Pequeña promesa [#1]

Capítulo 30

Capítulo treinta: ¡Casi fue un beso!

Oliver

Tenía muy mala suerte, aunque Lisa me decía que aquello no existía, que tenía que ser positivo, siempre positivo, yo, Oliver Andrew White, tenía pésima, muy mala, suerte.

Porque, claro, tenía que ser en ese preciso momento en que la gravedad no estuviera de nuestro lado, ¡Por Dios! ¿Cuántas posibilidades existían de caerse de un retrete? Debía admitir que yo tenía la culpa por no sostenerla con firmeza, también tenía que agradecer, aunque me molestara, no estarnos besando pues hubiera sido peor la reacción de mi madre, y eso me llevó a recordar el estado de mi rostro y evité su mirada, cubrí mi rostro con una de mis manos como si estuviera avergonzado, escondiendo mis evidentes heridas.

Me levanté del suelo tratando de no quejarme ante la fuerte punzada en mi estómago y le di la espalda, evitándola. Le extendí una mano a Nicole, ella la aceptó poniéndose de pie a mi lado, Nicole sí miraba frente a frente a mi mamá.

Sabía que nos escaneaba a la espera de una respuesta que no estaba muy seguro de darle y al parecer Nicole también se encontraba igual que yo, ¿Qué hacíamos? Una mala opción sería decir «Oh, nada, sólo estábamos a punto de besarnos, ya sabes, ¡lo que hacen los jóvenes en los baños!»

Negativo, NO de los no.

En menos de nada ella se lo diría a mi padre y pronto los Jones se enterarían ¡Y adiós, Oliver Andrew White! Charlie Jones era intimidante y debía reconocerlo y darle méritos por defender y cuidar a sus hijas.

Debía pensar algo que no me sentenciaría a muerte.

Lo que hacía esto peor, era que para mamá yo era su bebé, un bebé de dieciocho años, desde que mi hermana mayor se fue a la Universidad ella había adquirido ese hábito de tratarme siempre como un niño, no era cómodo para mí, pero entendía que mi madre no estaba preparada para dejar ir a sus hijos y ni hablar de cuando mi hermana informó que se casaría y se iría del país.

Mi madre estuvo a punto de inscribirme nuevamente en el jardín de infantes.

Casi.

De acuerdo, estaba exagerando, pero no dudaba de que esa idea se le cruzó por la mente. Mi padre solía salvarme de situaciones vergonzosas con ella y de vez en cuando la hacía entrar en razón con sus sabias palabras.

— ¡Mi amor! Lili, Oliver ya no es un niño —empezaba—. ¿O lo acompañarás a comprar preservativos?

Y mi madre enloquecía de sólo pensarlo, mi padre no era el mejor tranquilizándola.

—Yo, es decir, nosotros... —balbuceó en un vago intento de darle una explicación a la mujer parada en la puerta, al parecer Nicole también pensaba mentirle.

Sabía por su expresión, era claro que en su mente se estaba creando una mentira verdaderamente creíble para mi madre.

—Mamá, nosotros —dije con voz firme, esto era realmente difícil y queriendo desviar la atención de mi progenitora seguí—: Estábamos hablando mientras Nicky me limpiaba los rasguños y... —me giré y levanté mi rostro, observándola, mamá se paralizó al ver mi estado.

Sus brazos, antes cruzados, se dejaron caer a ambos lados de su cuerpo con evidente sorpresa.

Ay, mi madre.

—Me caí —terminó Nicole por mí. Me aclaré la garganta, recordándole que yo también me topé con el suelo—. Es decir, nos caímos. —corrigió.

Mamá, saliendo de aquel estado de asombro, se acercó a mí a paso apresurado y tomó mi rostro con sus manos, espantada por los golpes y moretones.

Funcionó mi plan de desviar el tema, suspiré disimulado el alivio que sentía.

— ¿Pero qué te pasó? ¿Quién te hizo esto? ¡Vamos al hospital ahora mismo! —demandó ella, sus ojos me miraban preocupados.

Nicole se quedó callada, sin saber que hacer otra vez.

— ¡No, no, no! Mamá, no es necesario —retiré sus manos con delicadeza y su expresión se tornó molesta—. Y no creo que quieras saber qué sucedió y ver cómo quedó el otro chico. —me adelanté a decir, ella hizo una mueca de horror.

Luego su ceño se frunció más profundamente. Oh no.

«Por favor, sígueme preguntando qué hacíamos Nicole y yo. »

—Oliver, no me gusta que te andes peleando como si fueras un salvaje. —me reprendió, era aquí, justo en ese momento, donde quería desaparecer.

¿Qué cosa podía ser más vergonzoso que tu madre te regañara frente a la chica que te gustaba?

Porque sí, estaba completamente seguro de que me gustaba Nicole y hasta podría decir que era más que un gusto.

Claramente era más que una atracción.

—Mamá... —hablé entre dientes, pidiendo que dejara su actitud de mamá osa.

Me ignoró.

—No, Oliver Andrew White —dijo ella. Oh por Dios, dígame que no me llamó Andrew—. No te dimos educación para que tú te des de golpes con alguien más, ¿en qué estabas pensando? ¡Mira esos horribles moretones que tienes!

Nada, no podía decir nada.

Esto era tan vergonzoso.

—Señora White, Oliver no hizo nada malo, de hecho, me estaba defendiendo, eso es todo. —interfirió Nicole, salvándome.

La observé por un instante, era buena convenciendo a los demás, no la noté nerviosa ni algo parecido al hablar. Agradecí en mi interior. Mi madre la miró con detalle y le sonrió dulcemente, luego giró de nuevo a mí.

— ¡Querida, se hace tarde! —exclamó la voz de mi padre llegando hasta nuestros oídos.

Ya se tenían que ir.

Suspiré aliviado.

Mi madre arrugó sus labios con disgusto, dudaba de irse y dejarme en este estado, así que dije:

—Estoy bien, te lo juro, mamá. —le aseguré, ella seguía muy poco convencida.

—No se preocupe, señora White —le habló la chica que observaba la escena a mamá—. Yo misma estaré pendiente de Oliver.

Le sonreí a Nicole y ella a mí, su rostro estaba un poco colorado, mamá nos miró a los dos con curiosidad y una lenta sonrisa se dibujó en sus labios perfectamente pintados. Asintió en respuesta.




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