Cuando tenía quince años, mi familia y yo vivíamos en una colonia la cual estaba habitada por pocas casas, es decir, era una colonia con pocas calles y aproximadamente 4 o cinco casas por calle, que por cierto las casas eran muy grandes.
Mi casa era la casa más cercana a un campo en el cual había una cancha de entrenamiento de futbol y también era la casa que estaba estaba un enorme bosque oscuro y tenebroso.
Ese bosque era un lugar al cual las personas que vivían a sus alrededores le temían, incluso por las noches nadie eran pocas la personas que se atrevían a pasar por ese lugar, cuando yo salía a jugar con mis amigos, íbamos a ese bosque ya que nos gustaba trepar árboles y jugar a diferentes juegos en ese lugar.
Un día después de haber jugado, regresé a casa eran las ocho de la noche, entre a casa y al cerrar la puerta sentí un frio que recorría todo mi cuerpo pensé que las ventanas de la casa se mantenían abiertas, mis hermanos estaban muy pequeños así que decidí ir a echar un vistazo y cerrarlas para prevenir que los pequeños enfermaran, las ventanas se encontraban en diferentes direcciones así que primero me dirigí a el pasillo más grande de la casa el cual se encontraba justo enfrente de la entrada principal revise las ventanas pero estaba completamente cerradas y así sucesivamente fui revisando todas las ventanas