Pequeña promesa [#1]

Capítulo 17

Capítulo diecisiete: ¡Qué sí, son primos!

—Sí, son primos —repetí por cuarta vez—. Emma, ¿estás segura de que no tienes sueño? —pregunté, divertida.

Era evidente para mí que se encontraba cansada, somnolienta, pero sin importar su cansancio ella seguía ahí; escuchándome, pendiente de mí.

 ¿Sueño? —preguntó con ironía—. Pffs, ¡Claro que no! Si sólo son las dos de la mañana y es miércoles, o sea día de escuela —soltó una risa bastante falsa—. ¿Quién tendría sueño?

Aguanté mi risa.

— ¡Qué suerte! —exclamé divertida—. Porque tengo que contarte que...

— ¡Nicole Marie Jones! —interrumpió usando mi nombre completo—. ¡Cállate de una vez! ¡Se considerada con tu mejor amiga y déjala dormir!

Me quedé en silencio mientras mordía mi labio inferior, sabía que debía dejarla descansar, de sólo pensar en su cachetada aquella vez que la asusté, consideraba darle algunas horas de sueño. Emma suspiró desde el otro lado de la línea. Entonces volvió a hablar.

— ¿Nicky? —preguntó en susurro, avergonzada—. Ya, puedes hablar. —sabía que en este momento debía estar rodando los ojos con molestia.

Reí en voz baja, pues sí mamá me encontraba con el teléfono a esta hora enloquecería y con ello, yo terminaría castigada: adiós ración de azúcar diaria.

—Gracias. —murmuré.

A veces quiero golpearte. —confesó en un suspiro.

Seguimos hablando por algunos pocos minutos o, bueno, yo lo hacía y Emma escuchó todo, o eso quería creer porque sus respuestas eran más murmullos que palabras con sentido alguno. Llegó el momento en el que me reí al escuchar su ronquido.

Colgué el teléfono decidiendo ser considerada y también volviendo a recordar lo que sucedió cuando no durmió como debía.

Mi mejilla subió de temperatura al pensar en la bofetada.

Revisé mi teléfono, llamadas, mensajes y redes sociales. Nada nuevo.

Desde hace unos días no había hablado mucho con Logan o, mejor, no había hablado absolutamente nada con él y comenzaba a preocuparme, así que decidí abrir la conversación que él olímpicamente ignoró y sabía que lo hacía porque justo en ese momento estaba en línea y no respondía.

Observé mi último mensaje, en el cuál se leía:

Yo: Te he notado algo distante, ¿todo anda bien? Te quiero.

Pero era obvio que no había nada bien, él volvió porque decía extrañarme, sin embargo, ¿Ahora era fácil hacerme a un lado? Yo también lo estaba extrañando demasiado, me gustaba tenerlo nuevamente cerca, pero ahora todo era extraño; ya no sentía la necesidad de saber de él, de estar con él.

«Nicky, has activado el modo novia

Y era verdad, algo en mí me advertía que las cosas no iban bien, nos habíamos alejado tanto y esto, dos meses atrás, hubiera resultado imposible, pero ahora no, ahora ya no lo sentía indispensable para mí.

Oh, no.

Esto era malo ¡Más que malo!, no era correcto sentirse de esta manera en una relación.

Dudé si enviarle un mensaje o no, quizás si lo hacía lo ignoraría como lo había hecho con los demás.

Antes de tan siquiera decidir se desconectó, dándole un punto final a mi indecisión.

Dejé caer el teléfono en mi pecho.

Cerré los ojos y poco a poco me fui alejando de la realidad y cuando estuve por llegar junto a Mike Wazowski mi teléfono sonó.

Olivery: ¿Despierta?

Sonreí al leer su mensaje, ¡Vaya observación, White!

Yo: Soy una somnámbula que envía mensajes.

Olivery: Buena respuesta.

Yo: Mala pregunta.

Olivery: Creo que a esta hora es donde más sarcasmo expresas.

Reí para luego cubrir mi boca.

Se suponía que debía estar «dormida» en estos momentos así que mis padres no debían escucharme o a mamá le daría un ataque de histeria y no quería otro sermón sobre el uso del teléfono a altas horas de la noche.

Yo: ¡Qué observador!, ¿Tú qué haces despierto?

Olivery: Oh, ya sabes lo de siempre, acabé de entrar sin hacer ruido a mi departamento para no tener problemas por andar en peleas ilegales.

Yo: Ja, ja, ja.

Olivery: ¿Qué te parece si salimos en la tarde?

Me retorcí en mi cama y con la almohada ahogué un gritito de emoción, como toda una colegiala al salir con el chico que le gustaba.

«Te gusta.»

¡No! ¡Yo no dije eso!

«Lo hiciste.»

No.

«Sí.»

No.

«

¡No! ¡¿Pero qué clase de loca era?!

Olivery: ¿Te dormiste?

Yo: Soy sonámbula.

Olivery: Cierto, entonces... ¿Qué dices?

¿Qué digo?

« ¡Un "sí" tan grande como se pueda! »

Yo: Sí, ¿por qué no?

Olivery: Bien, nos vemos después del instituto. Dulces sueños.

Y sí que lo serían. Después de ello me dormí con una enorme sonrisa.

☮ ☮ ☮

—Despierta. —susurré en su oído.

— ¿Mmm?

—Arriba. —sacudí su brazo.

—No. —respondió.

—Bien —tomé la almohada en la que su cabeza estaba apoyada haciendo que cayera sobre el colchón—. ¡Pececito! ¡Despierta, despierta! —estrellé la almohada repetidas veces contra su cuerpo.

Y despertó.

Maldita sea, ¡Despertó!

— ¡Joder! ¡Nicky! ¡Te mataré! —gritó muy molesta Sophie Rosie.

Dato curioso: jamás debías despertar a Sophie Rosie bruscamente, jamás.



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En el texto hay: romance, amor adolescente, drama amor amistad

Editado: 25.11.2021

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