Narrado por: Roscoe
Regla número uno del Campamento Golden Seeds:
Nunca bajes la guardia.
Porque si lo haces, un niño de cinco años te pondrá salsa picante en la pasta de dientes.
¿Cómo lo sé? Porque esta mañana grité:
—¡¡MIS ENCÍAS ESTÁN EN LLAMAS!!
Y Rachel se rió como si fuera un show de comedia. Traidora.
—Fue Merly —dijo, sin siquiera preguntar.
—¡Prueba de que se divierte demasiado con nuestras desgracias!
Rachel se encogió de hombros.
—Tiene talento para la estrategia. Si tuviera una oficina, sería presidenta mundial antes de los 8 años.
Miles, que estaba sentado con las piernas cruzadas leyendo un libro titulado “Atlas Mundial de Preguntas Difíciles”, levantó la vista.
—Dato curioso: los presidentes más jóvenes de la historia asumieron el poder entre los 20 y 30 años. Merly rompería récords.
—Y probablemente haría que todos tuviéramos que usar ropa deportiva obligatoria —respondí.
—¡Eso haría! —gritó Merly desde la ventana—. ¡Y eliminaría la tarea!
Rachel me miró con una sonrisa… de esas que empiezan a desarmarte por dentro.
Ay, no. No, no, no. Roscoe, compórtate. Tú no vienes aquí a enamorarte. Solo estás trabajando. Por dinero. Y por la moto. Por Grace. Sí, piensa en Grace.
—¿Estás bien? —preguntó Rachel.
—¿Yo? Claro. Solo estoy recordando que me gusta el caos. Me hace sentir vivo.
Rachel entrecerró los ojos, como si pudiera leer mi pensamiento.
Yo disimulé mirando hacia otro lado. Justo en ese momento, Beverly pasó caminando junto a nosotros. Con sus pants impecables y su peinado que parecía inmune a la humedad del bosque.
—Hola, niñeros del montón —dijo sin mirar directamente.
Rachel suspiró.
—Beverly, nadie te está hablando.
—Solo pasaba a ver si necesitaban ayuda… o si ya querían rendirse antes de la competencia.
—¿Tú necesitas ayuda? Con tu ego —respondí.
Beverly se giró con lentitud.
—Roscoe, qué lástima. Eres guapo. Pero parlas demasiado.
—Y tú eres callada. Pero fastidias igual —le lancé una sonrisa encantadora solo para arruinarle el día.
Merly apareció como un fantasma ninja y le lanzó confeti por la espalda.
—¡Operación “Espía Desenmascarada”! ¡Ejecutada con éxito!
—¡MERLY! —gritó Rachel, aguantando la risa.
Miles se acercó con un bloc de notas.
—He registrado todas las ocasiones en las que Beverly ronda nuestras cabañas. Promedio: tres veces por hora. Conclusión: está planeando algo. O busca amigos. Pero lo dudo.
Beverly se sacudió el confeti con dignidad y caminó hacia el bosque sin mirar atrás.
—Esto no ha terminado —dijo, más para ella que para nosotros.
—Lo sé —respondió Rachel, con una mirada seria por primera vez.
...
Más tarde, durante la actividad libre, organizamos un concurso de talentos improvisado.
Miles recitó las capitales de todos los países que empiezan con “B”. En orden alfabético. Mientras resolvía un cubo Rubik.
Merly hizo una demostración de “karate-ballet-fútbol”.
—¡Se llama Deporte-Todo! —gritó mientras giraba en el aire y pateaba una piñata decorativa.
Rachel recitó una historia graciosa inventada sobre una princesa que odiaba los zapatos y gobernaba descalza.
Y yo… bueno, yo toqué la guitarra.
—¿Tú tocas? —preguntó Rachel, sorprendida.
—Solo cuando quiero impresionar o arruinar la paz —dije, rascándome la nuca.
—Pues... medio lo lograste.
No lo dijo con sarcasmo. Lo dijo… ¿tiernamente?
Tocamos juntos una canción absurda inventada por Merly que se llamaba “Mi niñero huele raro pero cocina bien”. Rachel improvisó una estrofa que rimaba “caos” con “espaguetis crujientes”. El campamento entero se rió.
Y en ese momento, por un par de segundos… todo se sintió bien.
Hasta que Beverly nos miró desde lejos. Y sonrió.
Pero no era una sonrisa graciosa.
Era una sonrisa de plan en marcha.
Y yo ya sabía lo que eso significaba:
Trampa a la vista.
#5316 en Novela romántica
#2050 en Otros
#539 en Humor
juvenil adolecentes, travesuras romance, humor aventura amistad secretos
Editado: 01.05.2025