Salí corriendo del contenedor y vomité; sentí que mi cuerpo temblaba. Quería llorar, pero estaba en shock, sentí que el piso se movía y con ello caí al piso, me hacía falta aire para respirar y a lo lejos vi una sombra. Antes de ponerme de pie y correr como pude saqué mi teléfono y llamé a Alex; este contestó inmediatamente.
−¿Eli? ¿Estás bien? −Preguntó un tanto adormecido.
−¡Está muerta, Alex! −Grité− ¡Muerta! −Me tiré a llorar, mi respiración se entrecortaba y me puse de pie para correr; sentí que las piernas me fallaban, pero no me importó.
−No, Eli; Vanessa está bien, escúchame… −Trató de tranquilizarme, pero lo interrumpí.
−¡Está muerta! −Volví a gritar− ¡Acabo de ver su cuerpo! −Alex se quedó callado y me pidió la dirección, yo se la di.
Escuché como se ponía de pie y salía de su departamento; me pidió que me quedara en la línea, y así lo hice hasta que perdí la señal. Seguí corriendo temiendo lo que fuera aquella sombra; pero, cuando estaba por salir a la carretera principal, me detuve. Di la vuelta y volví a entrar al termo, decidí que no me apartaría de su cuerpo hasta que alguien llegara; y respecto a la sombra… no me importó lo que pudiera pasar, si me mataba me iba a hacer un gran favor.
Al entrar de nuevo al termo observé de nuevo el cuerpo sin vida de Vanessa, sin importarme nada, besé su frente y junté mi frente con la de ella, lloré silenciosamente y deseé que levantara la mano y acariciara mi mejilla, o que me diera ánimos, o que simplemente abriera los ojos y me diera que todo estaba bien… Pero mis deseos fueron inútiles, nada de eso pasó. Me sequé las lágrimas y terminé de desatar el cuerpo de Vanessa.
Me aferré a este y me senté en el piso, el mismo estaba completamente frío, y sentí como el frío se colaba dentro de mis jeans, acomodé el cuerpo sin vida de Vanessa como en las noches que nos acostábamos en el sofá a ver películas y seguí llorando aferrada a ella; su cuerpo estaba completamente frío y un tanto rígido. Su ropa estaba destrozada, tenía tan solo unos jeans desgarrados y su chamarra se encontraba rota y desabrochada.
No me imaginaba lo que debió de haber sufrido todo ese tiempo… Sentir el frío colarse por sus huesos, el pasar hambre y la incertidumbre de un nuevo día. Moví su chamarra y pude notar que había una gran mancha de sangre a la altura de su corazón, al observar bien pude notar que era la perforación de una bala… Le habían disparado directo al corazón. Pegué un grito desgarrador que causó que mi garganta ardiera y mi cuerpo comenzó a temblar a causa del frío; tomé su cara entre mis manos y hablé:
−No podré hacer esto sin ti −dije con un hilo en la voz−; tú eras mi pilar, mi motivo de seguir existiendo, luz y esperanza… y ahora que te has ido no tengo nada. Lamento que hayamos peleado en nuestro último momento juntas, lo que pasa que jamás pensé que ese iba a ser nuestro último momento juntas; no debía de ser así. Tú debías de tener una vida larga y plena… No debía de acabar así. −Me encontraba llorando sin control, esperaba sentir su caricia en mi espalda, que me dijera que todo iba a estar bien y que todo esto era un mal sueño… pero eso no pasó.
A lo lejos se escucharon las sirenas de las patrullas y ambulancias. Escuché cómo Alex gritaba mi nombre, pero no tenía ni la fuerza ni la voluntad para ponerme de pie; en cuanto me encontró, se llevó una mano a la boca por la escena. Él corrió a mi lado para consolarme y trató de sacarme del contenedor; pero yo me negué.
Todo ocurrió en cámara lenta, el dolor se hacía cada vez más y más intenso; alguien me tomó de la cintura y me separó del cuerpo de Vanessa entre gritos y lamentos; golpeé a Alex por haberme separado de ella, Alex trataba de consolarme, pero me encontraba muy histérica, así que solo sentí un pequeño pinchazo y todo a mi alrededor se empezó a poner muy nublado, vi a Alex a mi lado, sosteniéndome para no caer, mis ojos comenzaban a cerrarse y lo último que vi fue cómo se llevaban el cuerpo de Vanessa en una ambulancia.
Al caer dormida, tuve un sueño muy diferente al resto… Eran recuerdos, los recuerdos de los días vividos con Vanessa. Vi el día que Lizzi me informó de que tendría una compañera de habitación, el momento exacto en el que Vanessa entró a la habitación, su primera sonrisa causada por mí; las peleas sin razón alguna, el día que bailamos con la luna como nuestro testigo, el día que la vi de la mano con Jack, nuestra interacción en la fiesta de independencia, el día que cubrimos a Lizzi y nuestra pequeña pijamada; ahora sus palabras tenían más sentido
−Es que… no lo entiendo −escuchaba claramente su voz−, tenían un romance muy bonito, les hubieran dado más tiempo… ¿te imaginas? Cómo uno puede saber que un día estás con tu pareja, y al día siguiente, este simplemente se esfumó, ¿cómo asimilamos esa última caricia? Ese último beso, esa última caricia… −Ahora lo entiendo.
Vane, simplemente no se puede. Te queda una enorme grieta.
−Simple, así es la vida, un día estás, al otro no, y no te puedes detener a decir adiós o de la misma manera; nunca sabrás que es la última vez que estás con alguien. −Mis propias palabras me dolían. Deseaba vivir en ese recuerdo, abrazarla y decirle que jamás me dejara… que simplemente no era tan fuerte para seguir sin ella.
Los recuerdos continuaron, el día que confirmé que tenía sentimientos por Vanessa… deseaba no haber tardado tanto tiempo para aceptarlo. Todos los recuerdos con ella durante los últimos meses fueron una tortura. Deseaba no haber perdido tanto el tiempo en aceptar lo que sentía… Y ahora era demasiado tarde para regresar el tiempo.