—¿Sí? —le respondo a Gabdiel cuando me levanto.
—Nana, mañana por la noche habrá una actividad de los “inversionistas del nuevo centro comercial” —dice entusiasmado y con un ligero tono que reconozco.
—¿Por qué lo dices en tono “no me creo nada”? —le pregunto mientras me siento en la cama.
—Porque la información me la dio mi contacto.
Suspiro y cuento hasta tres para no gritarle a mi amigo y tampoco quiero que Killian se entere si tengo alguna discusión.
—¿Qué contacto?
Hay una pequeña pausa mientras él piensa qué responder —Este… ZT.
—Gabdiel, me prometiste que no hablarías más con ZT —le recuerdo, la promesa que nos hicimos hace un par de meses atrás.
—Lo sé.
—¿No entiendes? Pones tu vida en peligro y no sé si a ti no te importe, pero yo no quiero perder a mi mejor amigo. Además pensé que con el último susto que pasamos ya no harías cosas estúpidas.
—Lo siento —se disculpa en un tono bajo —Pero… ¿no quieres ir? —y allí está de nuevo el entusiasmo.
—No.
—Tengo toda la información para que logremos entrar sin problemas.
—No me importa.
—Vamos… solo esta y te juro que no hablaré más con ZT, a menos que tú quieras.
—Mmm…
—¿Sí?
Suspiro —Está bien.
—Bien, pasaré a recogerte a las 7:30 p.m.
—Bien.
Termina la llamada y salgo de la habitación de Killian, solo para encontrármelo sentado en la mesa de la cocina desayunando entusiasmado.
—Buenos días, Ellie —me saluda sonriendo.
—Buenos días —le regreso la sonrisa.
—Espero que te gusten las tortillas de maíz y salchichas guisadas.
—Pues claro, ¿A qué Branwenita no le gusta un desayuno típico?
Branwenita es el gentilicio de los habitantes de Branwen.
—Tienes razón, entonces adelante, sírvete cuanto quieras aprovecha ahora que está caliente.
—Gracias —digo entrando a la cocina.
Kill me indica dónde guarda los platos, cubiertos y demás.
Luego de servirme me siento en la silla que está frente a él.
—¿Dormiste bien? —me pregunta.
—Sí, gracias.
—No hay problema, estamos para ayudarnos.
Le sonrío con un poco de vergüenza de que sepa que le temo a la oscuridad.
Veo a Miket echado a los pies de su dueño muy a gusto mientras él lo acaricia con uno de sus pies.
Le doy una ojeada al apartamento y tiene una pared llena de frases que debo suponer son de libros.
—¿Son frases de un solo libro? —pregunto señalando la pared.
—No, son las frases que más me gustan de se puede decir de mis libros favoritos.
—Eso me recuerda que tengo que pintar las paredes de mi habitación —comento dando un mordisco a mi tortilla de maíz.
—Adivinaré… No te gustan blancas.
—No, para nada —digo riendo —Quiero pintarlas de amarillo.
—¿Es tu color favorito? —me mira con curiosidad.
—Sí, ¿Cuál es el tuyo?
Termina su jugo de mango y se encoge de hombros —Todos.
—Que una persona no tenga un color favorito es extraño.
—Pues, como dicen algunos, lo normal es aburrido —dice —¿Qué tienes planeado hacer hoy?
—No sé, dormir, pero en mi apartamento.
—No, no puedes quedarte durmiendo en un día libre.
—¿Por qué no?
—Kelli me llamó y dijo que él y Julie planean ir a Náyade.
—¿A hacer qué?
Sé que Náyade es un pueblo de Branwen, pero yo la verdad no he ido.
—Tenemos una cabaña allá y está la playa, el río o podemos montar caballo —explica —Pensaba decirle a Kei y tú puedes decirle a Gabdiel, Paula y Jazz.
—Mañana tengo clases.
—Náyade está a 25 minutos de aquí, saldremos del pueblo directo a la universidad.
—Está bien.
—Bien, ahora la parte divertida, nos vamos en una hora así que todo el que va tiene que estar aquí en una hora.
—¡Killian! —exclamo.
—¿Qué? —pregunta sin poder aguantar la risa —Diles que se apuren.
Agarro mi celular y escribo en el grupo.
—Salida repentina a Náyade con los hermanos Caballero, si quieren ir deben estar en mi apartamento en una hora. Regresamos mañana a tiempo para las clases.
Recibo la respuesta de todos diciendo que aquí van a estar.
—Bien, todos vienen —le informo a Killian —Yo iré a acomodar mis cosas.