Hace tiempo existió un mundo donde todo era de colores oscuros. En donde solo existía el gris y el blanco. Pero en el cual aún quedaban estragos de diversos colores en la naturaleza, que probaban que existieron diversos colores en dicho mundo.
Todo tiene un principio y un fin, y como tal, la extinción de los colores fue causada por los humanos. ¿Cómo? La respuesta es muy simple pero aun así sigue siendo cruel.
El agua perdió su color por los desechos que fueron arrojados en ella, la tierra perdió su color cuando los humanos cortaron sus árboles y flores para la creación de utensilios y artefactos para la decoración de sus hogares.
Y lo más trágico, el cielo. Este perdió su bello color azul por los contaminantes que lo pintaron de gris, los cuales fueron arrojados por las grandes industrias que fabricaron todo lo que el humano deseo, todo lo que el humano pensó que necesitaba para ser feliz. El mundo perdió su color por el egoísmo, narcisismo y por la crueldad de los humanos.
Pero los humanos también pagaron un precio muy alto, el cual fue sentir desesperación, miseria e impotencia al perder sus colores lentamente. Los primeros que perdieron sus colores fueron los adultos, al enfrentar los horrores causados por las guerras, al tener que realizar tareas humillantes e inhumanas para llevar comida a su hogar, al sentirse solos y expuestos ante las atrocidades que el mismo creó.
Los niños perdieron sus colores en el momento que perdieron su inocencia, al ser reclutados para enfrentar guerras que ellos no habían causado. Al padecer hambruna y enfermedades las cuales no tenían cura, al realizar trabajos forzados por conseguir un miserable trozo de pan para sobrevivir. Al verse solos, sin su familia, sin sus padres, sin ayuda.
El mundo fue contaminado por los humanos y los humanos fueron contaminados por el mundo.
Sin embargo y pese a todas las atrocidades ocurridas, aún existía un humano que conservó sus colores, se trataba de un pequeño niño. No tenía nombre o si lo tenía, nunca me lo dijo. No debería tener más de 5 años. Perdió a su padre en una guerra y su madre murió de una extraña enfermedad la cual no tenía cura. Él trabajaba todos los días recolectando basura y en las noches buscaba un callejón entre los edificios para poder reposar. Lo perdió todo, no nada ni a nadie. Pero aún así era capaz de sonreír. Veía la belleza de un mundo el cual ya no poseía belleza alguna, e intentaba sonreír, en los momentos en donde los demás no podían, en donde cualquiera hubiera llorado.
Todos lo veían con rencor, pensaban que no era justo ¿Qué podía poseer ese niño para conservar sus colores? Lo ignoraban. Pensaron que con su indiferencia el también perdería sus colores. Los humanos siempre han sido egoístas, arrogantes pero sobre todo ignorantes. No se daban cuenta de que ese niño poseía algo que ellos perdieron hace mucho. Ese niño tenía esperanza.
Esperanza por un mundo en el cual no existiría la guerra ni los actos crueles, en donde no habría guerras ni hambre, en donde el cielo dejaría de ser gris y el mundo recuperara sus colores. En donde lo que más importante sería el amor y no el poder.
Los humanos olvidaron que mientras exista la esperanza todo se podría hacer realidad. No se daban cuenta que los sentimientos negativos les causaron la miseria. No se daban cuenta que estaban destruyendo los colores y que vivirían en un mundo en donde el único color existente seria el negro.
Editado: 23.07.2019