Pequeña promesa [#1]

Capítulo 37

Capítulo treinta y siete: Oh, la venganza se olía en el aire, ¡Y era dulce, muy dulce!

—Por favor, por favor, por favor, por favor...—suspiré evidentemente irritada. Matt llevaba persiguiéndome por más de veinte minutos y no pasaba de repetir—: ¿Sí, Nicky? Por favor, por favor, por favor, ¡¿Puedes, puedes, puedes?! —sus ojos me miraron de manera suplicante mientras me sacudía con ayudar de mi suéter rojo.

«Eso te pasa por querer ser cupido.»

No había necesidad de recordarme lo obvio, apenas y había logrado idear algo para la declaración de Caleb a Emma y ahora tenía a este chico de cabellos oscuros, de metro ochenta y voz irritante detrás de mi trasero desde que puse un pie en el instituto.

¡Feliz lunes a mí!

Sabía que pronto me pediría ayuda, pero no pensé que fuera tan rápido. El cumpleaños de Sophie era en un par de semanas y ni siquiera yo sabía que regalarle y debía —porque era un deber— ayudar a mi cuñado para que no arruinara el día especial de mi hermana o si no el mundo ardería y pobre de Matt si estaba cerca o volvía a pasar lo de su primera semana de novios.

«¿Cómo olvidar aquel capítulo de telenovela?»

Además de que, sabía perfectamente que el chico frente a mí tenía pensado ofrecer su cuerpo de regalo lo cual, y aunque a él le ofendido que le dijera, no era buena idea.

O bueno, no era algo que yo quería saber y seguramente algo que a mi padre no le agradaría que pasara.

En serio, pobre de Matt alias Marcos según mi dulce progenitor si Charlie Jones se enteraba.

—Ya, ya, ya —lo detuve, las miradas de la mayoría de chicos que pasaban para ir a su clase estaban sobre nosotros—. Te ayudaré, pero cierra el pico, Marcos. —cerré mi casillero encontrándome con un puchero exagerado por parte de él.

Él borró su gesto de compasión y una sonrisa gigantesca se apoderó de sus labios. Rodé los ojos ante su exageración, sin embargo, no hice ningún comentario, no estaba en lugar de hacerlo después de todo yo también lo hacía muy de vez en cuando.

Luego dio un brinco sobresaltándome, sus brazos me rodearon y, de pronto, ya no podía respirar con normalidad. Mis pies dejaron de tocar el suelo, un balbuceo se escapó de mis labios.

No...res...pi...ro...—la voz en mi garganta sonaba dificultosa. Matt se percató y lentamente dejó de hacer presión en mi estómago—. ¡Animal! —exclamé tomando una respiración profunda, gloriosa para mis pulmones.

— ¡Gracias, gracias, gracias! —gritaba y agradecía para luego correr directo a su clase antes de que el timbre lo tomara por sorpresa.

Me sentí usada, pero no pude evitar negar con la cabeza divertida.

Yo sonreía mientras lo veía alejarse al tiempo que abrazó a Emma sorprendiéndola al igual que a mí, pero ella dio un chillido como reacción e intentó libertarse de los brazos del castaño, después Matt la soltó y siguió caminando mientras que ahora junto con Emma lo mirábamos con atención.

La rubia llegó a mi lado y frunció el ceño, confundida.

— ¿Qué le sucede? —Interrogó ella y acomodó sus libros contra el pecho—. Es mejor que Loyce no se cruce en su camino porque ella sí lo patearía en su lugar sagrado.

Reí al escucharla, eso sería algo que Loyce haría.

—Le ayudaré con la sorpresa de cumpleaños para Sophie. —sonreí mientras cruzaba mi brazo con el suyo.

—Ya veo —asintió comprendiendo lo que decía—. Evitamos que suceda lo mismo de su primera semana de novios, ¿no es así?

—Es listo, aunque no lo creas, Emma. —bromeé, ella me sonrió.

Después de eso caminamos a nuestra clase de física en silencio. Desde que Calemma era oficial mi amiga no paraba de sonreír y Caleb no paraba de darle detalles que sólo hacían que me deprimiera ¡Y apenas llevaban tres días! Ser la soltera del grupo era un reto, podía contar con Ann quien también se encontraba por fuera de las redes del amor, sin embargo, eso me llevó a pensar en aquella fotografía que se encontraba en la habitación de Oliver.

La había olvidado por completo, quizás estaba adelantándome a los hechos, Oliver no parecía un chico comprometido. Eso me alivió un poco, pensar en Oliver se había vuelto parte de mi día a día, ese chico se había empeñado en no salir de mi cabeza y se había adueñado de cada uno de los lienzos de mi libreta.

Habían pasado tres días de nuestro casi beso, tres días en donde él supo plenamente que estaba muriendo lentamente por un beso suyo y donde yo fui consciente de que él sí sentía algo por mí. No lo había hablado con nadie, ¿era el momento para comentarlo con Emma?

Sentí como mis mejillas se calentaban al recordar sus labios en mi piel, un poderoso cosquilleo se apoderó de mi nariz, frente, labios, mejor, de todo aquel lugar que tocaron sus labios.

Suspiré sin poder evitarlo.

—Quedé de vernos con los chicos luego del entrenamiento. —me informó Emma rompiendo mi burbuja. La miré sin entender a qué se refería. Ella rodó los ojos irritada de mi distracción.

¿Ella estaba hablándome?

— ¿Por qué? —cuestioné, una de mis cejas se arqueó demostrando curiosidad.
Emma sonrió con maldad.

—Porque hoy la tarde es perfecta para una venganza. —subió y bajó sus cejas con rapidez.

Mi cara de tonta duró unos segundos más luego mi cerebro se conectó con mi parte malévola y todo fue más claro, ¿era lo que yo creía que era? Eso sonaba interesante.

—Oh, es cierto. —me golpeé suavemente la frente, con todo lo que había pasado con Oliver me olvidé por completo del plan que los chicos crearon para vengarme.

No sabía aun que era lo que planeaban exactamente, pero no me quería perder de lo que sea que estuvieran por hacer.

Ver a Logan siendo avergonzado me hacía sonreír y aunque hubo un tiempo en el que lo único que me importaba era su bienestar ahora sabía que a él nunca le importó el mío, sin embargo, debía admitir que no me convencía del todo el tema de la venganza, quizás se podía salir de control.




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