? ¿Por qué si te causo problemas sigues cargando conmigo? Sería más fácil que…

−¡¿Quién está hablando de malditos problemas?! −Exclamé. Ella se dio la vuelta y entró a su habitación cerrándola detrás de ella. 

−Vanessa −toqué su puerta y la traté de abrir, pero ella la había cerrado por dentro−, Vanessa, por favor, abre. 

No obtuve respuesta alguna, así que le di su espacio. 

A la mañana siguiente me desperté con el sonido de la puerta principal al cerrarse; Vanessa se había ido a su último día de clases. Me incorporé y traté de pensar qué es lo que le había molestado, pero simplemente no lo entendía. 

Llamé a la compañía de vuelos y pedí una reposición del boleto, afortunadamente accedieron y aproveché para comprar el boleto para el vuelo de regreso de Vanessa, lo compré para el domingo doce de enero. Suponía que no pasaría nada si faltaba unos días a la escuela y probablemente nos iría bien un respiro ¿no? Bueno, eso esperaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.