¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Qué no quiero? ¿A dónde voy? ¿En dónde estoy? ¿De dónde provengo?
Persona normal o desequilibrada, hombre o mujer, adolescente o adulto. ¿Quién en su vida no se ha hecho alguna de esas preguntas?
Todos nacemos desorientados, aturdidos y confundidos, sin saber nada y solo con las ganas sobrehumanas de volver al interior de la persona que nos trajo a esta mísera vida. Porque para algunos es mísera, para otros pocos es la gloria.
La vida es efímera, relativa, poco probable… Porque al final, cuando mueras ¿Puedes probar que viviste? ¿Qué hiciste algo productivo en éste mundo? ¿Qué dejaste alguna huella?
El olvido tarde o temprano nos consumirá a todos por igual, incluso hasta las personas que dejaron una gran marca en medio mundo. Sus imágenes se irán difuminando hasta volverse invisibles, hasta dejar de existir.
¿Qué es la muerte? ¿De dónde proviene? ¿A dónde iremos cuando sea nuestra hora de partir?
Al cielo o al infierno. Quizás el limbo. A la nada.
¿Hay certeza de que en verdad existan esos mundos? ¿El más allá? ¿Algún otro lugar del cual no sepamos?
La biblia lo dice ¿Pero hay alguna seguridad de quién escribió ese libro? ¿Son mentiras o verdades lo que está escrito en él? Varias personas aseguran haber visto el infierno y el cielo. ¿Hay seguridad de ello? ¿El estado mental de esas personas fue confirmado? ¿Tenemos la seguridad de que no sufren de alguna “histeria colectiva”? ¿Y si es que mienten solo para que hablen de ellos y así poder gana fama?
Todo en el mundo es incierto, llenos de conceptos vanos e incluso hasta hay veces que erróneos. ¿Quién tiene la verdad y la razón? ¿Qué está bien y qué está mal? ¿Qué es la vida y qué es la muerte?
Nunca nadie lo sabrá con exactitud.