Pequeña Gran Competencia

Capítulo 15: Obstáculos, confesiones y un sabotaje sin escrúpulos

Narrado por: Roscoe

—¿Listo para romperte una pierna? —me dijo Merly, mientras me amarraban la pierna a la suya con una cuerda.

—Yo solo vine por la comida y el drama —respondí—. Pero supongo que también vine a protegerte del barro.

Rachel y Miles, nos observaban desde las gradas.

—¡Hagan que valga la pena! —nos gritó Rachel, agitando una banderita dorada improvisada con una servilleta.

...

La prueba del día se llamaba “La Carrera de Obstáculos Cuasimilitares Pero Infantiles”.

Y sí… el nombre era tan ridículo como el circuito.

Consistía en:

  1. Atravesar una piscina inflable llena de gelatina.

  2. Saltar pelotas de yoga sin rebotar a la estratósfera.

  3. Cruzar un túnel de cuerdas colgantes, esquivando peluches gigantes con cara de bananas enojadas.

—¡Te lo juro, esa banana me guiñó el ojo! —grité, mientras esquivábamos uno que volaba.

—¡Concéntrate, Roscooooeeee! —rugió Merly, emocionada.

Los otros equipos:

  • Equipo Azul: Pablo (niño hiperactivo) y Leo (adolescente fan del parkour).

  • Equipo Rosa: Beverly (rival declarada) y Dana (niño tímido pero con fuerza sobrehumana).

  • Equipo Naranja: Rodrigo (niño travieso) y Valeria (adolescente que habla solo en sarcasmos).

  • Equipo Verde: nosotros, Merly y Roscoe, la dupla dinamita.

Y aunque todos querían ganar… Beverly tenía cara de “voy a destruir a quien se cruce en mi camino”.

La carrera comenzó.

Entre gritos, caídas y gelatina en lugares que no mencionaré… ¡íbamos liderando!

Hasta que Beverly empujó una de las pelotas de yoga justo cuando pasábamos.

Merly resbaló.

Caímos. Pero logré levantarla a tiempo.

—¿Estás bien? —pregunté, medio cubierto de pelusa de banana.

—Sí, pero si Beverly vuelve a tocarme, le lanzo una gelatina por la nariz.

Corrimos. Saltamos. Gritamos.

Y pasamos la meta… segundos antes que el equipo azul.

...

—¡TIEMPO! ¡Equipo verde gana por una nariz llena de peluche! —gritó el coordinador.

Rachel y Miles aplaudían desde las gradas.

Miles (con sus datos, obvio):

—¿Sabías que la banana es en realidad una baya, pero el tomate también?

Rachel:

—Ese dato me desconcierta tanto como lo competitiva que se ve Beverly.

Pero entonces…

un grito rompió la celebración.

—¡Nuestras mochilas fueron abiertas! ¡Las cajas del tesoro están rotas!

Los organizadores corrieron a revisar.

—¡Faltan piezas de las pistas de mañana! ¡Esto fue sabotaje!

Rachel frunció el ceño.

—Merly, ¿dejaste tus cosas sin supervisión?

—¡No! Las dejamos todas en el toldo del equipo. ¡Juro que estaban bien hace una hora!

Miles se acercó con cara de detective.

—Vi a Beverly curioseando entre las mochilas antes de la carrera. Fingía buscar su suéter… pero vi que escondía algo en el bolsillo.

Rachel:

—Y aquí viene la parte en la que lo niega todo.

Beverly, con indignación falsa nivel 100:

—¡No pueden acusarme sin pruebas! Solo porque su equipo va ganando. ¡Qué conveniente!

...

Los coordinadores anunciaron:

“La búsqueda del tesoro de mañana continúa, pero algunos equipos tendrán penalización. El sabotaje no será tolerado. Se investigará a fondo.”

Rachel se acercó a mí.

—Esto no se va a quedar así.

—¿Me estás reclutando para un contraataque?

—No, pero si alguien vuelve a tocar las mochilas, Miles lo atrapará con una trampa de confeti activada por sonido.

—Ese niño es aterradoramente brillante.

Rachel bajó la voz.

—Oye… lo hiciste genial hoy.

—¿Tú también te diste cuenta que casi me trago una banana de peluche?

—No. Me refiero a cómo protegiste a Merly. Y cómo no dejaste que Beverly ganara.

Silencio. Sonrisas. Corazones latiendo raro.

—¿Quieres decirme algo más, Rachel? —pregunté.

Ella solo me guiñó un ojo.

Y se fue.

Yo… quedé fundido.




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