Pequeña Traviesa

CAPÍTULO 02

—¿Sigues enojado conmigo? —inquirí al ver a Aidán otra vez. 

—Nunca estuve enojado. 

—¡Vamos!, te conozco demasiado desde la mañana estás coqueteando con una de las chicas del servicio para darme celos. 

—No todo gira a tu alrededor Esther. 

—Lo sé, pero tú no puedes vivir sin mi. —Lo tomé por el cuello y subí mis piernas a sus cintura. 

—Esto no funcionará. 

—Yo creo que sí. —Tomé su boca y aunque se resistió por unos segundos cayó como siempre. 

—Ves, te dije que funcionaría. —dije con picardía. 

—Eres una pequeña traviesa. —Sus palabras me dejaron descolocadas. Esa frase, ese apodo de “pequeña traviesa” solo una persona me lo había dicho, la persona que más odiaba en este mundo y a quien no veía desde hace más de diez años. 

—Tengo que irme. —Bajé mis piernas y solté el cuello de Aidan. 

—¿Qué pasa? ¿dije algo malo? 

—No, todo está bien. Prepárate con los chicos porque esta noche estaremos de vigilancia por las bodegas, tengo el presentimiento de que los imbéciles regresarán otra vez.

—Ahora eres tú la enojada. 

—No estoy enojada Aidan, solo sigue mis órdenes , los espero a las nueve en el mismo lugar. 

Me alejé de Aidan y decidí dar una vuelta en mi moto. Tenía un lugar especial en donde podía estar sola, cuando me sentía mal solo iba a mi escape. Un lugar en la montaña, lejos de la ciudad, lejos de todos. 

Dejé mi moto estacionada, quité mi casco y comencé a caminar. Me encantaba este lugar, era época de otoño y me encantaba ver las hojas de los árboles en el suelo. Llegué a la cima de la colina y me lancé al suelo. 

“Eres mi pequeña traviesa” 

Así es como me llamaba Damián, su pequeña traviesa. ¡Desgraciado!, a pesar de diez años de no haberlo visto aún no olvidaba sus últimas palabras. Me entregué a él por amor y terminé con el corazón hecho pedazos. 

Cerré mis ojos y dejé sentir el viento en mi rostro, escuché los sonidos de las naturaleza eso me tranquilizaba, esto me hacía olvidar todo y a todos. 

Hace una década un hombre me destruyó y desde ese momento prometí que nunca más nadie volvería a tomarme como ingenua, como niña tonta, si alguien iba a romper corazones era solo yo. 

(...) 

 

Sentí como mi móvil vibraba, lo que provocó que abriera mis ojos de inmediato. Todo estaba oscuro a mi alrededor. ¡¿Tan pronto era de noche!?

Deslicé mi dedo para responder la llamada. —¿En dónde estás? —preguntó al otro lado de la línea Aidan. —Los chicos y yo ya te estamos esperando. 

—Dame media hora y estaré en el lugar, prepara mi chaleco y un par de armas. Diles que rodeen las bodegas en lo que voy de camino. 

En realidad me llevaría más de ese tiempo, pero mentí para darle calma a Aidan. 

Me levanté de prisa y corrí hacia donde había dejado mi motocicleta, me subí en ella y me dirigí hacia las bodegas, me sentía tan bien que no sentí como las horas pasaron en la colina. 

Sentí mi móvil vibrar mientras iba en camino, así que solo di vuelta al acelerador para ir más deprisa. Me estacioné en la entrada, no veía a nadie en el lugar, cuando de pronto escuche disparos al otro lado. ¡Lo sabía! iban a intentar robarnos de nuevo. 

En las bodegas se encontraban una variedad de autos coleccionables, autos que tenían un costo de millones de dólares. Si una persona se robaba uno y lograba venderlo se podía convertir en millonario. 

Me arriesgue a tomar manejar dentro de la maleza en lugar de tomar el camino, sólo así llegaría a tiempo. Ajusté mi casco y dí la vuelta. El terreno no era el más adecuado, era como si fuera en un camino para carreras de motocross. 

Casi llegaba a mi destino cuando vi una sombra correr hacia otra dirección, este tipo no era de mis hombres, los conocía a todos, en definitiva él era uno de los ladrones. Cambié de dirección y decidí ir por él. 

¡Desgraciados no iban a salir triunfantes! 

Puse el acelerador hasta el fondo y fui tras él, me adelante a su pasos y crucé mi moto delante de él. 

—Te metiste con la familia equivocada. —exclamé. Bajé de mi moto y quité mi casco. No podía verle la cara al tipo llevaba puesta una máscara negra que cubría su cara y cabello, su ropa también era negra. El imbécil sacó un arma y la apuntó directo hacia mi. —¡Vamos! Si eres un verdadero hombre deja tu arma y enfréntate con los puños. 

Pensé que no lo haría, pero lanzó su alma al suelo y se puso en posición de ataque. Fui la primera en atacar. Lancé un puñetazo, pero lo desvió, hice un segundo golpe pero también supo librarse. Al parecer este tipo también era bueno. 

Lancé una patada y dí directo a un lado de su abdomen, sonreí triunfante. 

Lancé otra patada directo a su cara y con habilidad puso una de sus manos para defenderse. En un solo movimiento tomó mi pie y me lanzó al suelo. 

Caí de boca, iba a levantarme de inmediato pero sentí su cuerpo sobre el mío, tomó una de mis manos y la pasó por la espalda, hizo lo mismo con la segunda con esto logró inmovilizarme. 

¿Quién rayos era este tipo? en tan solo segundos me había lanzado al suelo. Sentí su respiración cerca de mi oído. Mi cuerpo se estremeció por completo por ese pequeño acto. 

—Creo que te he derrotado sexi pelirroja. —susurró en mi oído. Su voz era ronca, pero sobre todo sensual. 

Sentí como amarraba mis manos. 

—¡Imbécil! Voy a encontrarte y  juro que te mataré —grité. 

Escuché sus pasos alejarse y de pronto el sonido de mi moto. El maldito se la estaba robando. Iba a matarlo, juro que iba a hacerlo. 

Como pude solté la cuerda que amarraba mis manos. Me senté en el suelo y llame a Aidan para que viniera por mí. 

—¿Qué pasó? —preguntó al verme. 

—Me encontré con uno de los ladrones, pero estaba tan desconcentrada que el imbécil logró inmovilizarme y lo peor de todo es que se llevó mi motocicleta. 




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