Pequeña promesa [#1]

Capítulo 15

Capítulo quince: Algo que, probablemente, debíamos recordar

Jamás había estado presente frente a un detalle romántico, era muy dulce ser partícipe de este momento, sonreí complacida de que Matteo arreglara las cosas de esta forma.

No obstante, si Sophie Rosie no bajaba en este instante estaba dispuesta a tirarla por la ventana. Sophie lo miraba directamente, respirando pausadamente, con un brillo tierno en sus ojos. Era un brillo dulce, un brillo que reflejaba amorfelicidad.

Matteo Wood estaba en el patio de nuestra casa con un micrófono en su mano izquierda y un amplificador en el suelo, también estaba acompañado de Oliver White, quien tocaba la guitarra de una manera ágil y delicada, era una melodía armoniosa, aquello me sorprendió.

Matt estaba cantando, no era un Bon Jovi y mucho menos Rihanna, creo que estaba cerca de ser un gallo cantando en las mañanas, sin embargo, era hermosa la intensión y el detalle y eso era lo que valía. Bueno, lo importante era que Sophie estaba sonriendo y por eso valía la pena escuchar el tono desafinado del castaño.

Eso pensaba yo, quizás mi mente no estaba poniendo mucha atención y era que, al parecer, por alguna loca y extraña razón no podía dejar de ver a Oliver.

Una de mis debilidades secretas era esa: un chico expresara arte de alguna manera y por media de la música era la mejor de las formas. Que un chico fuera amante del arte y eso que Oliver estaba haciendo era arte. Tocaba con sentimiento, con pasión y corazón. Sonreí escuchándolo tocar.

Que haría yo, sin tu inteligente boca atrayéndome, y sin ti echándome a patadas —cantó Matt, Sophie soltó una carcajada—. Tengo la cabeza dando vueltas, no es broma, no puedo saber que pasa por esa hermosa cabecita.

—No lo puede creer. —murmuró sorprenda.

—Pues créelo. —subí y bajé mis cejas.

Estoy en tu viaje del misterio y estoy tan mareado, no sé qué me golpeó —justo en ese momento se dio un pequeño golpe en su pecho de forma dramática—, pero estaré bien —sonrió levemente, de forma coqueta—. Mi cabeza está bajo el agua, pero estoy respirando bien, tú estás loca y yo no estoy en cabales.

Mi hermana, a mi lado, sollozó en tono bajo, Emma lo notó y le entregó un pañuelo a Sophie quien no dudó en tomarlo.

Comenzaba creer que ser sensible al extremo era de familia.

Porque todo de mí, ama todo de ti —se señaló a él y luego ella—. Ama tus curvas y tus bordes, todas tus perfectas imperfecciones, dame todo de ti, y yo te daré todo de mí —no dejaba de mirarla con infinita ternura y volvió a entonar—: Tú eres mi final y mi principio, incluso cuando pierdo, estoy ganando, porque te doy todo lo mío y tú me das todo lo tuyo.

Silencio, pánico, miedo.

El rostro de Matteo perdió color y expresión. Oliver dejó de tocar al darse cuenta de que Matt se detuvo viendo hacia la ventana vacía, en el momento en el que Sophie se alejó de la ventana adentrándose a la habitación, parecía asustado y no dudaba que entrara en pánico, Matteo miró a Oliver en busca de ayuda, sin embargo, él observó sin tener alguna respuesta.

— ¿A dónde vas? —pregunté alarmada siguiendo a Sophie.

— ¿Cómo que dónde? —me observó con una sonrisa, eso me tranquilizó—. A escuchar a mi novio cantar en el patio de mi casa. —contestó de manera obvia y divertida.

Eso me alivió.

Ella salió del cuarto y yo volví corriendo a la ventana.

— ¡Oliver, no dejes de tocar! —grité sin dejar de sonreír.

Él asintió con la cabeza, se acomodó la cabellera oscura y siguió haciendo su magia.

— ¡Estaré aquí toda la noche, nena! —exclamó y me guiñó un ojo.

Bueno eso era nuevo y tampoco estaba segura de haber escuchado bien.

«Nena, sí, Nicole, te dijo nena. »

Oliver volvió su atención a la guitarra, regresando a la melodía de la canción, Matt me sonrió más relajado y yo levanté el pulgar en forma de aprobación.

Él no dudó en continuar.

Cuantas veces tengo que decirte —Sophie llegó al patio y se acercó lentamente a él, todo era extremadamente dulce—, que incluso cuando lloras eres todavía hermosa. —tomó su mano y besó sus nudillos.

Matteo Wood era detallista y dulce. Malditamente dulce. Y acababa de ganarse por completo el corazón de Sophie. Lo sabía y me alegraba.

»El mundo está tirándote abajo, yo estoy por aquí, pasando por cualquier estado de ánimo —llevó una mano a la mejilla de mi hermana —. Tú eres mi perdición, tú eres mi musa, mi peor distracción, mi Rhythm & Blues que no puedo dejar de cantar, suena en mi cabeza por ti —entrelazaron sus dedos—.Mi cabeza está bajo el agua, pero estoy respirando bien, tú estás loca y yo no estoy en mis cabales —se miraron a los ojos de forma tierna, con todos sus sentimientos revelados y emociones aun secretas—. Porque todo de mí, ama todo de ti. —cantó en voz baja, buscando que sólo Sophie se sintiera parte de esa frase y finalmente la besó.

Comencé a aplaudir y los demás también me imitaron, esto era mejor que una película de amor, de verdad esto pasó frente a mí, de verdad existían chicos como Matt que valían la pena.

Aquellos por los que vale la pena llorar porque sabías tendrías estos momentos en los que secarían tus lágrimas, de beso en beso, de detalle en detalle. Aunque sería mejor no botar ni una lágrima.

— ¡Otra, otra, otra! —exclamé con diversión.

—No arruines nuestro momento. —gritaron el par de enamorados para luego seguir besándose.

—Esto es incómodo —Oliver se quejó y luego entró a la casa dejando al par de tortolitos de nuevo en su burbuja —. ¡Estoy subiendo! —gritó desde la escalera.



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En el texto hay: romance, amor adolescente, drama amor amistad

Editado: 25.11.2021

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