Pequeña Leona

Capítulo 5

Si la mala suerte la perseguía, o tal vez, después de la noche anterior su madre y su hermano le habían echado un par de maldiciones, porque llovía y ella acababa de perder el autobús tras correrlo una cuadra.

Estaba mojada, de mal humor e iba a llegar tarde al trabajo.

Al llegar se encontró con varios de los demás trabajadores que la saludaron, incluso una muchacha que trabajaba en otra oficina le prestó un sweater para que se quitara su ropa mojada, y como era de esperar, a pesar de la hora, su jefe no había llegado.

Apareció un par de horas luego y ella lo recibió con un estornudo.

-Pareces un gatito mojado hoy. ¿Estás resfriada?

-No, creo que es alergia – contestó ella y por la forma en que lo dijo , Bastian entendió que se refería a tenerle alergia a él.

-¿Qué tenemos para hoy? Espero que no demasiado.

-Dudo que muera de agotamiento por trabajar – contestó ella y tomó un par de carpetas.

-Nunca se sabe, gatito, nunca se sabe.

-¿Puede dejar de decirme Leoncito, gatito y cualquier nombre asociado a un animal?

-Lo siento, la culpa es de tu madre por darte ese nombre, ¿sabes? – comentó él y ella lo miró enfadada.

-Entonces sumémoselos a la larga lista de cosas de la que es culpable – contestó ácidamente y Bastian la miró con curiosidad. Sin embargo no preguntó nada y entró a su oficina, mientras la chica lo seguía con un montón de papeles que debía leer y firmar.

Los estornudos de Leonora se hicieron más frecuentes con el correr del tiempo y finalmente unas horas después, Cavendish le dijo que acabaran el trabajo por el día.

-Pero queda mucho por hacer …-protestó ella.

-Mañana, Leonora, hoy tengo cosas más importantes que hacer.

-Este es su trabajo, ¿qué puede ser más importante?

-Ay Leoncito, eres demasiado seria, y lo más importante es probar mi yate nuevo, así que fuera….vete a tu casa.

-Usted váyase, yo me quedo.

-No, de ningún modo, ya te lo he dicho y desde hoy será una nueva regla, si tu jefe se va, tú también.- dijo y se paró junto a ella, la giró hacia la puerta y la empujó, una vez que llegaron al puesto de la chica le dio la cartera y el abrigo y la siguió empujando suavemente hacia la salida.

-Pero, pero…

-Shhh, vete a tu casa, que yo quiero aprovechar el día…

-Pero el día está espantoso, nublado y frío, dudo que sea adecuado para que pasee en su yate.

-Debieran contratarte en alguna oficina de seguridad Nacional, no dejarías ir a nadie. Y ni se te ocurra sugerir lo que podría hacer yo, ya me imagino lo que me dirías – la cortó él  sonriendo, antes de que la chica pudiera responderle.

 

Cuando llegó a su casa, seguía estornudando y tenía un horrible dolor de cabeza.

-¿Llegaste temprano de nuevo? – preguntó su hermano al verla entrar. Jugaba en la computadora videojuegos y al pasar a su lado, Leo le apagó la maquina.

-¡Hey! ¿Qué haces?

-Intento salvarte de que te conviertas en un completo inútil que prefiere jugar a trabajar, ve a hacer tu tarea…- le ordenó y el chico simplemente se fue a su habitación y cerró de un portazo.

-Voy a salvarte, aunque sea a ti , voy a salvarte -dijo para sí misma mientras pensaba que hubiera sido bueno que alguien le pusiera límites a Bastian Cavendish cuando aún estaban a tiempo.

 

A la mañana siguiente, Leo no se sentía mucho mejor, de hecho se sentía bastante mal, pero al menos no perdió el autobús ni llovía, cada vez se conformaba con menos. Si su jefe hubiera llegado a tiempo al trabajo, podría decir que el día estaba bastante bien, incluso con el resfriado y el malestar. Pero, como siempre, no fue así, de hecho llegó cerca del mediodía y bastante relajado.

Mientras Leonora revisaba el trabajo del día, se dio cuenta que tenían un informe que debía ser presentado al día siguiente, esta vez no iba a dejarlo salirse con la suya.

-¿Leoncito? – preguntó Bastian cuando vio a entrar a Leonora cargada de cosas, llevaba carpetas y paquetes.

-Trabajo, comida y bebida – dijo ella y apoyó todo en el escritorio mientras él la ayudaba para que no se cayera nada. Inmediatamente la chica caminó hacia la puerta y la cerró con llave.

-¿Y eso? – preguntó él elevando una ceja en un gesto muy sugerente.

-No va a irse hasta que terminemos esto, debe entregarse mañana sin falta y a menos que trabajemos sin parar no podremos terminarlo, si no se hubiera marchado a jugar ayer, esto no habría sucedido. Ahora no tenemos otra opción…

-¿Me estás secuestrando para obligarme a trabajar? – preguntó divertido.

-No, sólo estoy haciendo que trabaje las horas que corresponden y que se comporte como cualquier ejecutivo responsable.

-No conozco secretarias que encierren a sus jefes para trabajar…es desconcertante – comentó con un brillo travieso en la mirada.



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En el texto hay: jefe, jefe secretaria, humor amor

Editado: 29.03.2020

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