Pequeña promesa [#1]

Capítulo 7

Capítulo siete: ¿Campamento sorpresa o sorpresa en el campamento?

— ¿Qué dijiste? —pregunté incrédula de escuchar su respuesta.

De todos los institutos que existían en California tuvo que inscribirse justo en el que yo asistía.

¿Por qué a mí?

«En serio destino, te estás pasando. »

—Estudiaré en Lincoln School. —repitió, sin borrar la leve sonrisa dibujada en sus labios.

Al parecer él no estaba sorprendido como yo, lo que me hizo darme cuenta de que claramente Oliver White era consciente de algo que yo desconocía.

—Oh, bien. —respondí poco segura, sentía como los nervios estaban invadiéndome.

No sabía porque estaba tan preocupada de él asistiera a la misma escuela, yo no tenía ningún motivo para ello, sin embargo, pensarlo tanto me hizo darme cuenta de algo; no estaba preocupada, los nervios que sentía no eran más que la pura sensación de alegría.

Estaba emocionada de tenerlo cerca.

Y no me gustaba, no era correcto.

— ¿Y tú? —cuestionó luego de un rato en silencio.

— ¿Yo qué? —pregunté sin entender, no podía dejar de ver sus ojos —o tal vez sí, pero no sería correcto ver otras cosas—, él suspiró.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó en tono perspicaz, fingiendo interés, levanté una de mis cejas y él agregó—: Hablo de que, ¿también estudias en ese instituto? —inquirió con falsa curiosidad, mirándome con atención.

Su manera de observarme hizo que la extraña emoción creerá en mi interior, me miraba como si mi respuesta fuera de mucha importancia para él. Quizás para confirmar algo que él ya sabía.

—Sí y también acompaño a Sophie. —la señalé, ahora bailaba como robot.

—Sí que sabe bailar. —bromeó al verla.

—No querrás decir lo contrario. —reí en respuesta.

Nos quedamos en silencio escuchando el fuerte sonido de la música, pensé que ya no hablaríamos de nada más, que él diría «adiós» y se iría dando por terminado nuestro sorpresivo encuentro, sin embargo, me desconcertó cuando dijo:

—Entonces, ¿si quieres que te lleve? —preguntó de nuevo.

¿Quería que me llevara? Bueno, no quería estar aquí, entonces eso era un sí ¿Verdad? No obstante, no podía dejar a Sophie Rosie en este lugar.

—No puedo irme. —exclamé para que me escuchara sobre la música. Él pareció un poco decepcionado.

— ¿Por qué? Pensé que ya no querías estar más aquí. —objetó sin comprender mi cambio de decisión.

Suspiré con pesadez.

—Sophie está ebria y no creo que sea buena idea dejarla en este lugar. —dije, Oliver asintió al comprender.

Giró para ver algo a su espalda y luego contestó:

—Pues ella parece estar en muy buenas manos. —dijo causándome curiosidad.

Observé directamente al lugar donde Sophie antes bailaba como robot, sin embargo, ella ya no estaba sobre la mesa. Esta vez estaba sobre la boca de Matt.

« ¡Por fin! »

Pero, amigos míos, no olviden que mi súper poder era dañar los más dulces y hermosos momentos, por esa razón las palabras salieron de mi boca con el único y claro objetivo de molestar.

Me acerqué a ellos y Oliver siguió mis pasos atento.

— ¡Así que por ella me dejaste en la friendzone! —exclamé fingiendo indignación, luego continué diciendo—: ¡No se coman! ¡Qué asco! ¡A papá no le gustara esto! —informé de manera bromista. Sophie cambió su expresión abstraída por los besos de Matt a molestia toda y únicamente para mí.

Luego salí corriendo, huyendo por mi vida, pues si Sophie me atrapaba no habría historia que contar.

— ¡Matt, debes llevarla a casa! —ordené, sin dejar de correr. Él levantó el pulgar de manera afirmativa.

— ¡Me las pagaras, Nicole! —escuché antes de salir completamente de la casa de Matt.

Oí la carcajada de Oliver tras de mí, esto me recordaba viejos tiempos, aquellos cuando jugaba con Oliver y Sophie se molestaba, corríamos riendo a escondernos y librarnos de sus golpes.

Entonces me sentí bien, el pasado no era tan diferente del presente, después de los años, la esencia que creamos de niños no se debería perder de jóvenes y eso, a mi parecer, era lo que hacía la vida mágica.

Por primera vez, luego de diez largos años, me hizo feliz recordar a mi viejo amigo.

— ¡Nicky! —me llamó, al instante me detuve y esperé un poco—. Vaya, sí que eres rápida. —apoyó sus manos en las rodillas, tomando aire por la boca de forma un tanto desesperada.

—Lo sé —asentí—. Con Sophie siempre tuve que escapar de algún grito o golpe. —me encogí de hombros.

—No has cambiado nada en ese sentido. —se puso recto y guardó sus manos en los bolsillos delanteros de sus vaqueros, su respiración poco a poco se reguló.

Al parecer él también podía pasar de estar por desmayarse a estar muy tranquilo.

— ¿En qué sentido cambié? —pregunté curiosa, me crucé de brazos y sonreí esperando su respuesta.

Él me observó escrutando mi rostro de manera minuciosa.

—En el sentido físico, estás hermosa. —comentó sin dudar o vacilar, la sangre subió a mi rostro con rapidez.

¡Oh, por Santa Claus!

Cuanto agradecía que fuera de noche y no pudiera ver mi rostro sonrojado de forma alarmante.

Bajé la mirada, algo intimidada por la suya y sin saber que responder, balbuceé:

—Eh, ¿Y cuál es tu auto? —cambié de tema. Soltó una risita ante ello.

—Oye, no seas descortés, ¿Y mi cumplido? Por lo menos un «Oh, Olivery, ¡qué guapo estás! » —dijo con voz aguda lo cual me causó gracia.

— ¿Olivery? —asintió—. ¿Si digo eso tu gran ego no se dañaría? —negó con la cabeza —. Ahí lo tienes, tu ego está lo bastante alto, Olivery. —le di dos palmaditas en la cabeza poniéndome de puntillas.

Me sorprendió que recordara el apodo que le había dado cuando éramos tan sólo infantes llenos de mocos.




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