Capítulo treinta y dos: Acepto, es una apuesta
Por un segundo el mundo se detuvo, el beso se detuvo, mi llanto se detuvo y, podría decir, que mi corazón también se detuvo. Y agradecí por ello
Oliver no dudó en intervenir y eso a Logan no le agradó.
—Me tienes harto, White. —espetó el chico que antes me besaba, soltándome como Oliver anteriormente le había ordenado.
Al encontrarme fuera de su agarre, mis piernas terminaron por traicionarme, dejándome caer en el césped, mi corazón estaba muy alterado y sentía que saldría de mi pecho en cualquier momento, llevé una de mis manos hasta él y presioné justo ahí donde sentía sus latidos enloquecidos, respiré profundo y exhalé lentamente.
Oliver ignoró lo que el chico de ojos claros le había dicho y se acercó a mí con evidente preocupación.
— ¿Te encuentras bien, Nicky? —me preguntó, levanté la mirada, asustada y, al momento que intenté responder, inconscientemente pasé mi lengua entre mis labios y sentí ardor allí, el sabor metálico se hizo presente y me di cuenta de algo; Logan me había reventado el labio y dolía. Ante eso, los ojos de Oliver se llenaron de rabia, mis labios temblaron y de mi boca ninguna palabra salió, así que su molestia se incrementó directamente hacia Logan—: ¡Le hiciste daño, maldito infeliz! —le gritó y sentí que el mundo había vuelto a su tiempo actual—. ¡¡Te partiré la cara!! —amenazó, poniéndose de pie.
Logan le regaló una sonrisa ladeada, una sonrisa que demostraba superioridad y yo seguí sin poder reconocerlo.
El Logan Smith que veía justo ahora era otro chico completamente diferente.
—Adelante, White —lo alentó él—. Estoy listo para recibir esa paliza.
Y Oliver caminó a paso firme y amenazante hacia él, sus manos estaban vueltas puños y en su rostro estaba aquella expresión de determinación y enojo puro y absoluto.
Sin embargo, antes de que Oliver hiciera lo que Logan esperaba, me levanté con dificultad y abrí la boca para decir:
—Por favor, llévame a casa —le pedí, sintiendo como el nudo en mi garganta volvía. Oliver se detuvo, giró su cabeza para verme y contrajo su rostro ante mi petición—. Sólo quiero irme, te lo suplico, llévame a casa.
En mis ojos ya había nuevas lágrimas, vi como él tragó saliva y apretó con fuerza sus labios, dudando, luchando por contener las inmensas ganas que sentía de golpear a Logan justo en su burlesco rostro.
Se acercó a mí y me sonrió levemente, me tomó por ambas mejillas y acercó su boca a mi frente, dándome uno de sus besos cariñosos allí, me di cuenta que me gustaba que hiciera eso y también que a Oliver le gustaba hacerlo. No se cerré mis ojos, lo observé en cada momento y noté que estaba muy molesto e intentaba contenerlo.
—Vámonos a casa, Oliver —le susurré—. Yo necesito que estés conmigo, yo te necesito, no me dejes sola. —confesé, sus labios se apartaron de mi rostro, me acarició las mejillas con delicadeza limpiando a su paso las lágrimas en ellas.
Sí, de nuevo lo había dicho.
Yo necesitaba tranquilidad y sólo él podría dármela, sólo él podría ayudarme.
Oliver White era el chico que yo necesitaba para estar en calma.
—No lo haré, Nicky —aseguró—. Te lo prometo —besó una vez más mi frente—. Te llevaré a casa.
Al escuchar lo anterior, Logan soltó una carcajada y con su lengua cargada de veneno nos dijo:
— ¿Pero qué es esto? —bramó—. ¿Ahora tú suplicas y White hace acciones de caridad? —se volvió a reír, Oliver giró su cuerpo ubicándome tras él, lo tomé del brazo con fuerza, temerosa de que cayera en el juego que Logan estaba creando.
—Es mejor que te calles, Smith —le advirtió Oliver, con dientes apretados—. O la golpiza que te daré será la peor de toda tu asquerosa vida.
Logan no se dejó intimidar por lo que Oliver le decía, se rio una vez más y bufando respondió:
—Llévala a casa, White, no la dejes sola —le decía en tono de broma, imitando mis palabras—. Porque yo, siendo tú, no lo haría —su tono de voz fue bajo y casi amenazante al decir—: Todos esconden algo, ¿no, White? Y yo me encargaré de descubrir tu sucio secreto.
Logan no dijo nada más, tampoco intentó provocar a Oliver, simplemente dejó que sus palabras se acentuaran en el aire para luego alejarse no sin antes guiñarme uno de sus ojos.
Oliver quedó de piedra, parecía afectado por lo que el chico que ahora se alejaba le había dicho.
—Oliver, ¿Tú sabes de qué estaba hablando? —le pregunté, su expresión me hacía pensar que Logan había dado justo en el blanco.
—No —se apresuró a responder, sus ojos buscaron los míos y luego bajaron a mi boca—. Ahora vamos, tenemos que comprar algo para la inflamación de tu labio. —dijo y me tomó de la mano, jalándome consigo.
Mantuve mis labios entre abiertos pues también me dolía cuando se tocaban.
Me dejé llevar por el hasta su auto, me abrió la puerta del copiloto de manera caballerosa y cuando estuve cómoda en el interior busqué mi teléfono para usarlo como espejo y ver mi labio, cada vez lo sentía más grande y pesado, lo bueno era que ya no salía sangre de él. El reflejo de la pantalla me mostró que efectivamente estaba inflamado como Oliver había dicho y que una corta salía del interior de mi labio inferior hasta el exterior, también estaba muy rojo.
Aún seguía sin creer que esto había sucedido.
Bajé el teléfono y miré hacia el frente, Oliver ya estaba dentro del auto, sin embargo, antes de encenderlo, su mano tomó la mía y eso llamó mi atención, miré nuestras manos unidas y las caricias que él dejaba en ella. Levanté la vista y encontré una expresión de culpa en su rostro.
—Lamento no haber llegado antes de que él te lastimara —empezó a decir—. Ese imbécil merecía que lo golpeara. —se quejó.
Negué con la cabeza, cohibida por lo que Oliver decía.