Narrado por: Roscoe
Tenía un buen presentimiento sobre ese día.
Habíamos planeado algo simple: Rachel, yo, y los dos tornados de cinco años llamados Merly y Miles. Íbamos a comer pizza y luego al cine. Algo tranquilo, algo divertido, algo que… me permitiera ver la sonrisa de Rachel .
...
Pizzería “La Rodaja Feliz” – 1:15 p.m.
—¡Quiero la pizza con piña y gomitas! —gritó Merly, trepándose a la silla como si fuera una torre de control.
—Eso no existe —dije, horrorizado.
—Pues que la inventen —respondió, decidida.
Miles, con su menú infantil en mano, ya estaba señalando ingredientes como si diera una conferencia gastronómica.
—Masa delgada, salsa equilibrada, queso mozzarella con albahaca. Nada de carnes. El pepperoni reduce la calidad estructural de la corteza.
Rachel me miró, riéndose bajo la servilleta.
—¿Te arrepientes de haber venido?
—Al contrario —respondí—. Esto es lo más entretenido que he hecho desde… bueno, desde que me caí dignamente en el campamento.
—Dignamente no es una palabra que asociaria a tu caída, pero acepto que caíste con estilo.
—Mentira. Nunca tuve estilo. Lo gané después de conocerte.
Ella bajó la mirada. Pero sonrió.
Y yo… me derretí un poco por dentro.
...
Entrada al cine – 2:30 p.m.
Después de sobrevivir a una pizza con gomitas (sí, Merly convenció al chef), llegamos al cine.
Y casualmente ahí estaban.
Emily y Ethan.
Los Thompson.
—¿En serio? —murmuré, viendo a Ethan con su bolsa gigante de palomitas.
—¿Quién planea venir al cine un sábado sin pensar en que nos encontraríamos? —dijo Ethan.
—¡Rachel! —gritó Emily, emocionada, abrazando a su amiga—. ¡No me dijiste que vendrías!
—Tampoco sabía que tú vendrías… —respondió Rachel, lanzándome una mirada de “¿ahora qué hacemos?”
—¡Hagamos grupo! —propuso Ethan, que ya estaba saludando a Miles como si fuera un viejo profesor.
—Yo quiero sentarme al lado de Roscoe —dijo Merly.
—¡Yo quiero al lado de Rachel! —siguió Miles.
Emily guiñó un ojo y sonrió como quien sabe más de lo que dice.
Yo comencé a sospechar.
...
Durante la película
No tengo idea de qué película vimos. De verdad. Solo recuerdo que:
Merly me lanzó una palomita por la oreja.
Miles explicó en voz baja todos los errores científicos de la animación.
Ethan se quedó dormido con la boca abierta.
Emily grabó todo en modo “documental” para burlarse después.
Rachel se reía. Y yo no podía dejar de mirarla.
Hubo un momento en que nuestras manos rozaron en el portavasos.
Yo no me moví.
Ella tampoco.
Y aunque no nos miramos, ese roce fue más emocionante que cualquier escena en la pantalla.
...
Después del cine – 5:00 p.m.
El plan original era volver todos juntos.
Pero Emily y Ethan dijeron:
—Vamos por helado. Ustedes quédense con los peques.
Y se fueron.
Rápido. Sospechosamente rápido.
Miles bostezó.
Merly se acomodó en la banca.
—Estoy cansada —dijo—. ¿Podemos dormirnos aquí?
—Sí, claro. En esta banca incómoda y llena de chicles. Buenas noches —respondí.
Rachel se rió.
—Tenemos una hora antes de que los recojan.
Los mellizos se quedaron dormidos en nuestros brazos.
Literal. Uno en cada lado.
Rachel me miró.
—Esto es lo más parecido a una cita que hemos tenido.
—¿Y sabes qué es peor?
—¿Qué?
—Que quiero que lo sea.
Ella no respondió de inmediato.
Se recargó un poco más en mi hombro.
—Entonces que lo sea.
Mi corazón se aceleró.
No dije nada. Solo la miré.
Y por primera vez… no tuve que improvisar.
Porque todo ya era perfecto.
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Editado: 30.11.2025