Pequeña promesa [#1]

Capítulo 28

Capítulo veintiocho: El innombrable Logan Smith

Estaba muy impaciente, Emma estaba encerrada en el baño y se negaba a abrirme. Las chicas que entraban, me miraban con confusión y yo me limitaba a seguir tratando de que Emma me respondiera.

— ¿Estás bien? ¿Aún estas viva? ¡Háblame mujer! —Toqué la puerta una vez más, no respondió—. ¡Emma Foster, abre la puerta! ¡Respóndele a tu mejor amiga! —me crucé de abrazos.

La escuché quejarse.

Las clases del martes ya habían terminado, Emma no se encontraba muy bien, por esa razón ya llevaba veinte minutos esperándola y veinte minutos en los que ella había estado vomitando. La veía agotada, cansada, sus parpados parecían más pesados. Y me sentía preocupada por ella.

Tal como había dicho Caleb, Emma era una chica dinámica, siempre buscaba como ocupar su tiempo y últimamente la veía algo decaída, sin fuerza.

Me asustó bastante ver que se encontraba pálida, su rostro perdió color de un momento a otro, algo me decía que mi mejor amiga no estaba comiendo bien, cuando le ofrecí de mi almuerzo ella lo comió con ganas; tuvo un arrebato voraz por llenar su estómago como si hace mucho no probara bocado. Sin embargo, luego tuvimos que correr al baño de chicas, la comida le había caído mal. Ella estaba un poco débil y, al parecer, su estómago no estaba listo para recibir algo de comer.

Lo peor y lo que más me llamó la atención es que tan sólo fue un sándwich y un poco de fruta picada, comió eso y al instante dijo que se sentía mal.

Tendría que hablar con ella.

La puerta se abrió.

Sonreí al ver que de nuevo tenía color en sus mejillas. Eso era una buena señal.

—Lo siento —me dijo—. Últimamente no he podido comer ni dormir bien. —confesó, apenada.

Se acercó al lavamanos, yo la miré expectante mientras se limpiaba la boca con agua del grifo.

—Emma, ¿Quieres hablar? —le pregunté, cautelosa.

Ella me miró por el reflejo del espejo.

—Sé que no te gusta hacerlo, pero aquí me tienes. —le aseguré, al ver la duda en su mirada.

—Sí, lo sé —dijo—. Pero ya debemos irnos. —dio por finalizada la charla.

Me dejé llevar por ella, teníamos que vernos con Ann a las cinco de la tarde, no teníamos trabajos para mañana e iba a estar con dos de mis amigas. Mi vida comenzaba a pintarse de rosa.

No iba a decir que olvidé la situación con Logan —claramente no era así de fácil, no, no señores—, pero se me había hecho más llevadera ya que él no había asistido a clase estos dos días; sólo habían pasado dos días, DOS, y yo lo sentía como un mes.

Tampoco iba a negar que me preocupaba que no apareciera, siempre estaba esa sensación de saber cómo él se encontraba, ¿Se sentiría bien? ¿También necesitaba estar lejos de mí? No tenía mensajes de él desde ayer en la mañana. Eso me inquietaba.

Y sobre la charla con Loyce, ella dijo a la final que no sabía nada, que creyó saberlo. No le creí en lo absoluto y pronto buscaría la manera de hacerla hablar.

La bruja de Kim no había sido vista desde el altercado de ayer, quizás decidió volar alto en su escoba y tristemente cayó.

«Ni tan triste

Con los chicos llegamos a la conclusión de que ese par pagarían por lo que me habían hecho

Y no sería para nada bonito, no estaba muy segura si aquello era buena idea, pero por mayoría de votos harían su plan macabro.

—De nuevo en Oliverylandia —bromeó, el tono burlón en la voz de mi mejor amiga era evidente —. ¿Qué piensas? ¿En cómo serán sus hijos? ¿Qué nombres tendrán? ¡Si es niña exijo que tenga mi nombre!

Abrí los ojos con sorpresa, Emma no era consciente de todas las idioteces que salían de su boca. A ella le pareció divertido porque soltó una carcajada.

— ¿Qué? ¿Me dirás que no lo habías pensado? —reprochó una vez más cuando dábamos un paso a fuera del instituto.

Me encogí de hombros.

—En realidad...sí, pero fue hace mucho. —confesé, por no decir que fue hace diez años, cuando era una niña patética enamorada de su único y mejor amigo.

— ¿Y ahora qué piensas sobre ello? —me miró sobre sus pestañas. De nuevo me encogí de hombros.

— ¿Qué debería pensar? —pregunté, claramente sabía a qué se refería, pero me encantaba ver su frustración.

— ¡No te hagas! —Exclamó, enojada—. Vamos, Nicky, su atracción se siente más que un terremoto.

Reí con fuerza recibiendo un golpe por parte de ella. ¿Qué clase de comparación era esa?

—No lo sé, Emma —suspiré pesadamente—. ¿Qué quieres que te diga? —murmuré, confundida.

No quería tener esta conversación, pero, con tal de que ella se divirtiera, la dejaría incitarme a hablar de esto.

—Lo que sientes sería una buena opción. —apuntó directamente.

¿Qué sentía? Era difícil.

Jamás supe que fue exactamente lo que sentí por él, pensé que simplemente sería algo de niños, que con el tiempo se olvidaría y todo quedaría en nuestros recuerdos, mas no fue así, al contrario, desde que lo vi mi corazón latía rápido y ahora que estaba sola —hace tres días— sentía que todo podía fluir, todo podía pasar; todo podía ser real.

Era un verdadero terremoto con sentimientos, emociones y pensamientos chocando, moviéndose en vaivén.

—Emma, acabo de terminar con el innombrable, ¿Cómo me podría enamorar de alguien más? —contesté, sabía que eso era totalmente posible, era lo que sentía en ese momento, lo que estaba sucediendo.

Y me era imposible no hacerlo, Oliver no era un simple chico; nunca lo fue, él siempre había tenido ese poder de marcarme, de conocer algo dentro de ti.

Algo que ni yo sabía que tenía, su regreso fue la bomba y lo de Logan tal vez fue la oportunidad para notar lo había en la letra pequeña.

No éramos simplemente un chico y una chica que se conocían porque sus padres eran amigos desde hace años. Éramos más que eso.




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