Me gusta la oscuridad que abraza nuestra alma. Es a veces tan exquisitamente perturbador y placentero.
Prohibido.
Es algo que no es correcto. Incluso “yo” lo sé. ¿Pero qué más da? Vinimos al mundo a disfrutar de la vida… O son solo nuestros propios pensamientos que quieren brindarnos calma al saber que, en realidad, la vida solo es el entrenamiento para poder existir por toda la eternidad en el infierno.
La bondad existe, claro. ¿Pero quién la apremia o la alaba? Hay veces que ni siquiera un “gracias”. En el futuro esa palabra solo existirá como un jeroglífico del montón que no se puede interpretar.
No está de más el querer disfrutar el tiempo indefinido que Dios nos dio. ¿O fue solo casualidad el hecho de nuestra existencia o probable evolución?
Aquí entre tú y yo, los dos sabemos perfectamente que vivir en la oscuridad es lo más fácil y barato que uno se puede permitir. Es fácil abrazar la desdicha y que ella nunca te suelte. De hecho, de alguna manera, ella es incluso una mejor compañera que tus propios “amigos” o “familiares”.
Sincérate un poco contigo mismo.
A todos nos gusta en mayor o menor intensidad la oscuridad de nuestras almas y algunas veces las de otros también. Pero, ¿Qué te prohíbe desinhibirte?
La “sociedad” que todo el mundo cree que existe. La doble o hasta triple moral que tienen algunos.
Admitámoslo. Yo lo hago.
Me gusta el dolor, la tristeza, el sufrimiento, la preocupación. Es gratificante el desgarre del alma que me puedo proporcionar con solo mi imaginación. Sí, ¿Quién no se ha imaginado a sí mismo viviendo una tragedia inmensa para después hacerse el fuerte y superarla?
Me he descubierto llorando como si alguien importante para mí hubiese perecido.
Bueno, realmente sí. Murió, yo lo maté. Claro que, solo en mi imaginación.
Obviamente si eres una persona decente y pacífica que nunca ha estado en contacto con el infierno humano llamado Planeta Tierra, no sentirás esa misma atracción que siento yo… O quizás sí.
¿Te imaginas tener el poder de matar a alguien con solo pensarlo? Mi sonrisa no puede ser más grande en estos momentos, anhelando algo que, en efecto, no existe pero que me hace feliz el solo imaginarme que sea real. Sería fascinante ve el cómo atropellan a alguien, o como un niño es aplastado por una máquina gigante, o como alguien se carboniza agonizando de dolor y expresándolo con sus alaridos. O como lo que es mejor, ver a alguien saltar desde un piso decimoquinto y estrellar su cabeza contra el pavimento mientras su cerebro explota en mil pedazos salpicando todo a su alrededor.
Necesitaría una cámara especial para eso.
Repetirlo día y noche admirando como la frente se va deformando poco a poco hasta que se abre una fisura por donde escapa el líquido pegajoso de la vida. Esa deformación tan similar a la de un balón que se desinfla por el peso de una maquina aplanadora. O también a la de un pastel de fresas con abundante sirope de color escarlata que es tirado al piso y pisado. Hasta dejar un gran desastre lleno de colores amargos.
Intermedio.
Quizás así sea yo, y tú, y todos en el mundo. Dime ¿Sigues sin creerme de que te gusta la maldad?
Si no es un sí, entonces… ¿Por qué comes animales? ¿Por qué te gustan las corridas y las pieles? ¿Porque te gusta que te jalen, te golpeen y te rasguñen en el sexo? ¿Por qué sigues queriendo a esa persona cuando ya te olvido?... Eso si es dolor del bueno.
¿Por qué te gustan las peleas? ¿Por qué sientes placer al tocarte las lesiones en tu cuerpo o los músculos contraídos después de una larga sesión de ejercicios? ¿Por qué, te gustan esas sensaciones?
¿Lo ves? Estamos siendo preparados para amar el dolor y sentirlo como placer para poder sobrevivir en el infierno.