Pequeña promesa [#1]

Capítulo 22

Capítulo veintidós: Y entonces Oliver mintió y Nicole también lo hizo

Sí, sí, sí.

No tenía derecho de preguntar y él no tenía la obligación de contestar, pero quería que lo hiciera.

Era una necesidad en secreto, era un deseo frustrado, era... ¡Era simplemente algo que quería saber! ¿De acuerdo? No tenía más explicación para ello, por eso la pregunta salió como bala disparada de algún arma de mi boca.

Sentía vergüenza de mi misma.

« ¿Qué haces, Nicole? ¿Pides explicaciones a tu amigo de quien lo llama cuando no lo haces con tu novio y su íntima amistad con Kim? ¡Me encanta tu lógica! »

Y entonces me arrepentí aunque era tarde para ello.

—Olvidado, Oliver —me oí decir—. No tienes por qué decirme —reí levemente—. ¡Yo no tengo por qué preguntarte! Olvidado, ¿sí?

Pero sus ojos no dejaban de mostrar temor, miedo, nervios y su boca no era capaz de completar palabra alguna. Oliver era un chico sin filtro, cauteloso, pero no solía ponerse nervioso, ¿Por qué ahora sí? Estructuré su rostro, su expresión y lo que me hizo sentir no me gustó.

Ella-a es una amiga-a —tartamudeó, haciendo que mi corazón se acelerara y por fin dijo—: Ryley es una amiga de...de Ann. —trató de sonar seguro con su respuesta.

Falló rotundamente.

Lo observé apretando los labios, él rascó su nuca, evidentemente apenado. No tenía por qué responder, ahora quería haber sentido seguridad en su respuesta, pero no.

Oliver estaba mintiendo.

Oliver White me estaba mintiendo.

Esta era la cereza del pastel, era el broche de oro para cerrar el día tan pésimo que viví.

No tuve oportunidad de responder, simplemente asentí y giré mi rostro, mirando a los chicos nuevamente, Emma jugaba con los cabellos dorados de Caleb y él de vez en cuando le daba una mirada dulce, Dylan observaba a Matteo jugar sugiriéndole algunas maniobras para que ganara y Loyce volvió de la cocina en compañía de Sophie Rosie.

—Nicky —la escuché decir, gracias al cielo Sophie Rosie apareció—. Es hora de irnos. —informó mi hermana, le sonreí asintiendo con la cabeza.

Volví mi mirada a los demás, al parecer Dylan se quedaría un rato más con Loyce, Emma y Caleb se despidieron de ellos al igual que Sophie y Matteo.

— ¿Vienes? —le pregunté a Oliver, él negó.

—Debo ir al cuarto de baño. —se excusó, nuevamente rascó la parte trasera de su cabeza.

Asentí en silencio, entendiendo lo que él realmente hacía.

Sophie y Matt salieron de la casa junto con Caleb y Emma, yo volví a mirar a Oliver el cual me sonrió con cierta timidez.

¿Ahora era tímido? ¿Después de haberme coqueteado? Era contradictorio y me generó curiosidad entender por qué el cambio de su comportamiento.

—De acuerdo, ya debo irme. —señalé con el pulgar la salida.

Escuché un auto ruidoso encenderse y supe que se trataba del pequeño escarabajo rojo intenso de Caleb.

—Sí, lo sé. —asintió, aun sin moverse, tan sólo esperando que yo me fuera lo suficientemente lejos para él salir directo a su departamento.

Me dolió entender eso, me dolió saber que Oliver me quería lejos.

—Bueno, adiós...creo. —respondí, poco segura.

Esto era muy vergonzoso.

Hice una seña con mi mano despidiéndome de él, Dylan y Loyce ya no estaban a la vista así que no hubo más despedidas y Oliver a mi espalda susurró:

—Dulces sueños. —dijo con voz suave.

En serio se escuchaba excelente esa frase saliendo de sus labios. Mi corazón latía un poco más rápido, mis piernas no se detuvieron y simplemente hice como si él no hubiera dicho nada.

Al salir, cerré la puerta de entrada a mi espalda, la noche me recibió, su cielo oscuro con algunos puntos brillantes completaron el paisaje, el diminuto auto de Caleb estaba tras el auto de Oliver y Dylan, era menos ostentoso a comparación de los otros dos, pero funcionaba, Caleb estaba tan feliz el día que lo compró y lo llevó a la escuela.

Subí a la parte trasera con Matt y Sophie, Emma corrió el asiento del copiloto y se sentó cerrando la puerta, Caleb me miró por el espejo y preguntó:

— ¿Y Oliver?

Me dejé caer al respaldo de la silla, miré por la pequeña ventana y respondí:

—Tiene cosas que hacer, se irá en su auto.

Ninguno preguntó más, cerré mis ojos y, por fin, mi mente logró descansar.

Loyce estaba felizmente con Dylan, un problema menos.

Ahora me quedaban dos en uno; Logan y Oliver, pero hoy no pensaría más en ellos, no hoy y quizás no en un mes. Obviamente eso no iba a suceder y más tarde que temprano íbamos a tener que hablar.

Yo iba a tener que hablar.

☮☮☮

Viernes.

Sí, hoy era viernes y mi cuerpo lo sabía.

Sólo faltaban quince minutos para decirle Hola al fin de semana y con ello al montón de tareas que nos habían dejado estos días.

¿Creyeron que me iría de fiesta? Pues yo también lo creí.

«Nicole Marie Jones no suele irse de fiesta. »

El maestro de filosofía dictó con mucha velocidad y me sorprendió tanto que lograra hablar tan rápido, pero los platos rotos los pagaban los chicos que estaban justo al frente recibiendo toda la saliva que era expulsando al hablar y recitar cada palabra.

Palabra, saliva, palabra, saliva, palabra, saliva.

—Sócrates fue...

El timbre volvió a sonar, creí que hora sería mi sonido favorito en el mundo desde ahora. No importaba quien fue Sócrates, importaba que mi mano parecía ya no volver a escribir nunca más o, por lo menos, en el fin de semana.

— ¡Ah! —suspiré y masajeé mi mano entumecida por escribir.

Desgraciadamente en esta clase estaba sola, no era de las chicas que hablaban por montón, pero jamás había estado tanto tiempo callada y menos en una clase de filosofía.




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