Pequeña Leona

Capítulo 2

Durante la reunión, Leonora se quedó en su escritorio retorciéndose las manos.

-Que no lo arruine, que no lo arruine…-decía para sí misma mientras se retorcía las manos nerviosa. Y cuando el grupo de personas salió de la oficina sonriente y saludando a Bastian, ella respiró aliviada, el hombre era un desastre pero tenía encanto, eso había que reconocerlo. Sin embargo el encanto no era suficiente para hacer bien el trabajo, y ella necesitaba que él lo hiciera bien porque no quería ser despedida, ser su secretaria era un padecimiento pero mucho peor era no tener un trabajo fijo. Aquel pensamiento le hizo fruncir el ceño y Bastian se acercó a ella en ese momento.

-Todo salió bien, Leoncito, deja de preocuparte.

-Ya le he dicho…

-Lo sé, lo sé. Bien, Leonora, nos vemos mañana – dijo él y ella notó que tenía el abrigo en sus manos, era obvio que estaba listo para marcharse.

-¿Ya se va? – preguntó enojada, sólo había estado tres horas en la oficina.

-Claro, ya terminó la reunión, fue agotador, necesito distraerme…

-Pero el horario de trabajo no termina y aún hay muchas cosas que hacer y..

-Se puede hacer mañana.

-Bien, váyase…yo me quedo.

-¿Tu jefe te da permiso de irte y te quedas? ¿Trabajarás sola?

-Sí, lo haré, me pagan por trabajar.

-De acuerdo, que te diviertas. Aunque le diré a seguridad que si todavía estás aquí dentro de cuatro horas, que te echen. Una secretaria trabajando sola mientras su jefe no está, me dará muy mala imagen – le dijo guiñándole un ojo y luego se marchó.

-Cálmate, Leonora, cálmate, necesitas el salario – se dijo a sí misma mientras respiraba profundamente. Le costaba entender a aquel hombre, ella había tenido que ser responsable y esforzarse desde muy chica, no podía creer que un hombre adulto fuera tan irresponsable. O tal vez fuera que él, a diferencia de ella , había tenido una vida fácil.

Era el hijo menor de una familia adinerada y por ello le habían dado aquel puesto en la empresa. Era una importante empresa que se dedicaba a las importaciones y exportaciones, tenían mucho renombre y experiencia y tanto el padre como los hermanos mayores eran muy reconocidos. Pero por lo visto Bastian Cavendish se la había pasado divirtiéndose, porque sólo recientemente se había incorporado al negocio familiar. Y no parecía tener mucho entusiasmo.

De estar en su lugar, ella hubiera dado todo de sí para hacer un buen trabajo, su Jefe estaba haciendo todo lo contrario. Pero si para él aquello era un juego, para ella no, así que se puso manos a la obra, buscó información y preparó el trabajo para los días siguientes, organizó la agenda de su jefe e incluso le ordenó un poco la oficina y a las cinco en punto se marchó. No quería que la echaran, porque estaba segura que Bastian cumpliría su amenaza, aunque más no fuera por molestarla.

-Leo, llegaste temprano – dijo su hermanita cuando la chica llegó.

-Sí, digamos que me dieron la tarde libre. ¿Y dónde están mamá y Josh?

-No lo sé, ambos salieron – dijo la pequeña y la chica se irritó. No era justo que dejaran sola a la pequeña.

-Bueno, ¿merendaste? – preguntó y la niña negó con la cabeza- Entonces te haré algo, ven – dijo y ambas se fueron a la cocina.

Una vez que merendó junto a su hermanita, se puso a ordenar y limpiar la casa y luego dejó preparada la cena. Su madre seguramente diría estar muy cansada cuando regresara, sin importar mucho que tan solo hubiera ido de paseo o algo por el estilo.

Cuando tuvo todo terminado y , mientras su hermana miraba televisión, ella se fue a su habitación a estudiar sobre exportaciones e importaciones, quería ser una buena secretaria, la mejor. Iba a impedir que Bastian Cavendish fracasara, costase lo que costase.




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