Pequeña promesa [#1]

Capítulo 45

Capítulo cuarenta y cinco: Recuerda que siempre es mejor decir la verdad.

Oliver

Matteo siguió con su fallido intento de convencerme, sin embargo, yo me negaba rotundamente a aceptar su idea. Eso no lo había planeado, simplemente era algo de ellos, yo no quería estar involucrado. Me había divertido viéndolos planearlo y eso sería todo.

—Oliver, estuviste en todos los ensayos —repuso el chico—. No puedes decir que no te sabes los pasos —puntualizó con el entrecejo fruncido, ya no tenían mucho tiempo—. ¡Por favor, hazlo por mí! ¡Hazlo por esta amistad!

Me dejé caer en el sofá, estábamos en la primera planta y todos los muebles se encontraban en el despacho del señor Jones. Dylan y Caleb estaban en silencio, el rubio no dejaba de caminar por la estancia, se veía muy nervioso. Suspiré.

—Yo dejé muy claro que no iba a participar en esto y tú lo sabes, Matt —objeté, para luego decir—: Todos lo saben. —aclaré.

Dylan bufó al escucharme.

— ¡Vamos, White! —me animó—. Piénsalo de esta forma, podrás mover tu pelvis ante Nicole. —dijo en tono burlón, encogiéndose de hombros.

El rubio que daba vueltas y vueltas se detuvo, miró al chico de ojos azules y escupió:

—No a todos les gusta mover la pelvis frente a la chica que les gusta, Dylan —defendió el chico, un tanto sonrojado—. Algunos somos caballeros, no exhibicionistas.

Matteo se carcajeó al escuchar al rubio.

— ¡No vas a cometer un delito si mueves tu paquete frente a Emma, Baker! —bramó Matt, sin vergüenza alguna.

Rodé los ojos exasperado ante su pelea estúpida.

—No quiero hacerlo, Matt. —ignoré por completo la discusión que Caleb y el castaño tenían.

Mis palabras llamaron la atención de todos, pero fue el chico de ojos azul eléctrico el que se acercó a mí y se sentó a mi lado.

—Es algo de sana diversión —me susurró—. No seas aburrido, Caleb lo hará, ¿por qué tú no?

Caleb abrió la boca sorprendido ante las palabras de Dylan, aquí vamos otra vez.

— ¡Yo no acepté nada! —negó rápidamente.

Negué divertido, mientras Matteo agregó:

—Será divertido, ¿o tienes miedo? —soltó, desafiante—. ¿Qué estoy viendo? ¿Una gallina?

Me cubrí la cara con ambas manos, al tiempo que meneaba la cabeza para no escuchar lo que estaba por decir.

—Por favor, no lo digas. —pedí.

Matt tomó una sonora respiración.

—Lo va a decir. —informó Dylan muy entretenido.

Caleb se quejó en voz alta.

—El muy tonto lo dirá. —sentenció el rubio.

Así que, sin más, Matteo Wood soltó:

 ¡Cuak, cuak!

Alejé mis manos del rostro y miré a Matt, sonrió vencedor, muy confiado de lo que había dicho.

—De acuerdo, está bien —bramé—. Lo haré, pero tú ya no podrás decir cuak, cuak, ¿estamos?

Matt entrecerró sus ojos marrones, hizo una mueca con la boca, para, finalmente, asentir en una respuesta afirmativa.

—Lo vas a disfrutar. —aseguró.

Se dirigió a la puerta, sin esperar algún comentario o respuesta, dando así por terminado el tema.

Caleb echó su cabeza hacia atrás, en modo de derrota y comentó:

—Esto no saldrá bien.

El chico de cabello oscuro sentado a mi lado, se levantó, estiró su cuerpo y nos dio algunas palabras de aliento.

—Relájate, Caleb —se dirigió al rubio de manera amistosa—. Si te sirve de consuelo, no fuiste tú el que usó una falda, nada podrá competir contra eso.

Al escucharlo, tomé uno de los cojines del sofá y se lo lancé directamente al rostro, Dylan lo recibió con algo de sorpresa, pero la sonrisa burlona no desapareció de su rostro.

La voz de Matt se escuchó sobre la música cuando dijo:

— ¡¿Qué esperan?! —Nos gritó, asomando su cabeza en la habitación—. ¡Muevan sus traseros, no tenemos toda la noche!

Sin pensarlo por más tiempo, lo seguíamos sin titubear.

☮☮☮

Las chicas frente a nosotros no eran capaces de decir palabra alguna, aunque no era necesario, sus ojos decían lo suficiente.

Mi mirada viajó hacia Nicole, su cabeza estaba ladeada mientras que pasaba su pequeña lengua sobre su labio inferior, le sonreí pues ella estaba disfrutando de todo esto y no era muy buena ocultándolo.

—Esta noche, es su noche, señoritas —señaló a las cinco chicas sentadas en la cómoda cama—. Porque tendrán el privilegio de deleitar sus hermosos ojos con estos bellos e inigualables ejemplares de la masculinidad que están ante ustedes. —dijo el castaño y caminó provocativamente por la habitación.

Sophie Rosie silbó sin disimular lo fascinada que estaba con la presencia de Matt en su habitación. El chico sabía lo que hacía, sus pasos eran muy seguros y sus gestos coquetos lograban que la mayor de las hermanas Jones babeara.

No sabía por qué había aceptado hacer esto cuando, si de por mí fuera, saldría corriendo justo ahora. Creí que cuando Matt dijo que tendría una sorpresa para Sophie se refería a que él, en privado, haría lo que sea que fuera a hacer para su novia, sin embargo, aquí estábamos, sin camisa, con tan sólo un pantalón puesto a punto de hacer el ridículo frente a las cinco señoritas.

Y una de ellas era mi prima, las mejillas de Annabeth estaban encendidas y, lo que más me impresionó, fue que su mirada se perdía algunos segundos en Dylan y aquellos ojos soñadores aparecían, luego volvía a la realidad y velozmente borraba esa expresión de su rostro.

«Dios santo, no puede ser lo que estoy pensando. »

Alejé esos pensamientos de mi mente, después hablaría con ella sobre lo que acaba de ver. Esperaba que no fuera a terminar lastimada pues era obvio la razón por la que no sería correspondida.

La miré enternecido, la adoraba demasiado, era como mi hermana menor, Ann merecía todo lo bueno de este mundo, nada menos que eso.




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