Pequeña Traviesa

CAPÍTULO 03

Regresé a casa, furiosa por haber perdido mi motocicleta y dos de los mejores autos a manos de esos imbeciles del trébol negro. 

Lo primero que hice fue llamar al jefe de seguridad para que localizara mediante gps mi moto y los autos.

—Lo siento señorita Nolan, pero al parecer sabían de su ubicación ya que no aparecen en el mapa, es obvio que los desactivaron.

—¡Desgraciados! Como quisiera tenerlos enfrente para estrangularlos.

—Lo mejor será hacerlo a la antigua —Habló Aidan—, estos autos son muy llamativos en el mercado, podemos colocar una trampa buscando los modelos de los autos y cuando se quiera cerrar el negocio ¡Zaz! Los atrapamos.

—Eso es muy obvio Aidan, sabrán que los estamos buscando. Estoy segura que van a estar preparados, no son nada tontos.

Tendría que esperar unos meses para poder ponerles una trampa y recuperar los autos y mi motocicleta a menos que los atrapara antes, de ahora en adelante estaría atenta a sus robos para poder atacarlos.

—Me encargaré de buscarlos, te prometo que traeré los autos y tu motocicleta. 

—No soy una princesa en apuros y no necesito a un hombre que finja ser mi héroe. Desde que esos imbéciles tomaron mi motocicleta esto se convirtió en algo personal y solo yo voy a solucionarlo. 

Salí furiosa del lugar y me dirigí hacia mi habitación. 

—¡Bell! tengo que hablar contigo. —mencionó mi mamá. La encontré antes de subir las escaleras. 

—Mamá hoy no por favor, tuve un muy mal día y no quiero saber nada más. 

—Es importante lo que tengo que decirte. 

—¿Y no puede esperar para mañana? 

—Sabes que, mejor ve a darte una ducha y mañana hablaremos de manera más tranquila. 

—Gracias mamá. 

En verdad en estos momentos nada era más importante que encontrar la manera de vengarme del trébol negro.

Me quité toda la ropa y fui directo a mi baño. Puse la regadera con el máximo de agua, sólo quería mojar mi cuerpo, estaba demasiado enojada y quería sacar mi frustración de alguna manera. 

Mientras el agua caía sobre mi espalda, recordaba a ese desgraciado. Ese tipo no era como los demás, él sabía pelear y sobre todo tenía la valentía de enfrentar a un Nolán. No podía borrar de mis pensamientos su voz, sonaba sensual, pero a la vez fingida como si no quisiera que lo reconociera. 

¡Desgraciado! 

Lo odiaba, por haberme humillado de esa manera. 

Después de la ducha fui directo a la cama, solo quería dormir y esperar a que llegara un día nuevo. 

De pronto escuché golpes en mi ventana. Me levanté alarmada ya que llegar a mi ventana era imposible, siempre había guardias vigilando la casa y para llegar hasta mi habitación era casi imposible. 

—¿Qué estás haciendo aquí? —cuestioné al ver a Aidan detrás de la ventana. 

—Dejame entrar, porque si no van a matarme. 

—¿Cómo es que subiste hasta aquí? 

—Lo vengo planeando desde hace semanas y aproveche un descuido de los chicos. 

—Estas loco, pudieron matarte. 

—No, ya todo lo tenía bajo control. 

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté

—No es obvio, sé que estás tensa por lo que pasó en las bodegas y solo quiero que te relajes. —Me tomó de la cintura y me atrajo hacia él. —Tengo nuevos trucos para enseñarte. 

—Aidan, no. La verdad es que no tengo ganas de nada ahorita solo quiero dormir. 

—Por favor mi amor, subí hasta aquí, arriesgando mi vida para pasar la noche contigo y tú simplemente me rechazas. 

—¡Nunca te pedí que lo hicieras! Si yo hubiese querido que vinieras vengo y te traigo de la mano. 

—Tenemos un año de estar juntos y nunca me has invitado a tu habitación. Cada vez me convenzo de que solo me utilizas solo para satisfacerte como mujer. 

—Te lo dije Aidan, que esto no era nada serio y que solo era por diversión. ¡Tú lo aceptaste!

—Pero todo cambió, me enamoré de ti… —se quedó en silencio y se dirigió a la ventana. —Creo que soy el único tonto en esta habitación.  

—No tienes que salir por la ventana, sal por la puerta y si mi padre o alguien más te pregunta qué era lo que hacías en mi habitación solo diles que yo te llame por lo que pasó en las bodegas. 

Aidan salió colérico de mi habitación. No lo culpaba, me había comportado como una bruja malvada, pero cuando iniciamos con esto le dije que no quería nada serio, el amor no era para mi, menos las relaciones. Yo era una mujer libre y no quería ataduras, tener novio era como que esposaran tus pies y tus manos. Eso no iba conmigo. 

Regresé a mi cama, tratando de conciliar el sueño. Quería que este día acabara de una vez. 

 

(...) 

 

Me levanté muy temprano y decidí salir a correr al jardín. La casa tenía un espacio amplio en la parte trasera, perfecto para correr. Sincronicé mi móvil e inicié con mi rutina. 

<<Solo una vuelta más>> llevaba casi diez kilómetros, me hacía falta solo una vuelta más. De pronto levanté mi mirada hacia la oficina de mi padre y me detuve de inmediato. vi una sombra que se movía dentro de ella. Alguien estaba ahí y no era mi padre. 

Parecía… parecía el tipo de la otra noche, quien se había robado mi motocicleta. A pesar de estar agotada, corrí hacia adentro. Odiaba no tener mi arma en este momento, ya que esta vez no pensaba ser la dulce pelirroja, esta vez si quería matarlo. 

Tomé la perilla de la puerta y abrí despacio. Un hombre con una sudadera estaba en la oficina, sus manos se movían de un lado a otro, era como si buscara algo en el escritorio de mi padre. 

Sentí como las venas de mi frente se inflamaron de inmediato, quería estrangular a este tipo. Conté hasta tres y me lancé hacia él. 

Pasé una de mis manos por su cuello. —Ahora si te mataré, maldito desgraciado, ladrón de motocicletas. Presionaba con mi brazo y sentí como su cuerpo se debilitaba, ya que lo estaba dejando sin aire. 




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